Sí, la duda es buena.
Es sorprendente comprobar cómo la gran mayoría de la población cae una y otra vez en las trampas alimentarias, que son el pan de cada día. Estas personas dan por seguro y por bueno lo que les ponen delante, lo que hay en el supermercado, lo que sale en la tele… de ese modo las marcas y productos de toda la vida (y los nuevos que generan los mismos grupos) se convierten en santo de su devoción, siendo intocables porque según ellos son los mejores, son deliciosos y los más sanos. Se acostumbran a ellos sin cuestionarse nada. Esta falsa creencia alimentaria es rematada y consolidada por el tremendo y repetitivo marketing del que hacen uso los productos en absolutamente todos los medios en los que pueden publicitarse.
Así es como se tiene a la mayoría de la población sumida en la rueda de la ignorancia en lo que a comer respecta. No han dedicado siquiera un minuto a investigar, a informarse de lo que realmente están comprando para comer.
Otro espectro de personas goza de cierta iluminación, sin embargo, y esto es más curioso todavía, aun a sabiendas de que algo que están consumiendo es poco recomendable no tienen la voluntad necesaria para realizar los cambios pertinentes y rodearse de todo aquello que sí les va a aportar una alimentación sana y restauradora, una alimentación de verdad. Ellos no dedican tiempo a encontrar una alternativa o directamente prescindir de ese producto que los está perjudicando. Están acomodados y les da palo tener que modificar sus costumbres y buscar alternativas. Siguen en lo fácil sabiendo que no conviene. Invertir tiempo en alimentarse mejor es una pérdida de recursos para ellos. Y sabiendo que casi todo está envenenado y sería una tarea titánica revisarlo todo… pues que le vamos a hacer, de algo hay que morir.
Hace poco ví los casos de varios adolescentes con mucho sobrepeso y una falta evidente de salud general. Su alimentación era deplorable, pésima. Todo basado en preparados de marcas y bebidas artificiales. Pero lo que más me impactó fue ver como eran conscientes de su problema, y no podían parar de llorar mientras repetían: “es que no puedo dejar de comer esto o lo otro, es que no puedo”. Demoledor. Y una prueba más de que añaden sustancias ADICTIVAS en los alimentos, como si se tratara de tabaco.
El tema es grave, porque estamos hablando de una acción que se lleva a cabo diariamente entre 3 y 6 veces. Esas son las veces que uno abre la boca para ingerir alimentos, que son nuestro combustible y lo que nos mantiene vivos. La paradoja está en que esos alimentos que en teoría deben servir para mantenernos vivos y procurarnos salud y vitalidad han sido sustituidos por productos procesados completamente saturados de aditivos químicos de todo tipo. Y quien ingiera esas sustancias se está condenando a la corta, a la media y a la larga.
Lo que uno se meta o no se meta en el estómago determina en un altísimo porcentaje el resultado de nuestra salud y nuestra esperanza de vida. No todo es la alimentación como sabemos (clik aquí), pero es un pilar básico.
Cierto es que tomar conciencia a la hora de alimentarse no es cosa de 2 días. Ni es cosa de jóvenes. El conocimiento de lo que comemos, el conocimiento de nuestro cuerpo y tener edad son las vías que finalmente nos llevarán a entender mucho mejor sobre la importancia de alimentarnos conscientemente
Escuchar a nuestro cuerpo, sentirlo, entenderlo, probar a quitar cosas en nuestra dieta para ver si nos encontramos mejor y con más energía, agregar minerales y vitaminas naturales y de calidad, cambiar rutinas y hábitos… son cosas que a pocos le importan.
Uno de los problemas es que todo esto va por dentro. Es decir, uno come y la comida que estaba en el plato de pronto ya no la ves. Ya está dentro de nuestro sistema digestivo y así sigue su camino de forma automática sin que aparentemente tengamos que preocuparnos. Podemos tener una diarrea, una vomitera o una indigestión por algo en mal estado o por comer demasiado, o podemos tener una reacción alérgica a algún alimento. Pero si todo va bien y no hay inconvenientes se da por echo que aquello que hemos ingerido nos ha sentado bien y ha funcionado como combustible nutritivo para nuestro cuerpo.
Pero pensar eso es un error, pues una de las habilidades de los preparados del super es ir acumulando más y más tóxicos químicos en nuestros cuerpo que de una forma u otra se recombinarán y darán lugar al desgaste y erosión de la salud de una forma silenciosa. El resultado son alteraciones de todo tipo (clic aquí) y la aparición de enfermedades degenerativas (clic).
Cuanto antes empieces a dudar, mejor
Adquirir la visión, a través del conocimiento y la edad, de que los supermercados son simplemente escaparates de puro marketing no es fácil. Pensar que son productos de diseño echos para mermar nuestra salud y dejar suculentos beneficios a las marcas parece una locura, sin embargo así es. Estudios como estos son la punta del iceberg de algo mucho más grande y monstruoso (clic).
No pido que creas a pies juntillas en lo que digo. Simplemente observa, ten dudas, ata cabos, compara, infórmate, investiga y prueba cosas. Y desconfía mucho de todo lo que te den ya echo y preparado.
No lo dudes, duda.
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