Yo no sé de niños y menos aún de madurez, pero voy a contarte algo que a mí me parece curioso.
Una amiga y sus dos niños están en mi casa. Y esa amiga se ha traído a una amiga que también tiene una niña.
Estamos tres personitas, tres personas y Pedrita en una casa que está aún en construcción y apenas tiene espacio para estar cómodamente una persona.
Esta mañana me he puesto a meditar en el mismo punto donde medito siempre y, cuando cierro un ojo, uno de los niños se pone a gritar y a hacer de niño.
Y entonces, Yolanta dice: Shhhh, no molestes a Antonio que está meditando.
—Abro ese ojo y le digo a Yolanta: No no, por favor, que griten lo que quieran.
La idea es la siguiente: LA VIDA ES UN ENTRENAMIENTO.
Lama Rinchen dice que podemos sacar ventaja de absolutamente cualquier circunstancia de la vida, que podemos usar todo a nuestro favor.
Don Juan, el benefactor de Castaneda, nos recuerda que un guerrero no puede quejarse ni lamentar nada. Su vida es un desafío interminable, y no hay modo de que los desafíos puedan ser buenos o malos. Los desafíos son simplemente desafíos.
Y Paramahansa Yogananda, aún más grande, si es que eso fuera posible, dijo algo como: Las personas no interrumpen tu camino espiritual. ¡Las personas son tu camino espiritual!
Así sea un minuto diario, cierras los ojos. Llevas tu atención a tu entrecejo y lo relajas. Llevas tu atención a tus pómulos y los relajas. Llevas tu atención a tu respiración y te anclas a ella con uñas y dientes pero sin un ápice de tensión. Inspiras, espiras. Inspiras, espiras.
Mientras respiras: relajas, relajas, relajas cada uno de los músculos de tu cuerpo.
¿Fuera hay un incendio? No pasa nada, tú estás dentro, ahí está todo a salvo, si tú lo eliges.
¿Fuera hay una guerra? No pasa nada, tú dispones de bunker antinuclear y sólo necesitas encontrar las llaves para entrar.
Respiras. Bajas las revoluciones. Tus ondas cerebrales, (tu frecuencia, tu vibración, tus notas musicales), cambian.
Dice la ciencia que de Delta pasas a Theta, y a Alfa, y a Beta, y algunas personas… a Gamma.
Aún estando en vigilia has llevado tu cerebro al modo sueño profundo y reparador (se llama reparador porque repara cuerpo y mente).
Y cuando suena mi alarma y abro los ojos, los niños siguen siendo niños y los gritos molestan menos.
Y cuando miro a mi alrededor veo la casa revuelta pero yo tengo un plan: respira, sonríe, ordena.
Y cuando el día quiere llevarme a donde él quiere sin mi permiso, saco mi cuaderno, escribo las cosas más importantes que tengo que hacer hoy, lo cierro, y me pongo a hacerlas.