Valores como el motor de tu vida

Valores como el motor de tu vida. ¿Qué querrá decir esto?

Bien, imagina que eres el conductor de un autobús. Un autobús al que has decidido darle una dirección. Para eso además has instalado unos neumáticos fiables, sólidos y que te convencen plenamente.

Digamos que las seis ruedas del autobús están compuestas de un material con el que te gustaría sentir que vives tu vida y experiencias como la aventura, diversión, felicidad, presencia, equilibrio o
.

Hasta aquí parece sencillo. Nos proponemos un viaje sin billete de vuelta y nos gustaría sentir que nuestra vida nos produce felicidad, bienestar, que nos divertimos y que vivimos aventuras dignas de ser recordadas.

Entonces, una vez hemos decidido arrancar el autobús y empezar a dirigirlo hacia donde nos hemos propuesto, aparecen pasajeros que se suben a él.

Pasajeros que no podemos elegir claro está, ya que han pagado el billete y tienen derecho a estar en el autobús queramos o no. Además, algunos de estos pasajeros nos producen un profundo rechazo.

¿Entonces qué hacemos?

En un momento, empezamos a sentirnos incómodos conduciendo el autobús. Esta actividad aparentemente placentera de conducir nuestro propio autobús, nuestra propia vida con nuestras propias ruedas, parece perder brillo.

Los pasajeros nos comienzan a incomodar. Pasajeros que no hemos elegido pero que están ahí, como puede ser la ira hacia algún compañero de trabajo, pensamientos acerca de si estamos perdiendo el tiempo con nuestra vida y otras lindezas.

Además, ocurre un fenómeno curioso y es que cuando tratamos de decirle a estos pasajeros incómodos que dejen de molestar, lo que hacen es lo contrario y lo comienzan a hacer más.




Es por esto, que quizá no haya que hacer nada.

Es decir, normalmente cuando nos sentimos enfadados, molestos por algo o con alguien lo que tratamos de hacer es de solucionar eso. De solucionar eso con esa persona concreta.

A veces, lo solucionamos y nos quedamos satisfechos, pero en otras muchas ocasiones pese a que parece haberse difuminado el malestar, seguimos preocupados por si volviese a suceder.

Es entonces cuando empezamos a construir métodos de control para que no nos vuelva a pasar, para tratar en la medida de lo posible que no tengamos que volver a sentirnos mal.

Aquí pasamos a evitar ciertas personas o situaciones, por el simple hecho de que así nos ahorraremos sentir emociones desagradables.

Aunque parece que esta forma de vivir no casa con la calidad de nuestras ruedas por lo que podemos sentirnos perdidos.

Obsesión con solucionar cualquier cosa

Nos han enseñado desde bien pequeñitos a ponerle solución a todos los problemas que surgen en nuestras vidas como si fuésemos máquinas. Nos han dicho que somos responsables de lo que pensamos y de lo que sentimos también.

Hasta cierto punto, es posible que tengamos algo que ver con las cosas que pensamos y sentimos.



A post shared by Rubén Monreal (@ruben_psicologo) on

Pero eso no significa que necesitemos o estemos en la obligación de hacer algo para cambiarlo cuando existan tramos en el viaje donde no nos esté agradando pensar lo que estamos pensando ni sentir lo que estamos sintiendo.

Fuente: este post proviene de Psicología y mejora personal online, donde puedes consultar el contenido original.
¿Vulnera este post tus derechos? Pincha aquí.
Creado:
¿Qué te ha parecido esta idea?
Esta información nunca debe sustituir a la opinión de un médico. Ante cualquier duda, consulta con profesionales.

Esta idea proviene de:

Y estas son sus últimas ideas publicadas:

Recomendamos