Dicha patología provoca alteraciones neuropsicológicas, daño cerebral y problemas del crecimiento en los bebés. El grado de afección es variante, presentando consecuencias irreversibles, pero sí tratables por la neuropsicología, la psicología sanitaria y la logopedia.
Principales síntomas:
Las personas diagnosticadas por el síndrome de alcohólico fetal presentan diferentes afecciones características perceptibles a nivel físico, cognitivo y sensorial.
Algunos de los síntomas principales son:
Anormalidad en diferentes áreas faciales:
Surco nasolabial liso.
Labio superior delgado.
Fisuras parpebrales pequeñas.
Trastornos en el desarrollo físico y neurodesarrollo/retraso madurativo.
Anormalidades en el sistema nervioso central.
Sintomatología y/o consecuencias físicas y sensoriales secundarias:
Estudios han encontrado resultados de relevancia en relación a posibles consecuencias fisiológicas y sensoriales percibidas en personas afectadas por síndrome de alcohólico fetal a lo largo de su desarrollo y de sus vidas. Algunas de estas problemáticas son de carácter:
Gastrointestinal-estomacal (destacándose riñón).
Sensorial (auditivos-visuales).
Densitométrico y/o del desarrollo de la espina dorsal/columna.
Sintomatología y/o consecuencias cognitivas y neurológicas secundarias:
Otros problemas asociados al síndrome de alcohólico fetal son aquellos que implican a las funciones neurocognitivas y neurológicas como:
Discapacidades intelectuales.
Problemas de conducta y/o aprendizaje.
Regulación emocional/conductual.
Alteraciones cerebrales.
Comportamiento sexual inadecuado por desinhibición.
Comorbilidades psiquiátricas:
Las personas afectadas por SAF presentan alta comorbilidad con otras patologías de carácter neuropsiquiátrico siendo las más destacables:
El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
El trastorno por depresión mayor.
El trastorno por déficit de control en los impulsos o conducta negativista desafiante.
El trastorno por consumo de estupefacientes y/o conductas adictivas.
Diagnóstico:
El diagnóstico del trastorno espectro alcohólico fetal es complejo y debe ser multidisciplinar.
La primera línea de fuego en la percepción de síntomas son los pediatras y los padres de los niños afectados. Los principales rasgos observables son los físicos a nivel bucofacial y/o facial. Otros de los síntomas relevantes se denotan a lo largo de la evolución académica de los niños, pudiéndose percibir dificultades notables en la locución y el aprendizaje.
Una vez identificados síntomas principales del SAF, el afectado debe ser evaluado por neurólogos especialistas y, neuropsicólogos para identificar posibles afecciones neurológicas a nivel anatómico y cognitivas a nivel de funciones ejecutivas y, funcionales.
Uno de los antecedentes singulares de dicha patología es el consumo del alcohol por parte de la progenitora durante la gestación del feto. Cabe destacar, que muchos de los niños diagnosticados de síndrome de alcohólico fetal son personas dadas en adopción y, por ello, la identificación de la problemática suele tardar años desde el nacimiento del bebé.
Prevención:
Todos los trastornos neurológicos y del neurodesarrollo relacionados con el consumo de alcohol por parte de la progenitora durante la gestación pueden prevenirse al 100% no consumiendo la madre dicha sustancia.
Por lo tanto, la buena noticia es que dicho espectro de patologías es completamente prevenible siguiendo las recomendaciones de no ingesta de sustancias nocivas durante todos los periodos del embarazo.
Tratamiento:
La intervención de las personas afectadas por síndrome de alcohólico fetal debe ser multidisciplinar al igual que el procedimiento para su detección y diagnóstico.
Éstos precisarán asistencia a nivel de neuropsicología clínica, logopedia, educación especial, psicología sanitaria, psiquiatría, neurología y, posiblemente, a nivel optométrico.
Muy aconsejable la intervención psicológica para padres de los afectados. Como hemos comentado con antelación, la gran mayoría de niños diagnosticados de SAF son adoptados, por lo que sus progenitores adoptivos suelen necesitar aprender desde cero cómo educar y gestionar las dificultades que vayan encontrándose en el desarrollo del menor.
Pronóstico:
El daño cerebral y las secuelas sufridas por los niños SAF son de por vida, es decir, no son reversibles, aunque sí tratables.
En el ámbito académico, se aconseja la evaluación por parte del equipo de orientación del centro de referencia del alumno; siendo en numerosos casos necesaria una adaptación curricular para que el niño pueda seguir un ritmo académico relativamente adecuado para su edad biológica.
En muchas ocasiones, estas personas deben ser evaluadas por tribunales médicos en la juventud o en la edad adulta con la finalidad de poder obtener un grado de minusvalía y/o dependencia que les facilite su adaptación a la vida diaria y a posibles labores futuras.