Siempre digo que la naturaleza es simple, que los principios son simples, y que lo complejo es borrar toda la basura que nos han metido desde que nacimos. Todas las mentiras. Todo el error.
Lo complejo es evitar nuestras tentaciones de caer una y otra vez en el mal.
¿Qué es el mal? Todo aquello que nos lleva a la pérdida de consciencia.
El bien, la luz, el amor, quiere que seamos conscientes, que seamos libres, que seamos soberanos de nuestra vida, que tengamos abundancia.
El mal, la oscuridad, el miedo, quiere que seamos inconscientes, que seamos esclavos, que estemos en una perpetua deuda, que tengamos escasez.
¿Y entre medias? Entre medias del bien y del mal estamos nosotros, los humanos, tratando de hacer lo mejor que podemos.
Vaya coñazo te he soltado.
Bueno pues hace un par de años planté el huerto. Ya sabes, fui al vivero, me gasté unos cuanto euros en plantitas chiquitinas y luego las planté esperando con ilusión que se hicieran grandes y que yo pudiera recuperar con creces mi inversión.
Un día, pasados los meses cuando todo estaba grande, fui con un amigo del pueblo a ver mi huerta.
Mi amigo había estudiado permacultura, esa ciencia que estudia cómo hacer las cosas con sentido común.
Pues el caso es que las lechugas estaban enormes y me puse a arrancar algunas frente a la atónita mirada de mi amigo.
¿Qué haces? Me dice.
— Coger lechugas.
Si arrancas la lechuga así, no tendrás más lechuga.
La lechuga, —me dijo—, se ordeña. Se le van quitando hojas, las que necesites para comer, y así saldrán nuevas hojas continuamente, regenerándose. Arrancarlas es una barbaridad.
Después, mi amigo me contó que si dejaba más tiempo algunas de las lechugas, estas crecerían, se espigarían y darían semillas. Podría conservar esas semillas y plantarlas el año siguiente, o podría simplemente dejarlas caer y así la siguiente temporada el suelo estaría lleno de lechugitas nuevas.
Gratis.
Infinitas.
Comprando una sola lechuga, en cinco años puedes dar lechugas gratis a todos los pueblos de la zona.
Es decir, que con una lechuga + comprensión básica de la naturaleza = lechugas infinitas.
¿Te das cuenta de lo que estoy diciendo?
¿Sabes? Ayer fui a mi huerta y está toda llena de lechugas. Acuérdate la próxima vez que compres una, cortada de raíz, envuelta en plástico, y que la lechuga te sepa a plástico.
La sociedad, como loca, va al supermercado sin tener ni la más remota idea de dónde proviene nada. Y luego llegarán las sorpresas. Y cuando le digan que hay escasez mundial de alimentos, o que somos muchos, o que el clima esto y el clima lo otro, lo creerá.
Va al trabajo, como loca, sin tener ni la más remota idea de cómo multiplicar su dinero. Y luego, en la vejez, llegarán las lamentaciones.
Se enfrenta a la vida, a las personas, a las relaciones, como loca, sin tener idea de cómo controlar su ira, su ansiedad, sus miedos, sus reacciones. Y luego, frente al psicólogo, o frente al psiquiatra, se derrumbará.
Por eso, sabiendo este panorama y en mi siempre sesgada opinión, aquellas personas que estamos empezando a ver que este tren en el que vamos montados se dirige hacia un muro, tenemos una responsabilidad.
Una urgente responsabilidad.
Y nuestra responsabilidad, tiene un aviso luminoso rojo que dice así: APRENDE AQUELLO QUE ES VERDADERAMENTE BENEFICIOSO, CONSTRUYE TU VIDA, Y DEJA DE SEGUIR A LA MASA INFORME DE SERES HUMANOS QUE QUIERE AUTODESTRUIRSE.
Así que si quieres ayuda con esto, he escrito un manual de principios para la vida.
Principios para la felicidad.
Principios para la concentración/meditación/canalización de la energía.
Principios para gobernar nuestra vida y tener una dirección que nos conduzca al crecimiento perpetuo.
Principios para la creación de buenos hábitos y eliminación de malos.
Principios para la fortaleza física.
Principios para la fortaleza mental.
Principios para la fortaleza financiera.
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