Ellos decidieron que la canción tuviese un ritmo de 103 beats por minuto, ya que este es el tiempo ideal para disfrutar de ella mientras se camina por la calle. Sin embargo, eta canción tiene una función, ya que suena cada vez que un experto enseña a sus alumnos a practicar la reanimación cardiopulmonar (RCP) en un paciente que ha sufrido un ataque de corazón.
Y es que esos 103 golpes por minuto, casualmente, coinciden con el tiempo que hay que imprimir a la caja torácica (cien compresiones por minuto) de la persona que ha sufrido una parada cardiaca. Este experto recomienda cantar la canción mientras se comprime el pecho del paciente hasta cinco centímetros.
Que no, ¡que la reanimación cardiopulmonar no le parte las costillas a nadie! (Si no te pasas, claro)
También ha desmentido algunos falsos mitos, por ejemplo, que se puedan romper las costillas mientras se hunde el tórax hasta cinco centímetros a la altura de la línea mamilar (es decir, en el centro del pecho).
Según ha explicado, las costillas no se rompen, sino que cuando se hace presión el esternón cruje, del mismo modo que los nudillos cuando se estiran los dedos. Pero una vez realizada la tercera presión, se deprime y se pone blando otra vez.
No todo el mundo debe utilizar un desfibrilador automático, aunque a veces la ocasión lo requiere
Explicó también en qué consiste el desfibrilador automático, que no puede utilizarlo cualquiera, ya que requiere de una cierta preparación. No obstante, en caso de emergencia, un operador del 112 asesora y supervisa acerca de su uso, a través del teléfono. Estos desfibriladores, como el desfibrilador Zoll Philips, se encuentran disponibles en el mercado, pero tal como ha explicado el experto, hay que formarse acerca de su utilización.
El desfibrilador detecta cuándo el paciente realmente ha sufrido un ataque, y si no se trata de una parada, no actúa. Es completamente seguro, por lo cual nadie puede recibir una descarga por error.
Y el boca a boca, ¿quién debe hacerlo?
Aquellos ciudadanos que no cuenten con preparación (no es el caso de los socorristas obviamente) tienen que evitar el famoso “boca a boca”, ya que esta práctica requiere de una técnica muy concreta.
No obstante, con una RPC certera se pueden salvar vidas, ya que se bombea la sangre a la cabeza y a los pulmones. El especialista ha recordado que a la hora de realizar estos masajes cardiopulmonares, se necesita tener un relevo, ya que una vez transcurridos dos minutos surge la “fatiga del rescatador”, y la RCP ya no se hace de forma correcta. Es decir, que en vez de ir al ritmo del “Staying Alive”, se pasa a una canción más bien lenta y melancólica.