El manual de instrucciones de la vida

Ayer me encontré con mi primo mayor, Toni.

Es alguien a quien admiro mucho por su constante búsqueda de la sabiduría, y para que te hagas una idea es el tipo de persona que se pone a estudiar sánscrito para poder leer sin intermediarios las escrituras védicas.

Veda = conocimiento.

El tipo de persona que meditaba o hacía yoga cuando no estaba de moda.

El tipo de persona que viendo que eso de las pastillas no le sirve para mucho más que para volverle adicto y para convertir su problema en otro problema mayor, se pone a investigar y descubre cosas en el mundo de la alimentación y los fermentados que dejarían a muchos profesionales de la salud con cara de lémures de ojos saltones.

Recuerdo que cuando yo tenía unos 20 años le escuché contándole a mis padres cuál era el efecto en el cerebro y en nuestra mente de determinadas plantas u hongos alucinógenos. Y cuando terminó, me di cuenta de que era la primera vez en toda mi vida que había escuchado a alguien sabio hablar de algo que muchísimas personas usan sin verdaderamente nunca llegar a conocer.

Ahí, quizás también por primera vez, me di cuenta de que las cosas, de que los conocimientos, tenían un cómo.

Los enteógenos tiene un cómo.

La depresión tiene un cómo.

Irse de fiesta tiene un cómo.

Bueno, pues el caso es que ayer me encontré con él y le pregunté Toni, ¿qué tal vas con Un manual hacia la grandeza?

Se lo regalé hace unos días por ser él y además por ser quien ha escrito el valioso apartado de los fermentados.

Y su respuesta fue sencilla y me gustó mucho pues hablaba de cómos y a mí me encantan los cómos.

Antonio, has escrito un manual de instrucciones de la vida. Tuve un compañero de trabajo que hace años me dijo “es una lástima que no existan manuales para vivir”, a lo que yo le respondí que claro que existen y además desde hace miles de años, lo que pasa es que hay que buscarlos. Tu libro es un auténtico manual para la vida. Si volviera a ver a mi compañero le diría mira, este es uno de ellos.

Me parece un halago y además me parece una realidad.

Estoy obsesionado con los cómos.

Desde siempre.

Desde que empecé a caminar.

¡No me lo hagas, explícamelo para que yo lo tienda! Solía decirle de pequeño a mi padre.

Cómo vivir. Cómo besar. Cómo hacer el amor. Cómo fluir y dejar de pensar en los cómos. Cómo cagar digo ganar dinero. Cómo ser feliz. Cómo amar. Cómo ensanchar el corazón. Cómo estudiar. Cómo aprender. Cómo desaprender. Cómo meditar. Cómo hacer crecer un negocio. Cómo hacer un negocio exponencial. Cómo escribir para que otros te lean. Cómo salirse de un negocio en el que estás atrapado. Cómo descubrir qué quieres hacer. Cómo vencer miedos. Cómo ligar. Cómo crecer. Cómo vender. Cómo viajar solo. Cómo viajar solo de verdad. Cómo viajar aún más verdad. Cómo alimentarte bien. Cómo alimentarte bien de verdad. Cómo descubrir a Dios. Cómo ir más allá de la materia. Cómo conocer la realidad. Cómo abandonar las adicciones. Cómo hacer viajes astrales. Cómo despertar las capacidades dormidas del ser humano. Cómo tener más energía. Cómo dormir mejor

Y así con todo. Cómo. Cómo. Cómo.

Las personas que vemos por la calle, casi todas, no saben muy bien como vivir en términos generales. Si les preguntas ellos te dirán que sí, que claro que saben pues todos creemos saber cómo.

Pero sus resultados demuestran que no, que no saben.

Sus caras, demuestran que no. Sus adicciones, demuestran que no. Sus costumbres, demuestran que no. Sus conversaciones, demuestran que no. Su manera de gestionar sus emociones, demuestran que no. Sus carros de la compra, demuestran que no. Sus cuentas bancarias, demuestran que no.

Más que saber vivir, se apañan. Tiran hacia adelante.

Y tirar hacia adelante es en sí mismo un cómo y es de admirar, pero tenemos que saber que hay algo más allá, que hay unos cómos esperándonos a todos, cómos más profundos, cómos más útiles, cómos más esenciales para vivir.

Tenemos que saber que existen verdaderos manuales de instrucciones para la vida.

Pero se necesita humildad para aceptar que no tienes ni idea de vivir. Que necesitas aprender. Que necesitas que alguien te enseñe.

Y aunque yo soy bastante poco humilde y no lo digo por humildad sino por conocimiento de mi realidad, sí que puedo decir que no tengo ni idea de cómo vivir, que necesito aprender, que soy un desastre, que necesito alguien que me enseñe.

Por eso hago lo que hago y no por otra razón. Sé mi realidad, la acepto y trabajo con ella para mejorarla.

No hay más misterio.

Y ¿sabes? En los últimos años, mi búsqueda de mejora me ha reportado algunas sorpresas y algunos conocimientos.

Son pocos, pero son tremendamente valiosos.

Tan valiosos que desearía ser más joven para tener más años para practicarlos. Esta es una buena frase, si estuviera dando una conferencia te sugeriría que la apuntaras en tu cuaderno. Debemos encontrar el verdadero conocimiento cuanto antes para poder disfrutarlo y perfeccionarlo más.

Aunque puede ser que esté exagerando, no lo sé.

Si quieres comprobarlo, aquí lo tienes…

Fuente: este post proviene de Ricos y Libres, donde puedes consultar el contenido original.
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