¿Quieres saber cómo influye en tu cuerpo el hecho de eliminar la grasa que te sobra?
Uno de los beneficios más importantes para la salud de querer eliminar esa grasa que nos sobra es la reducción del riesgo de contraer enfermedades graves.
Como ya sabemos, la obesidad es una condición que se caracteriza por la acumulación excesiva de grasa en el cuerpo, y este es uno de los principales problemas de este siglo. Pesar unos quilos de más no sólo es una cuestión de imagen (que esto no tendría ninguna importancia) sino que también representa un factor de riesgo alto para muchas enfermedades.
En la mayoría de los casos, esa grasa en exceso se debe a un mal estilo de vida: llevar una nutrición desequilibrada, seguir una dieta alta en calorías, no hacer ejercicio… Pero eso es algo bueno porque hace que en la mayoría de casos sea algo que podamos tratar.
Recordemos algunos datos de interés que nos darán que pensar… como que se estima que la obesidad es atribuible al 44% de los casos de diabetes tipo 2, al 23% de los casos de enfermedad isquémica del corazón, y hasta el 41% en el caso de ciertos tipos de cáncer.
Según la OMS, la Organización Mundial de la Salud, el 35% de la población mundial tiene sobrepeso. Son datos escalofriantes y sinceramente no logro entender el porqué cuando es algo que está en nuestras manos poder evitar.
En la revista Annual Review of Nutrition hace poco apareció un artículo en el que enseñaban una interesante visión general de los beneficios que tiene una pérdida de peso prolongada (en el tiempo). El artículo hace referencia a un estudio realizado por un grupo de investigadores de la Facultad de Medicina y Odontología de la Universidad de Alberta (Canadá) dirigido por el Dr. Clausen Rueda, y se llevó a cabo con la intención de establecer cuáles son los beneficios y cuáles las desventajas para la salud que implica una pérdida de peso duradera.
Aquellos que pierden peso de forma saludable se sienten más bien, sanos y mejor físicamente. A parte de tener una vitalidad y energía que antes no tenían. ¿Por qué?.
Antes de presentar los resultados de este análisis sería bueno aclarar lo que significa la pérdida de peso duradera. Aunque no existe una definición única el estudio define la pérdida de peso duradera siempre que la persona pierda al menos el 10% de su peso inicial y se mantenga esta condición durante al menos un año.
La decisión de considerar el porcentaje del 10% de pérdida de peso como un valor de referencia se debe a otros estudios anteriores sobre el tema, los cuales mostraron que la existencia de los beneficios para la salud resultan de una reducción de 10% o más del peso corporal. (Estudio 1, Estudio 2).
Una pérdida de peso corporal puede obtenerse de varias maneras:
Seguir de una dieta apropiada y equilibrada (cambiando la dieta);
Aumentar la actividad física;
Reducir del consumo de calorías.
Con sólo 30 minutos de ejercicio físico al día divididos en tres sesiones de 10 minutos puede ser suficiente para aumentar la tasa metabólica basal (TMB). Esto afecta a la velocidad que quemamos calorías y, a su vez, en mantener y aumentar la pérdida de peso y grasa en exceso. La tasa metabólica basal representa aproximadamente el 60% o 75% de calorías quemadas cada día.
Para observar los beneficios del ejercicio es necesario aumentar gradualmente la intensidad y la frecuencia del ejercicio. De hecho, este es el secreto de perder esta grasa que nos sobra. Pero para lograrlo hay que comprometerse a hacerlo todos los días o, por lo menos, cinco veces a la semana.
En el vídeo veréis la forma correcta cómo se debe hacer:
Cómo correr para adelgazar… por compartircosasbuenas
En general, el cuerpo se compone de masa grasa y masa magra y se puede medir en términos de altura, peso, circunferencia y espesor de los pliegues de la piel.
Para determinar si una persona tiene sobrepeso se utilizan comúnmente dos métodos: el IMC (Índice de Masa Corporal) y medir la cintura. El índice de masa corporal ayuda a determinar su peso en relación con la altura. La medida de la cintura indica la forma en que se distribuye la grasa.
