Las claves para una buena comunicación


La comunicación no violenta, también llamada “comunicación empática” o “comunicación compasiva”

Los defensores de la comunicación no violenta, también llamada “comunicación empática” o “comunicación compasiva”, consideran que todas las acciones se originan en un intento de satisfacer necesidades, deseos o metas que son legítimas o genuinas, pero que es preferible “canalizar” en forma sana y compasiva, evitando el uso del miedo, la culpa, la vergüenza, la acusación, la coerción y las amenazas.

El ideal de la Comunicación empática, como prefiero llamarla, es que las propias necesidades, deseos, anhelos y esperanzas no se satisfagan a costa de frustrar las necesidades de otra persona, por eso se hace hincapié en expresar sentimientos y deseos o necesidades, en lugar de expresar críticas o juicios morales.

El desarrollador de la comunicación empática, Marshall Rosenberg es psicólogo clínico; el sostiene que nuestra tendencia natural como seres humanos, es sentirnos satisfechos cuando damos y recibimos algo de forma solidaria.

Rosenberg destaca la función primordial del lenguaje y del uso que hacemos de las palabras, es decir, del hablar y escuchar, que puede ayudarnos a conectar con nosotros mismos y con otras personas, de manera que aflore nuestra compasión[1] natural y nuestra capacidad de seguir siendo humanos incluso en las condiciones más extremas.

La Comunicación Empática, nos brinda orientaciones que nos permiten reestructurar nuestra forma de percibir, comprender y comunicarnos con nosotros mismo y con los demás. En lugar de obedecer a reacciones habituales automáticas, nuestro lenguaje interno y externo, se convertirá en respuestas conscientes con una base firme en lo que percibimos de forma realista, lo que sentimos y lo que realmente deseamos.

Además nos ayuda a observar y detectar sentimientos y actitudes, propios o de otros, y a identificar y expresar con claridad lo que esperamos en concreto de una situación dada.

¿Cómo?

Sustituyendo nuestras pautas de responder a los juicios y a las críticas de otras personas, con defensa, evitación o ataque; por otras en las que predomina la empatía, incluyendo la auto-empatía.

Cuando damos algo de corazón, sentimos una alegría que nos sale de dentro, porque deseamos enriquecer la vida de la otra persona. Es algo que beneficia tanto al que da como al que recibe. El que da siente crecer su autoestima, una reacción que experimentamos al ver que nuestros esfuerzos contribuyen al bienestar de otra persona.

Pasos a seguir para una buena comunicación

Observar lo que ocurre realmente en una situación dada, y lo que dicen o hacen los demás, sin ningún juicio ni evaluación.

Investigar cómo nos sentimos. ¿Nos sentimos ofendidos, asustados, alegres, divertidos, irritados, etc.?

Identificar cuáles de nuestras necesidades, guardan relación con los sentimientos descubrimos

Hacer/recibir una petición dirigida a tratar de conseguir la meta o el deseo; se centra en lo que yo puedo hacer o en lo que esperamos que haga la otra persona encontrar una solución que enriquezca nuestra vida o la de los dos.
Cuando centramos nuestra atención en los aspectos citados y ayudamos a los demás a hacer lo mismo, establecemos una corriente de comunicación que discurre en los dos sentidos y se manifiesta de una manera natural: observo, siento y averiguo qué quiero; qué me hace falta para enriquecer mi vida; y a la vez: qué observa, siente y necesita la otra persona y qué le hace falta para enriquecer su vida.

La Comunicación Empática  no es una fórmula inamovible, sino que se adapta a diversas situaciones y a los diferentes estilos personales y culturales.  Aun cuando nos referimos a ella como un “proceso” o un “lenguaje”, se pueden manifestar las cuatro facetas del modelo sin necesidad de articular una sola palabra.

La esencia de la comunicación empática, está en la conciencia que tenemos de esos cuatro componentes, no en las palabras que intercambiamos.

Cuando centramos nuestra atención en los aspectos citados y ayudamos a los demás a hacer lo mismo, establecemos una corriente de comunicación que discurre en los dos sentidos y se manifiesta de una manera natural:

observo, siento, averiguo qué quiero y lo pido 

Siempre que aplicamos la comunicación empatica a nuestras relaciones -ya sea con nosotros mismos, con otra persona o con un grupo-, conectamos necesariamente con nuestra compasión natural.

Donde puede aplicarse

Se trata, pues, de un enfoque que puede aplicarse de manera efectiva a todos los niveles de comunicación en las situaciones más diversas: relaciones íntimas;  familia;  escuela;  organizaciones e instituciones;  psicoterapia y terapia de pareja;  negociaciones diplomáticas y comerciales;  disputas y conflictos de todo tipo.

En el ámbito mundial, la comunicación no violenta o comunicación empática, sirve para resolver disputas y conflictos a todos los niveles

Maria Helena Villalobos L


[1] Entendiendo compasión como “sentir con el otro”.

Fuente: este post proviene de Vivir en plenitud, donde puedes consultar el contenido original.
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