Tan bueno que debería ser gratis

Sólo quiero que sepáis que he organizado esta conferencia para contaros la verdadera belleza de la vida. La he organizado para transmitiros lo bueno que voy descubriendo.

Estamos rodeados de belleza pero tenemos que encontrarla, volver a aprender a mirar.

Espero os guste lo que vamos a ver, y sentir, hoy. Gracias por venir, sé que es un gran esfuerzo.

Así, más o menos pues estaba bastante cagado de miedo y las palabras no me salían de la emoción, empezó la conferencia de este sábado.

La sala estaba a oscuras. Los asistentes tenían los ojos cerrados. Entró mi prima Irene Rouco (al volante de Stradivarias) y se puso a improvisar en el piano de cola. Después cogió el chelo y no sé cuánto tiempo estuvo ahí acariciándolo.

Mientras tanto mi corazón latía con fuerza pues sabía que en pocos segundos empezaría a hablar y yo se supone que no sé hablar en público.

Y entonces recordé algunas de las herramientas que tengo en mi mochila. Comencé a llevar mi atención a la respiración, a observar si esta era intensa o si era lenta, intentando no juzgarla.

Después observé el pecho y la zona del corazón. Juraría que los golpes del pum pum pum se oían en toda la sala. Y en vez de querer alejar ese miedo de mí, me concentré en la fuerza de los latidos a ver cómo eran en lugar de querer de saber el por qué.

Al cabo de un rato la respiración era normal y el miedo se había disipado.

El violoncelo acabó. Ella y yo nos abrazamos, me dijo te quiero primo y entonces empezó un breve documental.

Lo he visto decenas de veces, pero nunca en una pantalla gigante, nunca con altavoces gigantes, nunca acompañado de cuarenta personas.

Justo cuando el personaje del vídeo toma en la bifurcación el mismo camino que Robert Frost, The road no taken, ese camino solitario donde sólo va él mientras todos los demás como hombres masa se dirigen seguro un precipicio, les invité a zambullirse, conmigo, en nuestro interior.

Meditamos casi quince minutos, y al terminar yo ya tenía el mando de mis emociones. Me senté arriba del escenario y empecé a hablar.

He hablado en los retiros.

He hablado en alguna clase de meditación y en alguna de Yoga.

En hablado en un toastmaster.

Pero nunca me había presenciado a mí mismo en una de esas.

Fue muy bonito. Compartir lo que sabes, cuando lo que sabes es tan jodidamente bueno y que ayuda tanto y de una manera tan rápida a quien quiere escuchar, es muy, muy bonito.

Muchas miradas fijas. Muchas sonrisas asintiendo. Algunos ojos llorosos.

Y ojo, no es bueno para la venta decir que lo haces o dices es bueno, es mejor demostrarlo, pero algo sí te puedo decir al respecto: no es bueno porque lo diga yo, es bueno porque la historia, los maestros, y lo asistentes, lo confirman.

Luego vino Juan a hablarnos de finanzas con sentido común, y todos, yo el primero, tomábamos notas.

O naces rico.
O mueres pobre.
O haces algo. Esta es mi única opción. No tengo otra.

Lo que dijo Juan es bueno. Es muy bueno. Debería ser gratis, luego te cuento por qué.

Después en el café, café que las gran mayoría de las personas se cuestionaban cómo era posible que llevaran toda la vida esquivando, alrededor de Juan se formó un gran círculo.

Preguntas rápidas y respuestas aún más rápidas.

Luego volví a hablar yo y pasaron las horas. A las 14 se acaba oficialmente el encuentro, pero había demasiadas cosas que contar y me dije a mí mismo que no me iba de allí hasta que me echaran o hasta que acabase lo que había venido a hacer.

Las personas necesitamos saber eso, así de simple. Sin ese conocimiento nuestra vida no puede despegar.

Algunos se tenían que ir, y mientras se iban nos dábamos un abrazo de despedida.

¿De dónde vienes? De Madrid. De Valencia. De Sevilla. De Valladolid…

Muchos nos quedamos.

Al terminar me traen libros para firmar y me compran cuatro.

Y al día siguiente, cinco más.

Muchas personas empiezan a entender que es demasiado barato como para no comprarlo. Que es demasiado caro como para ignorarlo. Que ese conocimiento es tan importante que no se pueden permitir no tenerlo.

Que, como dentro de poco te contaré (al llegar a las 100 uds vendidas, sólo quedan la mitad), lo que he transmitido en Un Manual hacia la grandeza es tan importante que debería se gratis.

Más caro no, como dirían algunos.

Más barato no, como le gustaría a la mayoría.

Gratis.

Lo bueno de la vida, lo verdaderamente bueno de la vida, siempre es gratis.

Sí… aunque a veces haya que pagar un precio para que lo gratis pueda llegar a más personas.

Pero no quiero adelantarte acontecimientos ni quiero que pienses que te estoy diciendo esto para que lo compres si aún no lo has hecho.

El tiempo pone las cosas en su sitio.

Y no. No es tirarme flores pues el conocimiento que cuento ahí, como ya he dicho muchas veces, no es mío.

Yo sólo soy un transmisor que le gusta genuinamente lo que hace.

En fin… quedan 9 este año para cumplir el propósito, a ver si soy capaz.

Quería darte las “gracias gracias” y la enhorabuena por la misma. Me pareció una magnifica conferencia. El comienzo con la música de tu prima Irene creo fue una gran idea.

Le pusiste tanto entusiasmo desde el principio que el tiempo pasó volando. Probablemente el contenido de la charla esté escrito en muchos libros, en muchos blogs, se haya dicho en muchas conferencias, pero yo nunca lo he oído o leído con tanta seguridad y convencimiento. El mundo del desarrollo personal, la autoayuda, el coaching, como bien sabes, está lleno de vendehúmos y nada mejor que la propia experiencia y la aplicación de los principios para poder diferenciarte de los demás.



Para la cantidad de ruido que hay, juntarnos 4 horas para transmitir tanto tan bueno sin que resultara intenso fue ORO molido…

Sigue haciendo lo que haces porque estoy seguro de que llenarás salas a lo bestia (aunque éxito, lo que se dice éxito, para mí ya lo has conseguido, ahora solo falta el dinero a espuertas, pero llegará porque lo que vendes es muy muy bueno y la gente lo necesita mucho mucho).

Fuente: este post proviene de Ricos y Libres, donde puedes consultar el contenido original.
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