Para ello, te proponemos ciertas recomendaciones para que comiences a plantearte un cambio en tu estilo de vida hacia uno más activo, más dinámico, con más energía y, sobre todo, con más salud.
Tómate en serio el ejercicio físico
Empieza poco a poco
Lo primero que debes hacer es centrarte en cuánto te mueves en tu día a día cotidiano, lo que viene siendo el NEAT (Non-Exercise Activity Thermogenesis), cuya traducción literal es termogénesis de la actividad sin ejercicio, refiriéndose a la energía que gasta nuestro organismo en las actividades cotidianas, exceptuando lo que gasta durante las horas del sueño, la digestión de los alimentos y el ejercicio físico.
Para ello, puedes hacer un listado mental de las veces que te mueves: si vas caminando al trabajo, si tu trabajo es sedentario o físicamente activo, si al llegar a casa te tiras en el sofá o bien haces alguna actividad como limpiar la casa o jugar con tus hijos, etc.
Esto nos puede dar una idea de lo que nos movemos, pero una más palpable son los datos que nos ofrece una pulsera de actividad, las hay muy bien de precio y, aunque no son totalmente precisas, nos dan una información muy cercana a la realidad, por lo tanto, cuando nos las ponemos podemos valorar nuestra actividad diaria a través de los pasos que contabiliza al finalizar el día, así podrás comprobar si eres una persona activa o sedentaria.
En relación a los pasos diarios, deberían ser personalizados según la condición física de la persona, pero existen unos parámetros determinados para llevar un control generalizado, establecidos por la Universidad del Estado de Arizona, y esto sería así:
menos de 5.000 pasos al día se considera una persona sedentaria o inactiva,
entre 5.000 y 7.499 tiene un estilo de vida poco activo.
entre 7.500 y 9.999 pasos diarios, se consideran personas algo activas,
más de 10.000 pasos al día, se considera persona activa.
Si no cumples los mínimos, procura ir aumentando la actividad física de forma progresiva.
Se trata de mantener el cuerpo activo todo lo que nos sea posible, de esta forma comenzarás a tomarte en serio el ejercicio físico.
Encuentra tu motivación
Cuando una persona se plantea un cambio en su forma de vida y empieza a tomarse en serio el ejercicio físico, lo primero que debe hacer es encontrar una motivación, de lo contrario, perderá su tiempo y su energía en algo que no perdurará y abandonará al poco de empezar.
Para ello, piensa qué actividades te gustan o cuáles te llaman la atención, así, si eres de l@s que te gusta bailar, únete a una escuela de baile y encontrarás el motor para ese movimiento que necesitas, si por el contrario te gustan los deportes de equipo: fútbol, baloncesto, etc., busca alguna escuela con la que puedas entrenar o grupos de personas que practiquen este deporte, o, como no, tienes la opción de apuntarte a un gimnasio, el caso es moverse.
Por otro lado lado, si no sabes bien por dónde empezar, entonces te recomendamos que te pongas en manos de profesionales del ejercicio físico, es decir, entrenadores personales, que confeccionen el plan de ejercicios adecuado para ti, según tu condición física, tus características y tus preferencias, así, empezar será mucho más fácil.
Adapta el ejercicio físico a tu vida
Debes pensar que el ejercicio físico es algo fundamental e indispensable en tu vida, por eso, debes incorporarlo a tu día a día, como una necesidad más.
Olvídate de excusas como el “no tengo tiempo”, “estoy muy cansad@”, “hoy no tengo ganas, mejor mañana (y el mañana nunca llega…), etc., hay una frase muy buena que viene perfecta para que te conciencies:
Aquellos que piensan que no tienen tiempo para hacer ejercicio, tarde o temprano tendrán que encontrar tiempo para la enfermedad. (Edward Stanley)
Todo lo que hagas hoy, repercutirá el día de mañana, por eso debes tomarte en serio el ejercicio físico, es una apuesta segura por un futuro mejor.
Así que ya sabes, empieza ya el cambio, no esperes a que sea demasiado tarde, ¡A MOVERSE!