"No existe el matrimonio perfecto" reza el dicho popular, y es que nadie es perfecto, de modo que las uniones no tienen porqué serlo. Sin embargo, la magia está en aprender a convivir dentro de nuestras imperfecciones y saber detectar a tiempo, las señales de peligro que pueden provocar grietas e incluso rupturas. Es así que podemos resumir cinco escollos principales que ponen a prueba hasta el amor más sólido:
Primer escollo: esperar demasiado
Muchas veces suponemos, y damos por hecho situaciones, o callamos hasta que las fuerzas nos dicen basta! Suponer que el cónyuge puede adivinarle a uno el pensamiento o las emociones, dificulta cualquier relación. Expresar los sentimientos, las dudas, los puntos en los que no se está de acuerdo, no solamente es necesario, sino que implica una obligación, si pretendemos que la relación sea transparente y duradera.
Segundo escollo: conversar poco
Esta es una señal de peligro que suele pasarse por alto. Los cónyuges dejan de hablarse y crece el silencio entre ellos. En un buen número de parejas que llevan mucho tiempo casadas, por un lado desaparece el deseo de conversar y, por el otro, disminuye la voluntad de escuchar. Muchas parejas creen, equivocadamente, que el creciente silencio entre ellos es normal. En los tiempos que vivimos, donde ambos cónyuges deben experimentar largas horas laborales, el tiempo para dedicarle a una buena conversación es escaso. Sin embargo, mantener un diálogo periódico y constante es muy importante.
Tercer escollo: alejamiento gradual
Situaciones donde comienzan las recriminaciones, los "Tu, siempre..." o "Tu, nunca..." son una señal muy clara de que las cosas no están bien. Pequeñas omisiones como el saludo al salir a trabajar por la mañana o al llegar por la noche, ese llamado a determinada hora del día, esas flores para una fecha especial, compartir un té, un café, y, ni que hablar de olvidar un aniversario! Cuando dejan de recibir pequeñas atenciones, los cónyuges interpretan el hecho como falta de interés. Ambos se sienten insatisfechos, y cada uno espera que sea el otro quien vuelva a tender el puente. Esta sensación de alejamiento también se manifiesta en síntomas físicos como dolor estomacal o de cabeza. La distancia entre marido y mujer se vuelve tan grande que hasta se niegan los encuentros íntimos.
Cuarto escollo: la batalla por la igualdad
Suele suceder, cuando nacen los hijos y la mujer debe dejar de trabajar y abandonar su actividad laboral, mientras su pareja avanza profesionalmente, que se sienta disminuida en sus condiciones personales, y reducida únicamente a su rol de madre, en detrimento de su función como pareja.
La igualdad dentro de una relación no es algo estático; implica cambios. Es un dar y recibir entre ambos cónyuges. Y este dar y recibir tiene que redefinirse una y otra vez. Intercambiar los roles dentro de la famillia, colaborar en la crianza de los hijos y permitir que ambos crezcan profesional y personalmente es la forma más efectiva de mantener el equilibrio.
Quinto escollo: falta de desarrollo personal
Toda relación tiene ciclos de desarrollo. Se puede incluso hablar de fases por las que atraviesan casi todos los matrimonios. Hay fases que casi siempre dan lugar a crisis dentro del matrimonio.
Uno puede perderse en la relación por diversos motivos: el trabajo, los hijos y otros. No puede abordar la situación con criterios fijos, sino que es necesario rectificar constantemente.
La primera fase del matrimonio es el fortalecimiento de la relación. Después cada cual vuelve a su camino. el factor determinante de esto suele ser el nacimiento del primer hijo. La pareja se convierte en familia. si durante esta fase se hace sentir a la mujer que su única función es la de ser madre, pueden surgir problemas.
La siguiente fase se inicia cuando los hijos comienzan a crecer y de algún modo ser más independientes. La mayoría de ls mujeres regresan entonces a trabajar. Es el momento de reorganizar responsabilidades dentro del hogar.
La tercera fase comienza luego que los hijos se han marchado definitivamente de casa. las mujeres que antes les dedicaban mucho tiempo, comienzan a analizar su relación de pareja. Frecuentemente descubren que se sienten insatisfechas, a lo que se suma en muchos casos, cambios físicos y hormonales, lo que puede provocar la separación. Para el hombre en cambio, representa una oportunidad de volver a tener tiempo para estar juntos, como en el inicio. Se piensa mas en la vejez, se ha experimentado en muchos casos la desaparición física de los propios padres, y esto hace reflexionar sobre su propia mortalidad. Pero esa es una crisis personal, con la que no se puede agobiar al cónyuge.
La última fase es la del matrimonio en la vejez. Con frecuencia surgen nuevas luchas de poder, sobre todo al terminar la vida profesional. Esta fase se vuelve difícil cuando ninguno de los cónyuges ha desarrollado otros intereses personales durante los años anteriores. Procurarse pasatiempos individuales y conseguir una afición en común, que les permita desarrollar proyectos mutua colaboración, representaría la oportunidad de envejecer juntos sin temer a ruptura alguna.