Mucho hemos leído sobre vivir el presente, porque no sabemos lo que nos espera a la vuelta de la esquina. Los más pragmáticos querrán simplemente disfrutar a tope “Carpe Díem”. Los más espirituales invertirán más tiempo a la ayuda o la introspección como parte de su felicidad.
Pero hoy he querido hablar de la muerte desde la perspectiva del derecho, porque a veces tengo la impresión que asusta tanto que hemos renunciado a poder morir dignamente y a determinar algunos límites a la vida. Hablar de ello puede ser considerado como pecado o como ilegal, especialmente en algunas zonas geográficas. Hay países que sí contemplan la eutanasia, otros que como España dan como única fórmula el testamento vital, pero no faltarán aquellos en los que es prohibitivo contemplar tal posibilidad.
La vida debe estar en un marco lo más confortable posible, teniendo en cuenta que tenemos que superar momentos de dolor, pero en el momento que una persona está en un camino sin retorno, con una calidad de vida nefasta, creo que la ayuda a morir debería ser comprensible cuando la persona así lo ha manifestado. Ayudamos a un animal a morir para que no sufra pero nos cuestionamos cuando hay que aplicarlo con un ser humano.
Recientemente he tenido que pasar por otro episodio hospitalario y es allí donde confluyen muchas almas con procesos severos, algunas de ellas en esos extremos sin retorno. Durante ese tiempo me venían algunos interrogantes… ¿Es necesario apurar tanto el sufrimiento? ¿Es derecho a la vida o es apego por ella? ¿Quién es quién para juzgar la manera de morir de alguien? Si fuéramos quienes para juzgar a alguien, que no lo somos, habría que hacerlo en base a los actos de una persona en vida y nada más.
El mi opinión, siempre será prioritario conseguir que todo el mundo tenga un hueco en la vida, que nadie pase hambre, que haya más justicia, más igualdad y más diálogo antes de llegar a conclusiones morales que quizás sean erróneas. Lo deseable, es que todos podamos vivir y morir en paz, aceptando los acontecimientos que nos vienen, pero buscando la mayor felicidad posible. Ayudar a nacer, ayudar a vivir, ayudar a morir. Y mucho, mucho respeto por favor.