Ya sabes, la prueba social es eso que se habla mucho en el mundillo del marketing, donde unas personas, voluntariamente o pagadas o mendigadas, dejan su opinión sobre un producto o servicio.
Sí, eso como Me ha encantado. Antonio es buenísimo. Sus retiros son muy recomendables. Sonia, 37, maestra de educación infantil.
Así, las personas interesadas en comprarte, supuestamente pueden sentirse identificadas y comprar.
No sé, pero a mí casi todo lo que existe en este mundo actual me da una extraña pereza. No sé explicarlo, pero me da pereza.
Durante años he hecho cosas que me daban pereza. Ir a trabajos que me daban pereza. Diseñar cosas que me daban pereza. Crear webs que me daban pereza.
Hasta el dinero que ganaba me daba pereza.
¿Sabes?
A veces pienso que es como si todos nos hubiéramos vuelto gilipollas.
A veces pienso que casi todo el planeta tierra está engañado.
A veces pienso que todo es mucho más fácil.
Como te digo, es una entraña sensación que está ahí acompañándome sigilosamente desde hace años y que sólo recientemente he empezado a mirar de soslayo pues ni me atrevo a mirar directamente a los ojos.
¿Prueba social? La alegría de tus ojos es la mayor prueba social del maldito planeta.
Yo soy más de reunirme junto un fuego y contar historias y que otras personas escuchen, o ser yo el que escucha mientras otras personas cuentan historias.
Escuchar junto a un fuego no me da pereza.
Poner una prueba social, me la da.
No sé, llámame loco.
Quizás es raro, pero es que estoy en una cruzada por ser el rarito que deja de ser el normal que hace cosas que dan pereza.
Eso me da vida. Te juro que ser esa clase de raro me da vida.
Me está animando a vivir cada vez con más intensidad. A despertarme con más ganas, con más emoción.
Y bueno, no me quería despedir sin decirte que tengo un amigo que llamaremos Pedro, pues ya he dicho demasiadas veces su nombre este fin de semana y no vayamos a ser cansinos.
Pedro es muy inteligente, de esa clase de personas inteligentes que lo mismo te caen mal de primeras porque tiene el plan de jubilarse a los 40 años (en dos años exactos) y lo dice abiertamente.
Pedro es raro. Tiene un plan para dejar de hacer lo que hace todo el mundo.
El caso es que Pedro esta mañana me ha dicho: Toño, sólo quería darte las gracias una vez más por tu retiro, y quiero que sepas que tienes un puto Ferrari entre las manos y que ahora sólo te queda pulirlo un poquito aquí y allá.
Tener un puto Ferrari entre las manos que le haga falta pulirlo, es algo que recomiendo a todo el mundo, y el cómo llegué a tener uno y cómo puede tenerlo todo el mundo aunque esté haciendo cosas que hoy den pereza, lo explicaré en el próximo retiro.