Evita los términos impropios y las anécdotas de mal gusto.
Piensa que lo que hablamos queda en nuestra atmosfera mental,
atrayendo a los que piensan del mismos modo y que entrarán a conformar
el circulo normal dentro del cual nos movemos.
No ofendas con palabras vulgares a los ángeles de Dios que, horrorizados se
apartarán de ti.
La buena educación también se manifiesta en las palabras con que nos comunicamos.
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