Cómo quejarse o hacer una carta de reclamo

Hacer una carta de reclamo

¿Es malo quejarse?

¿Qué no te atreves a poner una carta de reclamo? ¿Cómo se hace una reclamación? Aunque no lo parezca, la queja y el reclamo son como una bendición, ya que nos permite defender nuestros derechos. Hay estudios que muestran que la mayoría de los clientes insatisfechos (salvo en situaciones de monopolio o de altas barreras de salida) no se quejan. O lo hacen a su manera: se van directamente a la competencia.

Por eso es de vital importancia saber cómo hacer un buen reclamo o incluso cómo hacer una queja en una hoja de reclamaciones. Con educación, sin entrar en tonterías emocionales, y siempre atendiendo a defender nuestros derechos. Aprendamos a quejarnos y a escuchar las quejas, porque es la manera de conseguir avances en nuestro entorno.

Ahora bien, de la queja a la memez -una queja sin motivo o sin sentido común, formar una queja (según la Real Academia Española), o como en algunas culturas se entiende como una pavada, pendejada, gilipolleces, chorradas, bobada, o boludez- hay sólo una pequeña línea divisoria que mucha gente acostumbra a pasar desapercibida. Una de las mejores reflexiones de la vida es que la queja se debe realizar correctamente.

Una empresa, organización o persona que no escuche y analice las quejas con sus sugerencias, haciendo simplemente oídos sordos a las reclamaciones, acaban tropezando con la misma piedra (por mucho poder económico que tengan).

Cómo hacer mejor una carta de reclamo

Aquí tienes un pequeño decálogo para distinguir la queja de la memez y que hay que tener presente a la hora de presentar cualquier carta de reclamo:

La queja se argumenta y se indica qué cosas se deberían hacer o decir distintas. La memez no.

La queja indica rápidamente la norma, artículo, o regla que se está rompiendo. La estupidez no.

La queja se fundamenta y se aplica con referencias de casos parecidos. La memez no.

La queja evita adjetivos calificativos que no sean cuantificables. Las estupideces no.

La queja requiere de inteligencia para su interpretación. La memez no.

La queja es un requisito indispensable para el cambio. La pendejada no.

La queja acepta la mediación para encontrar una solución. La memez no.

La queja acepta que se puede haber equivocado por haber realizado interpretaciones incorrectas. Las pavadas no.

La queja mueve a la acción. Las tonterías no.

La queja sirve para crecer desde el respeto. La memez no.
Se puede cambiar, y ahora la pregunta para reflexionar, ¿te quejas o no paras de decir tonterías sin sentido? Es tu elección.

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Fuente: este post proviene de Pedro Amador - Experto en Felicidad, donde puedes consultar el contenido original.
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