Mi experiencia de un curso Vipassana



En esta nueva entrada te hablaré de mi vivencia de un curso-retiro de diez días de meditación Vipassana. Una experiencia intensa y muy esclarecedora en algunos e importantes aspectos de mi Ser interior.

Espero que leas hasta el final lo que aquí te cuento pues creo que este es uno de artículos más personales  publicados en mi blog y que espero que te pueda aportar algo si alguna vez decides hacer un retiro de este tipo.

UN FIN DE AÑO DIFERENTE.

El curso-retiro Vipassana se iba a desarrollar entre el 26 de diciembre y el 6 de enero. O sea, durante esos diez días de meditación y silencio iba a suceder algo fuera del recinto del retiro, (un albergue dedicado a ejercicios espirituales en Chueca, un pueblo de Toledo) muy distinto a lo que sucedería dentro.

A pesar de que en los últimos años mis celebraciones del año nuevo se limitaban a comerme las 12 uvas de rigor y brindar con una copa de cava o en algún año de un sucedáneo sin alcohol, acompañado de la familia, lo de este año iba a ser muy diferente de todo eso.

Era consciente y conocedor de las normas de conducta impuestas por la organización del curso, la Fundación Privada Vipassana, (www.es.dhamma.org) creada por S.N. Goenka, maestro de meditación Vipassana en la tradición de Sayagyi U Ba Khin de Birmania.

Estas normas consistían en el Noble Silencio durante el curso, no estaba permitido hablar ni comunicarse con los demás compañeros con gestos o miradas, por supuesto así mismo, estaba prohibido el consumo de tabaco, alcohol o cualquier otro intoxicante de la mente o el cuerpo.

También había una segregación de sexos, separados hombres de mujeres que sólo coincidían en la sala de meditación, y estaba prohibido el uso de libros, aparatos electrónicos o teléfonos durante el curso.

Todas estas medidas se imponen con el único fin de que los alumnos del curso estén plenamente entregados a la práctica de la meditación Vipassana libres de otras distracciones.

Por lo tanto, era evidente de que el curso-retiro se iba a desarrollar totalmente al margen de celebraciones de año nuevo o reyes…de hecho yo buscaba eso, vivir de una forma distinta esos días en los que parece aquí en occidente es “obligatorio” celebrar.

El ser humano creó los calendarios, las formas de medir el tiempo, etc, y a veces me gusta recordar que todo eso, al igual que los pensamientos no son más que fabricaciones de la mente humana.

¿Cómo medirías el tiempo si estuvieras en el espacio? ¿Cómo saber si es de día o de noche?

Esos conceptos de espacio-tiempo que Einstein demostró ser relativos. Pero claro, somos seres que tras millones de años de evolución formamos parte de este planeta, y la naturaleza, Dios o la Energía Creadora, como prefieras llamar, nos ha desarrollado y adaptado a unos ciclos y ritmos.

Luego vino el reloj y el calendario y también las prisas y el estrés, ese compañero que para algunos forma parte de la vida diaria y hasta es visto como “normal”.

Pero ese es tema para otro post, hoy te voy a hablar de mi experiencia de un curso Vipassana.

Después de rellenar la ficha de inscripción y asignarte la cama nos reunieron a todos en el salon para darnos las instrucciones pertinentes y después de una cena ligera (la única de todo el retiro) comenzaba el Noble Silencio. Toque de gong a las 21:30 h. y a dormir hasta el toque de despertar que era a las 4:00 horas.

Así, comenzaban unas largas jornadas dedicadas a la práctica meditativa, desde las 4:30 y con algunos descansos hasta la última meditación de grupo a las 21 horas después del discurso de cada noche, un audio traducido al español de las enseñanzas de S.N. Goenka.

Desayuno a las 7 y almuerzo a las 11 para luego a las 17 horas hacer una merienda ligera con fruta y/o leche o infusiones.

Se trataba de no embotar la mente con exceso de comida aunque en el desayuno y la comida se podía repetir, la recomendación era no excederse. La comida por supuesto vegetariana pues entre los preceptos a cumplir estaba el no matar y por tanto no estaría corecto comer un animal que ha sido matado para luego ser comido.

Creo que si no eres vegetariano puede ser un buen comienzo para serlo asistir a este tipo de retiros, te ayudará a tomar conciencia de lo innecesario de matar a un ser vivo como tu para tener un trozo de su carne en tu plato. ¿A que se ve diferente ese filete?

Pues bien, así básicamente transcurrían los días. Reconozco la dureza de la situación. Las muchas horas sentado meditando, hasta 8 o 10 por día, hacían que te doliera todo el cuerpo, daba igual el uso de banquito, zafus, cojines o sillas, al final el cuerpo se rebela a esa quietud impuesta y surge el dolor…y la maravillosa oportunidad de tener la comprensión de Anicca, la ley de impermanencia.

