¡Hola! Por lo que parece, no hay excepciones y con la mayoría de gente te ocurre lo mismo, ¿No es así? Cuando ocurre esto, es muy probable que exista una manera errónea de relacionarte con los demás. Puede que tu nivel de entrega hacia tus allegados sea excesivo y te cueste recibir lo mismo que ofreces. Como consecuencia, es lógico que te sientas defraudado ya que tu listón se encuentra demasiado alto.
Por mucho que nos hayan dicho que la auténtica amistad y el amor verdadero son totalmente desinteresados y se pueden hacer ofrendas constantes sin esperar nada a cambio sólo porqué aprecias a esas personas, no es cierto. En las relaciones sanas, ya sea entre colegas, amigos o con tu pareja, no hay dar sin recibir. Y si es así, siempre habrá malestar. La única excepción es el amor que una madre sentirá por su hijo. En este caso, sí que se trata de una relación incondicional.
A menudo, nos colocamos en un rol excesivamente servil o sacrificado, mostrándonos siempre disponibles para el otro y ofreciéndole cualquier cosa que nos pida. ¡Cuidado! Aunque suene muy bonito puede que no estés respetando tu espacio personal. Por ejemplo, si tu íntimo amigo te llama a la 1 h de la mañana y tu ya estás en la cama, es muy lícito que no puedas atender su llamada, seguirás siendo buen amigo igualmente y tú mismo agradecerás tu descanso personal el día de después. De la misma manera, si un día necesitas descansar y te piden ayuda con una mudanza justo en tu único día libre y después de una semana con sobredosis de exigencia laboral, sería lícito que dieras una negativa o propusieras algún otro momento para hacerlo.
Ser un buen amigo no implica estar siempre disponible para el otro. Si siempre ocurriera así, muy probablemente tu amigo no podría hacerse cargo de él mismo ni de sus necesidades. A menudo, el problema no está tanto en la falta de entrega de los demás, sino en tu excesiva exigencia. La exigencia es proporcional al grado de implicación que tú has mostrado con ellos en ocasiones anteriores. Tranquilo, es razonable que esperes recibir algo parecido a lo que has dado tú. Como explicaba antes, ese altruismo 100% desinteresado suele ser algo utópico. Pero si lo que das es excesivo, conviene que seas tú mismo quien se encargue de regular la dosis.
La buena noticia es que seguirás siendo una persona noble y, además, incrementará tu sensación de bienestar porqué dispondrás de más tiempo para ti. La mala noticia es que nadie ha venido a este mundo para socorrerte, pero te aseguro que tú mismo puedes hacerlo.
Quizás podría interesarte un artículo que escribí sobre cómo ser asertivo, respetar el espacio personal y sentirte más libre, evitando esa constante decepción por no recibir lo que esperas. Se titula “Las 5 peores maneras de excusarte”, aquí te dejo el link esperando que te inspire. ¡Hasta pronto!
Las 5 peores maneras de excusarte