Esa es la odiosa palabra que manipula y estropea todos mis planes. La tan común y odiada ansiedad. Es normal que aparezca en dietas muy estrictas pero su origen puede ser muy diferente. Y yo he sufrido de las dos, os puedo asegura que en algún caso hasta extremos enfermizos. Pero bueno, los atracones son muy conocidas por la mayoría de nosotr@s, verdad?
La ansiedad ha hecho que se estropearan días, semanas e incluso meses de mucho trabajo, y si, parece exagerado pero no lo es. Por lo tanto he aprendido de ello, y aprendí diferentes técnicas:
-Tomar un thé, cada vez que sea posible y cuando la ansiedad nos mande señales inequívocas, no es hambre, si no vicio.
-Comer una manzana y beber agua, al final al tomar agua nos hinchamos y puede que matemos ese gusanillo.
-Salir a pasear, ¿Lo habéis probado? Muchas de las veces suele funcionar, eso si yo suelo ir a pasear sin dinero claro, que en esos momentos no respondo de mis actos (¿Os suena de algo?)
-Limpiarse los dientes o incluso comerse un chicle.
Pero hay veces en los que nada de eso funciona, y claro hay aparecía la culpabilidad. ¿Y sabéis que? Que ya no, que llevo demasiado tiempo perdiendo peso y conociéndome, y he llegado a la conclusión de que la culpabilidad engorda. Por lo tanto, cuando la ansiedad aprieta (por diferentes razones, no hago caso omiso) y le hago caso, intentando controlarme dentro de mis posibilidades.
Si me contengo, al de un rato puedo terminar con todo el armario.
¿Os sentís identificad@s?
Contadme vuestros trucos!
Un beso!
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