¿Y que quiere decir esto? Pues que tal como se nos hacía ver en cada instrucción y explicación por parte de las grabaciones del maestro Goenka debemos ser conscientes de que todo tiene un principio y tiene un final, que nada es eterno y todo es impermanente, absolutamente todo, esa ley de impermanencia, anicca era repetida una y otra vez en cada guía de las meditaciones.

La experiencia del silencio.

Como dije más arriba desde el primer día hasta el noveno se establece el Noble Silencio. No estaba permitido nada más que hablar con los profesores a unas horas destinadas a consultas sobre la técnica. Y por supuesto entre compañeros ni siquiera era recomendable el contacto visual ni comunicarse con gestos.

Para mi fue una gran experiencia. Puede que la técnica no fuera exactamente igual que la que yo practico en Mindfulness pero el simple hecho de permanecer sin hablar con nadie en diez días tiene unos profundos efectos sobre la psique. En mi caso los primeros días fueron tal vez los más reveladores. A través de sueños, pesadillas o simples “destellos de comprensión” estando despierto pude darme cuenta de cosas que en la vida de la calle no me percataba, sobre mi situación actual, personal, relacional y de todo ámbito.

A pesar de mi trabajo interior de los últimos años y la meditación practicada a diario, el hecho de permanecer sin comunicarte con nadie en unos días te abre una puerta al subconsciente. Una puerta que en la vida normal normalmente no se puede abrir pues sin darnos cuenta nos movemos en la mayoría de los casos guiados por el subconsciente, y el “ruido” exterior de nuestra vida relacional, nuestras tareas y ocupaciones nos alejan de ese silencio interior y esa introspección que sucede en un retiro de silencio.

Será tal vez por eso que cada día me daba la impresión de haber durado una semana, y no era porque se me hiciera tedioso, sino porque estaba con la atención muy despierta y muy mirando hacia dentro de mi.

Tal vez por ese espacio de silencio tan firmemente establecido recomiende a toda persona que desea conocerse mejor a si mismo realizar este tipo de retiros.

Yo había hecho espacios de silencios más cortos en retiros de formación y practicas pero no con la intensidad de un curso Vipassana.

He de reconocer que los primeros días, como luego supe al final hablando con otros compañeros, te dan ganas de abandonar e irte. De hecho, en algunos casos me daba cuenta que de pronto algunos compañeros desaparecían para no volver…

Hay que mantenerse firme en el compromiso que se establece al inicio del curso y ser consciente que abandonar a medio camino no era nada bueno. Yo me imaginaba que estábamos en un barco cruzando un mar en el que la llegada a la otra orilla nos aportaría un nuevo nivel de conciencia.

Realmente era así, no podíamos salir del recinto y estábamos totalmente aislados del mundo exterior. Realizando unas prácticas, cumpliendo unos horarios fijos y hasta lavando a mano nuestras ropas y los utensilios de la comida.

Así que me di cuenta de ello y cuando me asaltaban las ganas de abandonar pensaba ¿que va a ser de mí en medio del océano? Tendría que volver a nado hacia el punto de salida y no llegaría a la otra orilla encontrando ese lugar distinto al que salí. También dejaría a mis compañeros haciendo la travesía y tal vez mi falta les podría desmotivar también.

El noveno día yo entendía que habíamos llegado a puerto, pues nos permitieron hablar desde media mañana con el fin de adaptarnos al mundo exterior progresivamente. Así que a los compañeros que por fin podía saludar les decía ¡ya llegamos a puerto! para finalmente pisar tierra el día número once por la mañana después del desayuno.

Sobre los horarios ya he dicho algo y no me quiero extender mucho, en la web de mi amiga Naylín Nuñez, Yogaesmas.com ella cuenta su experiencia y da ese tipo de detalles.

Yo he intentado en este post resumir mi vivencia desde lo que yo sentí en esos días. Próximamente escribiré otro post para observar desde la distancia de unos meses la percepción de lo allí vivido.

Tan solo recomendarte que en tu vida alguna vez realices un retiro de este tipo pues lo que vas a aprender de ti en esos días no lo puedes aprender en circunstancias normales.

¿Qué te ha parecido mi experiencia de un curso Vipassana?

Te invito a dejar tus comentarios o preguntas al respecto y si no lo has hecho aún a suscribirte al blog. Con la suscripción recibirás un mini curso de introducción a Mindfulness de cinco días.

Un abrazo desde el corazón.

Luis Miguel Colado.

El artículo Mi experiencia de un curso Vipassana lo puedes encontrar en Reducir Estrés.

Fuente: este post proviene de Blog de reducirestres, donde puedes consultar el contenido original.
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