El problema con los pensamientos

El problema con los pensamientos es que no son algo que podamos modificar tal como podemos hacer con la disposición de nuestro salón o planificar nuestras vacaciones de verano.

En el mundo mental, para poder operar con los pensamientos, primero necesitamos darnos cuenta de cómo funcionan y porqué lo hacen como lo hacen.

Si queremos cambiar nuestra manera de pensar porque nos causa sufrimiento, el problema con los pensamientos no es debido a los pensamientos sino a nuestra relación con ellos.

No lo pienses más

Seguro, que en mas de una ocasión has escuchado frases del estilo. Donde te han sugerido o donde tu mismo te has dicho que no merece la pena darle más vueltas a ese tema. Como si eso fuese algo que pudieras elegir.

En el mundo de las cosas físicas, la capacidad de la mente para pensar no supone un problema con los pensamientos. Al revés. Podemos estar pensando en el darnos un baño relajante tras una larga jornada de trabajo, y efectivamente llegar a casa y llevarlo a cabo.

Más primario incluso, podemos pensar que tenemos hambre y acudir al armario y en cuestión de segundos estar comiendo un buen puñado de frutos secos o pieza de fruta.

En cambio, imagina que me gustaría que por todos los medios no pensases bajo ningún concepto en los próximos 10 segundos en donde tienes ahora mismo puesta la mano derecha.

Puedes pensar en todo lo que quieras pero no pienses en tu mano derecha.

Cuanto menos queremos pensar, más lo hacemos

Si queremos cambiar nuestros pensamientos, primero hay que entender cómo funcionan porque si no nuestros intentos por cambiarlos puede ser algo parecido a combatir fuego con más fuego.

El ejercicio de la mano derecha nos hace darnos cuenta de que por mucho que nos esforcemos en no pensar en algo, nos empuja inevitablemente a ello.

De hecho, si piensas que en esos diez segundos no has pensado en la mano derecha, solamente preguntante cómo te las has arreglado para imaginarte de alguna manera a qué no tenías que prestar atención o para saber en qué cosa no tenías que pensar.

Por tanto, el simple hecho de recordar aquello que no queremos pensar, lo hace surgir. ¡Como palomitas! Paradójico ¿verdad?

Pero la mente es así

En la vida cotidiana podemos limpiar el polvo de la casa y hacerlo desaparecer. Al menos por un tiempo considerable. Podemos pasar el aspirador y limpiar al momento la suciedad del suelo. Es así de rápido.

Además, en nuestro día a día también es posible si nos lo podemos permitir, ir a un concesionario y comprarnos un coche.

O ir a la playa, hacer algo de ejercicio y meternos al agua. Podemos pensar y hacer cosas que pesamos de manera fluida.



El problema con los pensamientos surge cuando traen cosas a nuestra mente que nos hacen sufrir y tratamos de apartarlos como lo hacemos con el polvo acumulado en las estanterías de casa.

En adición, la mente no es así. Funciona de manera más compleja cuando se trata de pensamientos asociados a ciertas experiencias que vivimos además de estar acompañada de recuerdos emocionales potentes en algunos casos.

Es por ello que, cuando nos decimos algo como “
estamos realmente colaborando en seguir dándole vueltas a las cosas, porque como hicimos en el ejercicio de los diez segundos, para no pensar en algo, tenemos que pensar en ello primero.

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