Debemos tener en cuenta las consecuencias de los saunas. Si vas a uno, es muy recomendados para cuidar nuestro organismo. Resultan ser altamente gratificantes para la circulación sanguínea y para depurar nuestro cuerpo.
Asimismo, nos conceden la oportunidad de relajarnos unos minutos y salir de esa burbuja en que nos tienen encerrados las preocupaciones diarias. Un momento ideal y muy saludable que, no obstante, requiere de unas consideraciones previas.
¿Qué hay que tener en cuenta?
Tanto en el baño turco como en la sauna, es necesario tener en cuenta algunas recomendaciones. En primer lugar, están contraindicados para personas con problemas cardiacos, puesto que el ritmo del corazón se puede incrementar debido a la alta temperatura, así como para ancianos, embarazadas y personas con problemas de hipertensión, enfermedad bronquial severa, epilepsia, anorexia o cólicos renales.
Antes de empezar es recomendable beber agua, pasar por una ducha templada y no haber realizado ejercicio 15 ó 30 minutos antes. Tampoco es recomendable entrar a estos habitáculos en estado de agotamiento, con hambre o, por el contrario, con el estómago lleno.
Cuidado con el calor
Una vez dentro de la sauna, se recomienda empezar por abajo, de menos a más temperatura, para terminar con todo el cuerpo a la misma altura para que así reciba la misma cantidad de calor. También es aconsejable no beber dentro para que se pueda realizar una desintoxicación corporal total y no realizar ejercicios ni conversar para no cargar la respiración. Muy importante es el hecho de no superar los diez minutos la primera vez con el fin de evitar una bajada de tensión. Para los más acostumbrados, el tiempo puede alargarse hasta los quince minutos, pero sin extenderse mucho más. Antes de abandonar el lugar, es muy útil dejar los pies colgando para que la circulación se adapte a la posición vertical.
Fuera de la cabina, el aire externo servirá para enfriar las vías respiratorias, por lo que resulta necesariao dedicar unos minutos y dejar que nuestro cuerpo adquiera su termperatura normal de nuevo. Ducharse en agua fría, dirigiendo la salida del agua desde las extremidades hasta el centro del cuerpo, en dirección al corazón, nos devolverá el ritmo normal de los latidos.
Igualmente, resulta ventajoso un baño de agua fría, de manera que, al sumergir nuestro cuerpo, reaccionen los vasos sanguíneos y aumente la presión sanguínea. Este baño frío, también es de especial relevancia a la hora de estimular nuestra circulación y para eliminar los productos de desecho que quedan sobre los músculos después del sudor. Además, rehidratar nuestro organismo resulta esencial: sólo con una ducha o un baño conseguiemos nutrir nuestra piel.