Tratamientos para reducir grasa corporal

Si aceptamos que los acúmulos de grasa corporal son los responsables de que nos veamos con sobrepeso, es lógico suponer que si los eliminamos terminaremos con ese estado. Este sencillo razonamiento es el que está detrás de la conveniencia de cuidar nuestra alimentación y de la mayoría de dietas que existen. La ecuación matemática se resume en: menos grasa equivale a más definición y mejor cuerpo y salud.

Sin embargo, el razonamiento anterior también está detrás de la mayoría de tratamientos estéticos que existen hoy en día: si se elimina físicamente la grasa sobrante, el resultado será también más definición y mejor cuerpo y salud.

¿Cuál es la diferencia entre optar por cuidar nuestra alimentación o recurrir a tratamientos para reducir la grasa corporal con intervención quirúrgica?

Aunque podamos pensar que el coste es la principal, en realidad es que cuidando nuestra alimentación estamos jugando en el largo plazo aprovechando el propio funcionamiento de nuestro cuerpo; una intervención, en cambio, es un proceso más traumático que se basa, literalmente, en reducir o eliminar estos depósitos.

¿Quieres verlo de otro modo? Es muy frecuente que en una intervención de este tipo el profesional que te acompaña te paute un régimen de alimentación previa a la operación e, incluso, posterior a ésta.

Y es que, si nos ponemos técnicos, una liposucción, por ejemplo, no es un método de adelgazamiento, si no un método de moldeamiento corporal que debe complementarse con un estilo de vida basado en una correcta alimentación y actividad física si no queremos volver a engordar.

Tipos de tratamientos para reducir grasa

Hace años, décadas ya, el catálogo de intervenciones era muy reducido, y los riesgos también eran más altos. Hoy, en cambio, existen múltiples tratamientos con los que es posible reducir o eliminar parte de esta grasa corporal. Por su interés os enumeramos algunos de los más comunes:

Liposucción

Consiste en insertar una fina cánula en donde se localizan los depósitos de grasas para aspirarlos y así eliminarlos por completo. Es un método que equivale a una operación quirúrgica, con todo lo que ello significa en riesgos y complejidad de procedimientos; pero su efectividad es también muy elevada e instantánea. Se conoce también como lipoescultura.

Láser lipolítico

Un láser de baja potencia se aplica sobre la piel de las zonas escogidas y transmite energía que va disolviendo la grasa de los adipocitos. Es muy recomendable complementar este tratamiento con ejercicio físico para “quemar” esta grasa y que no se deposite en otras regiones.

Criolipólisis

Similar al anterior, se aplica frío en el tejido celular subcutáneo para lograr la destrucción de los adipocitos. En el caso de recurrir al calor mediante el uso de rayos infrarrojos estaríamos ante un tratamiento de radiofrecuencia corporal.

Mesoterapia

En este caso, la destrucción de los adipocitos del tejido graso se logra inyectando un cóctel de medicamentos que provocan su vaciamiento. Literalmente, estas células vuelcan al exterior los depósitos de grasa. De nuevo, el ejercicio físico es indispensable.

Cavitación

Además del uso de un láser, el frío o medicamentos, también pueden emplearse ultrasonidos de manera que estas ondas de sonido impacten en el tejido graso y, literalmente, los adipocitos revienten.

En resumen, para eliminar físicamente la grasa existe un tratamiento invasivo, la liposucción, y varios no invasivos. El primero es efectivo por sí sólo ya que la grasa deja de encontrarse en nuestro cuerpo, mientras que los segundos deben entenderse como que la grasa de disuelve, pero hay que terminar de eliminarla para evitar que vuelva a acumularse.

¿Qué ocurre después de someterse a u tratamiento?

Como la liposucción deja un espacio vacío, el cuerpo debe moldearse de nuevo para que la piel se adapte. Éste es el gran riesgo posoperatorio, pues si no sucede correctamente tendremos una zona de piel flácida o cicatrices.

¿Recuerdas que dijimos que el médico plástico suele pautar una dieta junto a la liposucción? Es lógico, el consumo de proteínas estimula la reparación muscular y de la piel, además de que disminuyen la inflamación y promueven la formación de fibroblastos y de nuevos vasos sanguíneos, lo que afectará positivamente al proceso de cicatrización.

Complementariamente, alimentos ricos en vitamina A y vitamina E serán grandes aliados dado que estas vitaminas intervienen en la formación de colágeno y poseen propiedades antioxidantes. De nuevo, el proceso de cicatrización debe favorecerse.

En el caso de tratamientos que afecten la zona abdominal, el consumo de fibra mejorará el tránsito intestinal y reducirá la hinchazón e inflamación de la zona operada. Y, por supuesto, beber mucha agua, ya no sólo por hidratar la piel, que también, si no para favorecer la eliminación de toxinas que pudieran haberse liberado durante esta operación. Muchas toxinas tienden a acumularse en los depósitos de grasa.

Tratamientos no invasivos

Agradecen, como ya se dijo, complementarlos con actividad física. De hecho, es muy frecuente que las clínicas ofrezcan un pack y se añadan masajes o tratamientos de presoterapia. El objetivo es reforzar el drenaje linfático gracias a la presión manual (masaje) o aérea (presoterapia) y así eliminar mejor esta grasa recién “disuelta”. De nuevo, una dieta ayudará enormemente a que este proceso mejore la recuperación y aspecto final de la zona tratada, más aún que con una liposucción dado que aquí hay que eliminar los restos de nuestro cuerpo.

Los tratamientos invasivos o no invasivos no serán plenamente efectivos si no es cuidando nuestra alimentación. E incluso meses después, pues si no nos cuidamos un poco es perfectamente posible volver a engordar. Trabajar la alimentación es un complemento necesario.

Pero, como dijimos al principio, cuidar de nuestra alimentación es una alternativa a estas intervenciones. Es cierto que los resultados no son tan inmediatos y el esfuerzo es un poco mayor; a cambio, los resultados que observemos serán mucho más duraderos y no sólo eso, también iremos cambiando nuestro ánimo y nuestra relación con la comida.

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