¡Hola!
Lo que cuentas es muy común. Chatear , al fin y al cabo, es una forma más de comunicarnos y a través de esas conversaciones ya vas viendo, en parte, la manera de ser del otro: su sentido del humor, su nivel de interacción contigo, lo pendiente o no que está del móvil, su vida social y estilo de vida, el interés que le despiertas, los temas de conversación que genera, las respuestas a tus comentarios… Así que sin duda puedes conocer muchas cosas de alguien a través de una pantalla, por más que muchos descalifiquen este método.
Las redes sociales son equivalentes a hacer un café con alguien. ¿Verdad que tomando sólo uno no tienes información fehaciente de ese individuo? Lo mismo ocurre en un chat. Si quieres conocer a esa persona mejor tómate 8 cafés y vete a dar 14 paseos. Así le verás en acción en diferentes momentos y en sus distintas facetas.
Como ves, las conversaciones por chat son una puerta de entrada para conocer a alguien. Pero lo importante aquí es la expectativa que tú te has creado. Es decir, gustarte, como ves, te puede gustar. Pero lo que te gusta responde a una fórmula matemática infalible: lo que te ha transmitido por chat + las expectativas que tú misma has creado.
¿Por qué muchas personas después de chatear durante días y días conocen a esa persona cara a cara y no funciona? Precisamente porqué se generaron ilusiones y expectativas demasiado elevadas. Seguramente te has imaginado cómo sería vuestra primera quedada, vuestro primer beso, los planes que haríais juntos, el grado de feeling que os uniría, cómo te haría sentir estar a su lado e incluso cómo sería una relación con él. Pero todo eso, todavía no existe y si no se cumpliera, no sería su responsabilidad sino la tuya por situarlo en lo más alto del pedestal.
De acuerdo, la ilusión es el primer ingrediente para iniciar cualquier relación sentimental pero como se suele decir, “¡De ilusiones no se vive!”.
Por este motivo, lo que siempre aconsejo es que conozcáis al otro desde el máximo de ángulos posibles. Sólo desmitificando a alguien podremos desvelar si realmente nos encaja.
En mis sesiones de psicoterapia, percibo más sufrimiento cuando una historia aparentemente idílica fracasa, que cuando una historia real de muchos años se acaba. En el primer caso, es como si de la noche a la mañana algo hubiera cambiado. Pero la realidad es que no ha cambiado nada. Esa persona es la misma que conociste y que te hizo sentir mariposas en el estómago. Lo único que ha cambiado es la percepción que tú tienes de él o ella. Antes sólo percibías su lado amable pero ahora, has experimentado en tus propias carnes qué ocurre cuando os discutís, cómo son sus amistades, cómo reacciona en situaciones límite, qué miedos tiene, qué valores le definen y un largo etcétera. Da igual si te dicen “Soy muy cariñoso”. Lo fundamental es que tú misma hayas experimentado que lo sea contigo. Sino, ¿De qué sirve?
Para que esta historia pueda ser posible, el estadio de idealización extrema tiene que caer. Como ya sabes, es mejor ir de menos a más que de más a menos.
Cuando conozcas a esa persona, en seguida irás viendo si aquello que percibiste por chat se da en la “vida real”: “¿Sigue siendo tan atento?”, “¿Su sentido del humor es el mismo?”, “¿Los temas de los que habla son los mismos?” Y, lo más importante, “¿Qué me hace sentir cuando lo tengo cerca?”. No olvides que la energía corporal nos da muchísima información y todavía no has tenido acceso a ella. Escuchar a tu cuerpo cuando lo tengas cerca es infalible.
De momento te gusta una parte de él, ¿Qué tal si te adentras a descubrir la otra? Sólo así podrás convertir un sueño en algo real o bien, desprenderte de tu sueño frustrado para seguir viviendo experiencias hasta encontrar algo afín a ti.
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