La cúrcuma se obtiene del rizoma de la planta Curcuma longa, de la misma familia del jengibre. Procede del subcontinente indio, donde se utiliza desde hace cuatro mil años y desde donde su cultivo se fue extendiendo a África, América Central y las islas del Pacífico. Para las medicinas tradicionales de India y China se trata de un medicamento básico con multitud de indicaciones. La variedad de sus beneficios para el organismo ha sido confirmada por decenas de estudios. Estas propiedades se atribuyen a un grupo de compuestos llamados curcuminoides que incluyen la curcumina.
La Cúrcuma es antioxidante y anticancerígena
Tiene un sabor dulzón, sin embargo, deja un gusto amargo y picante. Se puede adquirir su raíz seca pero también la planta en polvo. A la hora de usarlo en la cocina lo ideal es echar poca cantidad para no amargar nuestros platos. Es una especia que cada vez usamos más en nuestras recetas y que se puede agregar a multitud de preparaciones, como los guisos y las ensaladas, o también a nuestros zumos y smoothies.
La cúrcuma es antioxidante, refuerza el hígado, eliminando los compuestos tóxicos del organismo. Resulta asimismo beneficiosa para el sistema cardiovascular. Sube el colesterol bueno y baja el malo, pero sobre todo dificulta su oxidación. Su gran poder antinflamatorio, la hacen fantástica para cuidar de personas que padezcan artritis o practiquen deporte. Quienes la consumen habitualmente sienten una mejora notable en sus articulaciones, sintiendo menos dolor y menos hinchazón. Numerosos estudios la consideran anticancerígena, ayudando a reducir las células de los tumores, y a prevenir los cánceres de mama, próstata, pulmón y colon.
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