La hipnosis es conocida desde la antigüedad para fines diversos. Hoy en día se usa como clínica para curar ciertas patologías. Pero, ¿realmente funciona?.
Los sacerdotes de la antigua Grecia y Egipto utilizaban la hipnosis para fines religiosos, reforzando su autoridad con “milagros” y curaciones. Los antiguos hindúes, faquires y los chamanes de África fueron capaces de auto-hipnotizarse contemplando la punta de su nariz o su ombligo. En este estado perdían la sensibilidad al dolor o al calor.
En 1700, el médico suizo Franz Anton Messner partiendo del estudio de los textos de Paracelso, comenzó a utilizar la hipnosis tras descubrir que algunos pacientes respondieron satisfactoriamente a ligeros toques sobre los brazos y zonas afectadas y eran sugestivos al sueño. Él atribuyó estos resultados a la transferencia de alguna clase de “magnetismo mineral y animal”. La terapia hipnótica de Mesner usaba imanes que se colocaba en diferentes partes del cuerpo y ayudaban a restaurar los fluido del cuerpo.
En 1800, el neurólogo Charcot, profesor de la Escuela de la Salpêtrière, formuló la teoría sobre la génesis de la hipnosis fundada sobre una concepción energética, de hecho la consideraba como un estado neurótico producido experimentalmente o patológico. Actuando de forma manual en algunas zonas de la piel (cabeza, ovarios) o bien con la imaginación (con soplos de aire en la cara o mirando fíjamente una llama) era posible reproducir los estados del histerismo con inmovilidad, cierre de los párpados y una total insensibilidad.
No fue hasta principios de 1841 que James Braid definiera el término hipnotismo, y le tratara de dar una validez científica.
Incluso Freud utilizó la hipnosis antes de desarrollar el psicoanálisis.
La evolución de la hipnosis a la forma en la que se practica hoy en día clínicamente se debe al médico y psiquiatra M. Erickson (apodado Mr. hipnosis). Era capaz de inducir un trance partiendo de historias, recuerdos, episodios de su vida o situaciones inusuales que no parecían estar conectado a nada con el problema del paciente,y que luego, cuando se le daba el alta no recordaba nada de lo que ocurrido. El propósito de su hipnosis era intentar llegar al subconsciente de la persona y a su capacidad natural de aprendizaje.
¿Qué es la hipnosis?
Existen varias definiciones asociadas con la hipnosis. Etimológicamente significa “sueño“. Sin embargo, no se puede definir como tal si no como un “estado alterado de la conciencia”.
La hipnosis es también una técnica terapéutica que lleva al sujeto a una condición de “somnolencia” y a un “aparente estado del sueño”, con integridad de conciencia hasta un estado de “sueño profundo”.
El proceso hipnótico se distingue por distintos estados: de vigilia, sueño y REM. De hecho reduce temporalmente el estado de conciencia del hemisferio izquierdo del cerebro y “le habla” directamente al hemisferio derecho. También crea un puente entre la mente y el cuerpo a través de la acción del hipotálamo localizado en el sistema límbico.
Hay que recordar que el hemisferio izquierdo, el dominante, es donde encontramos nuestro lado más consciente y racional de la mente, y en el derecho está el lado inconsciente e irracional basado en el placer, la imaginación y las emociones.
El hipotálamo, bajo el efecto de las sugerencias que se dan cuando uno está hipnotizado, convierte los impulsos nerviosos de la mente en mensajes hormonales a través de la glándula pituitaria. Los mensajes hormonales modifican la reacción del cuerpo incluso actuando sobre el sistema inmunológico.
Ciertamente existe una susceptibilidad mayor o menor ligada a la hipnosis. Es decir, no a todo el mundo le sirve. En este sentido es importante tanto el entorno, como la propia personalidad del paciente e incluso las habilidades del hipnotizador. También es importante el enfoque y las expectativas reales e implícitas de los dos sujetos (terapeuta y paciente), incluso la empatía que se establece entre los dos influye en que vaya mejor la terapia.
Por lo general, está contraindicado en individuos que sufran problemas psicológicos graves, cuando el ego está debilitado o cuando se producen fuertes conflictos inconscientes. En este caso, la hipnosis podría agravar la psicopatología.
Tampoco debe usarse para eliminar síntomas somáticos ni mecanismos de defensa o compensatorias. Por ejemplo para tratar diarreas o hipertensión. como cierta diarrea e hipertensión.
En los casos que os pongo en el vídeo está demostrado que sí funciona.
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