El bucle infinito, la pescadilla que se muerde la cola. Cuando hablamos de artrosis nos encontramos siempre ante la situación de: “no me muevo porque me duele” y “te duele porque no te mueves”. Es el eterno debate con pacientes y familia. Para entender a qué me refiero veamos más profundamente en qué consiste la enfermedad.
Qué es la artrosis
Es una enfermedad degenerativa que afecta a los cartílagos articulares. Puede afectar a un mayor o menor número de articulaciones, en función de la causa. Así, si se produce por el desgaste de la edad, es frecuente que la degeneración articular se vaya produciendo por todo el cuerpo, especialmente por los puntos de carga (rodillas, caderas y columna lumbar); sin embargo, a veces puede aparecer artrosis en una región concreta como consecuencia de una lesión (por ejemplo, una fractura intraarticular va a propiciar un desgaste prematuro de esos cartílagos).
Veamos unas nociones básicas de anatomía:
*Huesos: Forman el esqueleto humano.
*Articulación: Es la unión de dos o más huesos, donde se produce movimiento.
*Músculo: Une varios huesos, a través de los tendones, de forma que con su contracción permite mover una o más articulaciones.
*Cápsula articular: Es un manguito fibroso que cierra la articulación, lo que mantiene el esqueleto unido sin que se “desmorone”.
*Ligamento: Son refuerzos de la cápsula articular, “tiras” que se colocan en la articulación para aumentar la estabilidad.
*Superficies articulares: son las zonas de hueso que contactan con otro hueso para formar la articulación.
*Cartílago articular: Es una capa que cubre las superficies articulares y que se encarga de amortiguar impactos, reducir la fricción entre los huesos y segregar líquido sinovial.
*Líquido sinovial: Segregado por los cartílagos, se encarga de lubricar las articulaciones para reducir la fricción y el desgaste del cartílago.
Entonces, ¿en qué consiste la artrosis? Pues primero en una inflamación y progresivamente un desgaste del cartílago articular, lo que va propiciar una peor amortiguación, menor segregación de líquido sinovial y un aumento significativo de la fricción entre los huesos.
Este desgaste empieza como una pérdida de espesor del cartílago, dejando progresivamente zonas de superficie articular desprovistas del mismo, de tal forma que acaba produciendo dolor por contacto directo sobre el hueso. En estadíos muy avanzados, se pueden producir lo que conocemos por osteofitos, que son crecimientos de hueso dentro de la articulación que, en función de la cantidad y tamaño, van a reducir considerablemente la movilidad del segmento.
Por qué se produce
Es una enfermedad degenerativa, lo que significa que es producto del paso del tiempo, del desgaste natural del cuerpo. Hay múltiples factores que pueden propiciar una tendencia a padecerla, como la herencia genética, la hiperlaxitud articular, traumatismos, deportes de impacto... Es fácil entonces deducir que cuanto peor tratemos a nuestras articulaciones, más desgaste sufrirán, pero nada puede evitar que aparezca.
Por qué duele
Cuando se desgasta el cartílago articular queda expuesto el periostio del hueso, que es la última capa de hueso, la cual contiene terminaciones nerviosas susceptibles de enviar información de dolor al cerebro. Por tanto, si el cartílago nos hace ignorar el contacto de nuestros huesos, al ir desapareciendo, el roce de los huesos acaba produciendo dolor.
Además, como en toda lesión del sistema locomotor, nuestro sistema nervioso intenta protegernos frente a ese dolor, y lo hace con una activación involuntaria de la musculatura implicada en la articulación, de tal forma que pueden aparecer acortamientos musculares, contracturas e incluso tendinopatías, que a su vez también generan dolor. No sólo dolor, sino que reducen el espacio articular aumentando la fricción y realimentando el ciclo del dolor.
Tratamiento
En casos extremos de artrosis cuando resulta invalidante, el traumatólogo puede optar por la cirugía, la sustitución total o parcial de las superficies articulares por otras de titanio. Al desaparecer la causa, desaparece el dolor articular.
Pero hasta llegar a ese punto, el tratamiento conservador tiende a ser paliativo y preventido, es decir, que lo encaminaremos a reducir el dolor y frenar en la medida de lo posible el avance de la degeneración. ¿Cómo? De dos maneras: una pasiva y otra activa.
Por otro lado, la psicología también juega un papel muy importante en la percepción del dolor. Por lo que en casos en los que la intensidad del dolor sea demasiado alta o interfiera de una forma significativa en la vida cotidiana sería recomendable visitar a un psicólogo sanitario.
Rehabilitación pasiva
Toda acción encaminada a reducir el dolor mediante farmacología, fisioterapia u otros remedios caseros o naturales. Por ejemplo, la toma de medicación analgésica. Como fisioterapeuta, haré hincapié en el efecto de la rehabilitación y la fisioterapia.
Englobaremos entonces dentro de la rehabilitación pasiva el uso de aparatos de efecto analgésico y antiinflamatorio como las corrientes TENS, los ultrasonidos, la aplicación de calor seco, las microondas... Además, el masaje terapéutico tiene un doble efecto en este aspecto. Por un lado, calma el dolor muscular provocado por aquel acto de defensa que comentábamos del sistema nervioso que aumentaba la activación muscular. Es decir, que aliviaremos tensión muscular y contracturas. Además, secundariamente a esto, se volverá a ampliar el espacio intraarticular, es decir que los segmentos óseos volverán a su separación natural, disminuyendo así el contracto y la presión entre los cartílagos dañados y haciendo que la fricción y su consecuente dolor disminuyan también.
Rehabilitación activa
Es la forma fina que tengo de daros la noticia que muchos no queréis leer: tenéis que moveros, caminar, hacer deporte. ¿Por qué?
El primer motivo y más importante: el movimiento suave de las articulaciones estimula la producción de líquido sinovial. ¡Lubricaremos esas articulaciones! Lo cual reducirá notablemente la fricción y el dolor.
Además, una musculatura bien tonificada reforzará nuestras articulaciones manteniendo una separación óptima entre ambos segmentos, es decir, que ralentizaremos la progresión de la enfermedad.
Conclusión
Resumiendo, la artrosis es producto del desgaste de nuestras articulaciones. Si bien no podemos evitarla, sí podemos hacer que avance más despacio y que sea menos dolorosa. Para ello, es muy importante hacer ejercicio físico de forma regular, ya que lubricaremos nuestras articulaciones y daremos un refuerzo a nivel muscular que nos hará sentir mucho mejor y nos limitará menos el día a día.