Porque lo que aparentas por fuera tiene muchísimo que ver con cómo te sientes, con las creencias que tienes sobre ti misma, sobre tu estado de ánimo, tus inquietudes, tus prioridades y tu sentido estético y creativo no es tan baladí. Yo que ya llevo en esto unos años, he aprendido a “leer entre líneas” y me doy cuenta de que mi aspecto dice mucho más de mí de lo que yo misma pienso y por tanto el de los demás también se lee con facilidad.
¿Cómo te cuidas, qué tipo de comida comes, respiras bien? ¿Tienes tiempo? Cuán a menudo vas al dentista, a la peluquería, al médico… todo esto se refleja en tu apariencia y por eso, no es tan superficial prestarle atención a cómo te presentas al mundo cada día.
Porque dependiendo de cómo lo hagas, de los detalles a los que decidas prestarle más atención, a los que priorices y los que dediques tiempo en disimular estarás mandando un mensaje alto y claro al mundo que será percibido en función de los filtros de cada uno, eso ya no dependerá de nosotros.
Siempre digo que la belleza es la manera en la que transportamos hacia fuera nuestra esencia, y se trata de dejar fuera de nuestro espacio todo aquello que nos afea, nos pesa, nos lastra o nos entorpece para brillar con creatividad y con la conciencia cierta de que somos únicos y por lo mismo, capaces de ser inmensamente creativos también con nuestra apariencia.
Te animo a desoír los dictados de la moda, como nos decía nuestra querida Laura Opazo en el último post y a encontrar tu manera intransferible de presentarte en la vida, es un viaje apasionante. ¿Te animas a emprenderlo?
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