El IMC (índice de masa corporal o) se utiliza comúnmente para determinar si tiene sobrepeso o muy sobrepeso (obesidad), y se basa en la medición de la relación entre el peso y la altura.
Las personas con IMC superior a 30 se consideran obesos. Esta condición significa que tendrá un mayor riesgo para la salud que el sobrepeso normal.
Las personas con un IMC entre 25 y 30 se consideran normalmente con sobrepeso. Esta condición no necesariamente conlleva problemas de salud, pero sí puede ser problemático si existen otros problemas como la diabetes tipo 2.
Medir la circunferencia del cuerpo es el método más preciso para predecir el riesgo de obesidad. La distribución de la grasa corporal es un elemento importante en la determinación del riesgo de obesidad y para calcularlo se procede mediante la medición de la circunferencia del brazo, la cintura, la cadera y los muslos con el fin de estimar la composición corporal.
La mejor forma de estimar cómo se distribuye la grasa es mediante la relación entre la cintura y la cadera. Si se acumula más grasa en el abdomen el riesgo de padecer enfermedades es más elevado.
La relación cintura/cadera, cintura/muslo, o la circunferencia de la cintura o el cuello proporcionan información sobre el nivel de riesgo de padecer hipertensión, síndrome metabólico, diabetes tipo 2, dislipidemia, trastornos de las arterias coronarias y muerte prematura.
¿Por qué os he contado todo eso? Para que podáis entender cuales son los beneficios que tiene eliminar esa grasa de más. Aquí os dejo una lista de los beneficios de forma más detallada según los datos del estudiado citado:
La presión arterial. Una pérdida de peso es capaz de reducir la presión arterial;
Corazón – La pérdida de peso reduce el riesgo de enfermedades del corazón;
Diabetes tipo 2 – En las personas que sufren resistencia a la insulina la pérdida de peso reduce el riesgo de diabetes tipo 2, o, si ya está presente, retarda la progresión;
Control de la glucemia – La pérdida de peso permite mejorar el control glucémico total y, en particular, para las personas con diabetes tipo 2;
Perfil lipídico en sangre – La pérdida de peso suele ir acompañado de una disminución de los triglicéridos y un aumento del colesterol HDL (colesterol bueno);
Artritis – Para las personas que sufren osteoartritis la pérdida de peso puede estar acompañada por una reducción de sus síntomas;
Apnea obstructiva del sueño – la pérdida de peso rara vez es capaz de resolver el problema de la apnea del sueño pero generalmente ayuda a reducirlo;
Síndrome de hiperventilación – Una pérdida sustancial de peso puede reducir los síntomas asociados con el síndrome de hiperventilación;
Asma – Una pérdida de peso viene acompañado por una reducción en los síntomas del asma;
Cáncer – Parece que una pérdida prolongada de peso también conduce a un riesgo reducido de cáncer;
Calidad de vida – como resultado de la pérdida de peso, se produce una mayor prosperidad;
Mortalidad – El estudio sugiere que la pérdida de peso puede estar relacionado, en las personas jóvenes y de mediana edad, también a una reducción en el riesgo de muerte.
Resulta mucho más fácil poder eliminar grasa corporal en exceso si mantenemos a diario actividades físicas que no si seguimos un estilo de vida sedentaria.
Cuando se habla de los beneficios de un tratamiento, un medicamento o una terapia diseñada para bajar de peso, nunca debemos olvidar que puede haber algunas desventajas. Estas desventajas dependen en gran medida de la situación particular del sujeto. habría que mirar que los beneficios sean mucho mayores que los riesgos que la terapia en cuestión conlleva, y si no es así, modificar el tratamiento.
Las terapias usadas comúnmente para bajar de peso corporal se pueden dividir en tres categorías principales:
Terapias de comportamiento (conductuales) – son terapias que actúan sobre los hábitos de alimentación, la dieta y la actividad física;
Terapias con fármacos – son terapias que utilizan medicamentos y suplementos vitamínicos;
Terapias quirúrgicas – se incluye por ejemplo la liposucción.
Las terapias conductuales son, en general, aquellas con menor riesgo. La farmacológica y la quirúrgica, especialmente si se aplican con el fin de lograr resultados drásticos, pueden causar mayores riesgos y no deben hacerse nunca sin supervisión médica.
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