Conductas que nos describen la zona de confort
Hay conductas que nos avisan de que podemos tener una vida basada en nuestra zona de confort, y con una autoobservación sincera podemos llegar a darnos cuenta:
– Desmotivación que nos impide crecer emocional y productivamente.
– Vivir inmerso en la misma rutina todo el tiempo y con miedo permanente a tomar algunos riesgos en cualquier ámbito.
– Sensación de aislamiento de la sociedad, vivir solo sin atreverse a iniciar el contacto social.
– Sensación de tristeza y soledad, que en casos más graves puede llevar a la depresión.
¿Cómo salir de nuestra zona de confort?
Salir de la zona de confort en solitario puede ser complicado si se lleva mucho tiempo en ella, pero pedir ayuda a un terapeuta, amigo o familiar facilita mucho la tarea. Plantarle cara al miedo nos hace más fuertes psicológicamente porque nos damos cuenta a menudo de que el temor imaginado no era para tanto, y al ir consiguiendo pequeños objetivos ganamos en autoconfianza, vamos creyendo en nuestra eficacia para alcanzar metas. Cuando hay ansiedad e incomodidad la mente pone excusas para volver a su estado de comodidad, con lo que es mejor anticipar las posibles autoexcusas y verlas como artimañas, cuyo objetivo es racionalizar el dejar de esforzarse por salir. Entonces una buena técnica es mentalizarse para actuar en sentido contrario a lo que nos pida el cuerpo, asumiendo que un poco de ansiedad es positiva para mejorar nuestro rendimiento y aumentar nuestra flexibilidad mental.
Al escapar de nuestra zona de confort comenzamos a tomar conciencia de nuestros miedos y nuestras barreras mentales, de nuestros pensamientos limitantes. Cuando sintamos ansiedad o estrés reconoceremos que estamos en un terreno nuevo e inseguro que hay que explorar, o cuando sintamos envidia de otros que están en el punto al que queremos llegar sabremos qué dirección tomar, aceptando el esfuerzo como un reto. Atreverse a hacer las cosas de otra manera, atreverse a equivocarse y a ir más allá de lo conocido, amplía nuestro horizonte en conocimientos, emociones y crecimiento personal. La vida cambia y el cambio es incertidumbre, y podemos aprender a adaptarnos a situaciones nuevas aceptándolas como un reto, cambiando lo que se pueda de la situación o cambiando nosotros/as mismo/as, reconociendo tanto nuestros miedos como nuestras fortalezas para afrontar la situación. Se puede aprender a gestionar la incertidumbre.
Autor: Iñaki Kabato (colaborador de nuestro Blog)