Con prólogo del archiconocido Eckhart Tolle (no puedo dejar de recordar “El poder del ahora”), Peter Russell, escritor, conferenciante y pensador sobre la conciencia y la espiritualidad, nos da en este libro grandes pistas para aprender a cómo relajar la mente.
No hay grandes misterios. Lo esencial de todo ello es soltar, dejar ir, no quedar atrapado o atrapada por…¿lo material? No! Y esa es la clave con que nos obsequia Russell: Se trata de soltar lo no tangible.
Esa es la esencia para llegar a saber cómo relajar la mente. Ser consciente de que lo que nos atrapa son los pensamientos, las emociones, las creencias o las expectativas.
Y ese es el gran trabajo que nos ofrece el autor para llegar a descubrir nuestra verdadera naturaleza.
Quienes llevamos años y años practicando la meditación o cualquier tradición espiritual reconocemos el camino que nos ofrece, pero como siempre neófitos en la materia por muchas horas que tu cojín tenga, nos es útil para seguir descubriendo.
El camino de este buen libro es que en 150 páginas te ofrece el recorrido para aceptar, cobrar conciencia, reconocer y entablar amistad con lo que siempre tendemos a eludir.
Es la gran baza, el gran descubrimiento: siempre cambiar las gafas con las que vemos nuestro propio mundo para acceder a otra forma de mirar.
Estructurado en pequeños capítulos, el autor hace sencilla su lectura y fácilmente reconocible en nuestros propios momentos vitales.
El sentido del camino que vamos a aprender a realizar a lo largo de la lectura de este volumen, queda ya más que claro al principio del prefacio:
“La llamada a soltar reside en el corazón de todas las tradiciones espirituales del planeta. No apegarse a los resultados, desprenderse de los deseos, aceptar el presente, abrirse a un poder superior, renunciar al ego, practicar el perdón,todo ello forma parte de lo que implica soltar.”
Todo para dejarnos claro que la respuesta de cómo relajar la mente, está en nuestro interior. En ese aprendizaje a cambiar nuestra mirada y nuestro posicionamiento ante el mundo que nos ha tocado habitar.
Vivir no tiene por qué ser una contínua lucha y desdicha contra el dolor que nosotros mismos hemos construido.
La libertad, al fin y al cabo, está en el presente porque como bien señala Russell: “El ahora es el único momento que conocemos”
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