Una de las consecuencias más negativas de las nuevas costumbres alimenticias es la subida generalizada del colesterol en la población. Se trata de una sustancia que normalmente se encuentra en la sangre de todas las personas, como muchas otras: las proteinas, la glucosa o la urea. Sin embargo, el problema radica en que si aumenta su concentración existe el peligro de que contribuya a dificultar la circulación de la sangre y, a la larga, producir enfermedades vasculares graves.
Cuando una persona se encuentra después de un análisis de sangre con la desagradable noticia de que su colesterol se encuentra excesivamente elevado, seguramente tendrá que seguir un régimen de alimentación adecuado. Para empezar, deberá evitar los alimentos con mucho colesterol, prefiriendo los que contengan poco o nada, pero vigilando sobre todo, no aumentar de peso.
Con poco...
Los alimentos que contienen una cantidad de colesterol que oscila entre los 10 y los 90 mg. aproximadamente, deberemos utilizarlos sólo habitualmente, teniendo en cuenta el equilibrio de la dieta, y deberán evitarlos las personas a las que el médico se lo haya prohibido.
Entre estos alimentos se encuentran la merluza, bacalao, leche semidesnatada, yogur semidesnatado, queso fresco o bajo en grasas, ternera, buey, caballo, conejo y pollo.
Sin...
Los alimentos que carecen de colesterol se pueden tomar libremente pero, teniendo siempre en cuenta su alto nivel de calorías: cereales y derivados (arroz, pastas de sopa, maíz), patatas, frutas, margarina vegetal, aceite (de oliva, maíz, girasol o soja), leche o yogures descremados y frutos secos.
Las propiedades de la sardina
Además de sabrosa y barata, la sardina es muy saludable. Se trata de un pescado azul con un alto efecto cardioprotector, debido a su contenido en ácidos grasos poliinsaturados de la denominada serie Omega 3. Estos ácidos grasos hacen disminuir de forma significativa los niveles de colesterol y de triglicéridos en sangre y, además, previenen la formación de coágulos sanguíneos y reducen las inflamaciones asociadas con la artritis y la psoriasis.
Al margen de su sabrosa carne y perfume característico, su contenido en ácidos grasos Omega 3 es de 1,69 a 1,80 g. por 100 gramos de alimento. Las sardinas del Cantábrico son las más ricas en este tipo de grasas.
Pese a su modestia y a su ya obsoleta mala fama, la sardina supone actualmente un alimento básico en la Dieta Mediterránea. En verano, cuando puede consumirse recién pescada y en todo su esplendor.
Fritas en aceite de oliva
Para respetar la relación equilibrada de ácidos grasos en la dieta, lo más apropiado es freírlas, una vez limpias, con aceite de oliva virgen bien caliente. Antes de freírlas pueden haberse pasado por harina (aumentan su valor calórico) o simplemente freírlas a la plancha con ajo y perejil. Curiosamente, cuanto más grasa contiene un pescado crudo, como es el caso de los pescados azules, menos grasa absorbe al freírse.
Las sardinas en aceite enlatadas tienen una composición grasa diferente a las crudas, pero mantienen sus efectos benefactores cardiovasculares, según Gymhome.com, un portal dedicado a la salud y el ejercicio. Además, las sardinas en lata aportan mucho calcio, tan disponible como el que se encuentra en los lácteos, cuando las espinas se hacen comestibles (a partir de los 24 meses de maduración).