Estamos "programados" para centrarnos en lo negativo.

negativo


Lo Malo es más fuerte que lo Bueno, según las investigaciones, nuestro cerebro está construido con una tendencia a la negatividad.

Así por ejemplo:

Los estímulos negativos producen más actividad neuronal que los estímulos positivos.

Las respuestas a las amenazas y las cosas desagradables es más rápida y fuerte que las repuestas a las oportunidades y placeres.

Los sucesos negativos se guardan en la memoria a largo plazo de forma inmediata, mientras que los acontecimientos positivos requieren que pensemos en ellos de una manera activa durante un tiempo que va de los 5 a los 20 segundos para que queden archivados en la memoria a largo plazo. Además los acontecimientos negativos se recuperan de la memoria con más facilidad.

Focalizamos más la atención a los sucesos negativos que a los sucesos positivos.

Tener un buen día no influye en cómo será el día siguiente, mientras que tener un mal día sí suele influenciar cómo nos encontramos al día siguiente.

Las emociones negativas, los malos padres y el mal feedback tienen más impacto que las emociones positivas, lo padres buenos y el buen feedback.

La información negativa se procesa con más prioridad que la positiva.

De las palabras con contenido emocional, el 62% son negativas y el 32% positivas.

Tendemos a pensar que quien dice cosas negativas es más inteligente que quien dice cosas positivas .

Nos más difícil disfrutar de algo si sabemos que tiene algún defecto. Un magnífico coche se convierte en un coche estropeado por el mero hecho de tener un botón que se atasca en ocasiones.

Los acontecimientos negativos influyen el doble en nuestra felicidad diaria que los acontecimientos positivos.

El malestar por perder dinero es mayor que la alegría por ganarlo. Es decir, duele más perder 100 que la alegría que produce ganar 100.

Dada esa tendencia, existe lo que se llama la teoría de la prospección que significa que al escoger lo que vamos a hacer, si hay un riesgo conocido, es más probable que actuemos para evitar un daño que para conseguir un beneficio.

El neuropsicólogo Rich Hanson afirma que “nuestro cerebro es como el velcro para las experiencias negativas y como el teflón para las experiencias positivas”.



Y no se puede culpar de todo eso a nuestra educación ni a la sociedad. Según investigaciones realizadas en niños de 3 meses de edad, estos procesan la negatividad de la misma manera que nosotros.


Las razones de la predisposición a lo negativo

Es una cuestión de supervivencia evolutiva. Gracias a que durante toda la historia del ser humano, las cosas negativas o peligrosas han sido más importantes que las positivas, el ser humano ha sobrevivido. El cerebro trata de que no hagas nada nuevo, que no cambies porque si así estás bien no le importa si eres feliz. Al cerebro no le importa si te peleas con tu pareja, si estas mal en el trabajo o si eres bajito. A él lo único que le importa es que sobrevivas, no que vivas.
El cerebro está programado para no cambiar, pero tiene una capacidad de cambio que nosotros no siempre usamos. Y eso es tremendamente importante para cualquier edad. El cerebro busca la rutina y el automatismo para no correr riesgos porque hace 100.000 años un cerebro así era eficiente. Pero hoy no. Hoy ya no hay leones en la calle.


Consecuencias prácticas de la predisposición a lo negativo

El sesgo negativo del cerebro nos inclina a dar más valor a las emociones negativas: la tristeza, el miedo, la preocupación y el enfado.

Ejemplos en distintos ámbitos de la vida:

En la política, los partidos fomentan el que temas las consecuencias de votar al partido contrario. Así por ejemplo los partidos de izquierdas transmiten el peligro que la derecha gobierne porque recortará las prestaciones sociales. Y por otra parte los partidos de derechas divulgaran que la izquierda si llega al poder subirá los impuestos.

En el campo de la comunicación y el periodismo es conocido que una buena noticia no es noticia.

En la educación de los hijos, señalamos con mucha más facilidad lo negativo y no valoramos lo positivo. Si un día a nuestros hijos les decimos que son unos fracasados, es muy probable que eso le dé más valor que un mes entero diciéndoles todo lo que les queremos.

En la pareja. Si durante un mes una vez al día a tu pareja la dices que la quieres mucho, pero si un solo día le dices que en realidad ya no te resulta tan atractiva como cuando la conociste, eso no lo va a olvidar nunca. Lo mismo ocurre si le dices a tu marido que es encantador aunque este gordo. ¿Crees que se quedará pensando en lo de que es encantador?. Gottman, psicólogo estadounidense conocido por sus estudios de parejas, propone que para que un matrimonio funcione las interacciones positivas y buenas tienen que superar a las malas en una proporción de 5 a 1. Si este cociente disminuye, el matrimonio tiene muchas posibilidades de fracasar. La implicación es que el éxito a largo plazo de una relación depende más de no hacer cosas malas que de hacer cosas buenas. En el aspecto sexual ocurre lo mismo: una disfunción sexual tiene más efecto en el vínculo conyugal que un buen funcionamiento sexual. McCarthy encuentra que cuando la sexualidad va bien en el matrimonio explica un 15-20% de la varianza del vínculo de pareja, pero si el sexo es malo o inexistente entonces explica un 50-75%. Las malas experiencias sexuales, por lo tanto, pesan mucho más que las buenas dentro del matrimonio

El aprendizaje es más rápido si señalas un fallo que si halagas algo bien hecho.

En el ámbito laboral. En cuanto a la crítica en el terreno laboral , Cliff Nass, profesor de comunicación de la universidad de Stanford sugiere que los jefes si han de alabar al empleado lo hagan después de la crítica y no antes de la crítica, porque al hacerlo después de la crítica, nuestro cerebro ha entrado en atención máxima. Así que en lugar de decir tu casa es muy bonita pero el barrio no me gusta, sería mejor decir el barrio no me gusta, pero tu casa es muy bonita.

En el terreno ético, conocer algo malo acerca de una persona conocida tiene más peso, con diferencia, que conocer algo bueno. Las malas reputaciones son fáciles de conseguir y difíciles de cambiar, mientras que las buenas reputaciones son difíciles de conseguir y fáciles de perder.

En cuanto a la salud. En un estudio en pacientes con cáncer el optimismo no predijo la supervivencia mientras que el pesimismo sí predecía la mortalidad en los más jóvenes. En otros estudios se ha comprobado que es el pesimismo, no el optimismo, el que predice un buen curso de la enfermedad. Resumiendo, la salud influye en nuestra felicidad cuando es mala, si es buena su efecto es pequeño o despreciable.

Miguel A. Rizaldos Lamoca

Psicólogo Clínico. Psicólogo online
Tratamiento psicológico online



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