Nuestro cuerpo es el sitio donde habitamos, es nuestra compañía y, particularmente, me gusta verlo como un templo.
Sin embargo, muchas veces es el gran olvidado en nuestro orden de prioridades y necesidades y acabamos no prestándole la suficiente atención, descuidándolo: no le aportamos los nutrientes necesarios para recargar la energía, no le proporcionamos actividad física regular para mantenerlo en forma, ni tampoco le damos el descanso necesario para reponer fuerzas. Todo ello provoca que a menudo estemos desconectados del cuerpo y sus necesidades.
Por eso, si quieres conocerte mejor o tener más conciencia de cómo cuidas tu cuerpo, plantéate estas preguntas:
¿Cómo he cuidado mi cuerpo estos años?
¿Cómo ha cuidado mi cuerpo de mí? (Piensa en cómo tu cuerpo te da placer, te mantiene vivo, te lleva de un lado al otro)
¿Cambiarías algo de tu cuerpo? ¿Te avergüenzas de él?
¿Cómo tratarías a tu cuerpo si fuera tu mejor amigo/a?
Una vez que hayas contestado estas preguntas, es la hora de que escribas qué cosas cambiarías para cuidar mejor de tu cuerpo. Anótalas y trata de ponerlas en práctica. Pueden ser cosas tan sencillas como tomar más agua, darte una buena ducha, colocarte crema hidratante, no decir malas palabras, tratar de sentirte bien en compañía de otras personas, mantener una buena postura corporal, irte a dormir más temprano o empezar a prepararte, ni que sea una vez al día, una comida más saludable…
Si haces estas cosas y empiezas a hacer más caso a tu cuerpo y su cuidado, verás cómo tu humor mejora y tus niveles de estrés bajan.