Explica cómo nos afectan los estímulos ambientales que penetran a través de nuestros sentidos, y el grado de alteración de nuestro sistema nervioso, endocrino e inmunológico que nos prepara para relacionarnos lo más eficazmente con nuestro entorno, para generar el comportamiento más adaptativo ante las diferentes situaciones. Utiliza técnicas de neuroimagen funcional, capaces de detectar la activación de las diferentes partes del cerebro cuando experimentamos, estudiamos, recordamos, nos emocionamos o nos concentramos.
Esta disciplina surgió como un proceso gradual, que comenzó en 1859 con la publicación del libro El origen de las especies, de Charles Darwin. A partir de ese momento la psicología será evolucionista, primero con el filósofo y psicólogo William James (1842-1910), quien consideró que los procesos mentales del ser humano obedecían a una función adaptativa. Siguió con el médico Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) y su idea de plasticidad de las conexiones neuronales como la base física del aprendizaje y la memoria; hasta llegar a la plasticidad asociativa que el psicólogo canadiense Donald Hebb, en 1949, expuso en su libro La Organización del Comportamiento.
Pero quizá el primero que materializó la psicobiología, inaugurando en 1913 la Clínica Phipps (perteneciente al Hospital Johns Hopkins de EEUU), fue el psiquiatra suizo-estadounidense Adolf Meyer (1866-1950), quien fue su director hasta 1941. Meyer concebía al ser humano como una unidad mente-cuerpo, y proponía un tratamiento que combinase lo psíquico y lo biológico (los procesos mentales surgen de un órgano físico: el cerebro), pero respetando sus diferentes metodologías de estudio. Somos seres biopsicosociales, y aunque son aspectos inseparables que definen al ser humano, la división de sus diferentes componentes resulta útil para simplificar las descripciones e investigaciones.
Las diferentes partes de nuestro organismo forman un todo que funciona integradamente, y para comunicarse entre sí utilizan dos sistemas: el nervioso y el endocrino. El primero es experto en la comunicación rápida entre neuronas mediante sinapsis, mientras que el segundo es más lento y dilatado en el tiempo utilizando unas sustancias químicas, las hormonas, para transmitir información a través del torrente sanguíneo.
Primero es el genotipo, la combinación genética que surge de la unión del espermatozoide del padre y el óvulo de la madre, construyendo nuestra estructura genética única. Después viene el fenotipo, la manifestación de nuestros códigos genéticos cuando interaccionamos con factores ambientales. Así, las diferencias evidentes entre gemelos se explican porque, a pesar de tener el mismo genoma, lo expresan de manera diferente. Las vivencias particulares favorecen la individualidad conductual. La interacción de los genes y el ambiente es el que determina la conducta.
Se pueden determinar fenotipos nuevos al interaccionar la genética con ambientes nuevos, suprimiendo o amplificando el efecto de los genes. Por ejemplo, la mejora progresiva de la alimentación en el ser humano ha ido acompañado de un aumento continuado de su estatura. Se ha comprobado que el estrés o la depresión reducen la neurogénesis (formación de neuronas nuevas); sin embargo la actividad física y los ambientes con abundantes estímulos la aumentan.
Los estudios sobre el Cociente Intelectual (CI) muestran que la influencia genética es responsable más o menos del 50% de la variación del CI; pero aumenta con la edad, teniendo más peso los genes en la edad adulta. Sin embargo en familias pobres se ha demostrado que desaparece la heredabilidad del CI, donde el ambiente pasa a ser el factor fundamental.
El ambiente se refiere tanto al entorno exterior en el que se desarrolla el ser vivo (ecosistema, alimentación, temperatura, luz solar,) como al entorno químico y físico de las células de su cuerpo, afectadas por el metabolismo, las hormonas o los factores de crecimiento. El clima o diferentes sustancias provocan el encendido o el apagado de genes, predisponiendo al organismo a desarrollarse y actuar de cierta manera.
Y la conducta se entiende como la actividad que desarrolla un organismo dotado de sistema nervioso cuando se relaciona con el ambiente. Nuestra forma de pensar y reaccionar está condicionada por la biología y la evolución en íntima relación con nuestro aprendizaje.
Hay diferencias representativas de cada especie o grupo social, determinadas por factores filogenéticos (la evolución de características específicas de una especie, como caminar erguido en el ser humano); ontogenéticos (desarrollo de características individuales a través de su relación con el ambiente); y epigenéticos (los efectos del ambiente en la expresión de los genes heredados: por ejemplo la obesidad en los países ricos y la delgadez en los pobres).
Un individuo que ha desarrollado por selección natural un sistema nervioso colabora en la variabilidad genética de su especie (diversidad en las frecuencias de los genes debida principalmente a las mutaciones y a la reproducción sexual). Y el ambiente (tanto interno como externo) interviene sobre los genes modificando epigenéticamente su expresión. Entonces el sistema nervioso de ese individuo se basa en la historia de sus ancestros (filogenia) y en el desarrollo de características individuales que ha adquirido durante su ciclo vital (ontogenia).
Nuestro sistema nervioso evoluciona y cambia mientras interacciona con el ambiente durante nuestras experiencias vividas. No estamos predeterminados por nuestros genes, pero si hacemos lo que siempre hemos hecho seremos lo que siempre hemos sido. Sin aprendizajes nuevos no hay evolución.
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Autor: Iñaki Kabato (colaborador de nuestro blog)
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