La leyenda de Mahaduta
Capítulo 1
Un rico joyero invitó a un monje a viajar con él y tuvo la oportunidad de oír el Dharma.
Hace mucho tiempo, en la India, vivió un joyero muy rico, de nombre Pandú. Cierto día en que se dirigía en su carruaje hacia la ciudad de Varanasi, Pandúse regocijaba por la bonanza del tiempo, recién refrescado por una tormenta, y sobre todo por el dinero que iba a conseguir al día siguiente vendiendo las joyas en el mercado.
Mirando hacia adelante, Pandúobservó un monje caminando lentamente por un lado de la carretera. El monje caminaba con pasos firmes y espalda erguida; había algo en él que irradiaba paz y fortaleza interior. Pandúpensó: ?Si ese monje va a Varanasi, le pediré si quiere viajar conmigo. Parece un santo y yo he oído que la compañía de hombres santos siempre trae buena suerte?. Así que dio órdenes a su fortachón esclavo, llamado Mahaduta, de parar los caballos.
?Venerable Maestro del Dharma ?dijo Pandú, abriendo la puerta de su carruaje?. ¿Puedo ofrecerle transporte hasta Varanasi?
?Viajaré contigo ?contestó el monje?, si comprendes que no puedo pagarte, pues no tengo posesiones materiales. Lo único que puedo ofrecerte es Dharma. ?Acepto sus condiciones ?dijo el joyero, que siempre pensaba como si estuviese negociando. Y así invitó al monje a entrar en su carruaje.
Durante el viaje, el monje, cuyo nombre era Narada, le habló del karma, que es la ley de causa y efecto.
?La gente crea sus propios destinos a través de sus accio
nes?dijo Narada?. Buenas acciones generan de un modo natural buena fortuna, mientras que quienes cometen maldades acaban pagando por ellas tarde o temprano.
Pandúse encontraba a gusto con su compañero.
Le gustaba oír cosas con sentido, pues él era un hombre muy práctico, y también tenía raíces buenas y profundas en el Dharma, ¡aunque esto último él no lo sabía!
Capítulo 2
El joyero ordena a su esclavo volcar un carromato cargado de arroz, y el Maestro del Dharma se lo reprocha sin éxito.
-Pandú, el joyero, interrumpió ásperamente a Naradacuando su carruaje se paró en mitad de la carretera.
?¿Qué ocurre? ?gritó irritado a su esclavo Mahaduta?. ¡No hay tiempo que perder! Varanasi estaba aún diez millas de distancia, y el sol se estaba poniendo por el Oeste.
?Es el carromato de un estúpido agricultor en medio de la carretera ?vociferó el esclavo.
El monje y el joyero abrieron las puertas del carruaje y se asomaron para ver lo que ocurría. Un poco más adelante, y bloqueando la carretera, había un carromato cargado de sacos de arroz. La rueda derecha yacía averiada en una zanja. El agricultor estaba sentado en el suelo intentando reparar una pezonera rota.
?¡Yo no puedo esperar! ¡Mahaduta! ?gritó Pandú?. ¡Aparta su carromato!
El campesino se levantó de un salto para protestar y Naradase volvió hacia Pandúpara pedirle que pensase otro modo de resolver la situación.
Pero antes de que nadie pudiese decir una palabra, el fortachón Mahadutaya había saltado de su asiento, y arremetiendo contra el carromato del agricultor, lo empujó dentro de la zanja. Varios sacos de arroz cayeron en el barro. El agricultor se fue corriendo y chillando hacia Mahaduta, pero se frenó al darse cuenta de que el esclavo le doblaba en tamaño y fuerza. Sonriendo maliciosamente, Mahadutalevantó su puño; estaba claro que habría disfrutado dando una paliza al campesino si su amo no tuviese tanta prisa. Al mismo tiempo que el esclavo volvía a su asiento y retomaba las riendas del carruaje, el monje se bajó a la carretera, y dirigiéndose a Pandúle dijo:
?Estoy descansado y en deuda contigo por haberme llevado durante una hora, y qué mejor modo de saldar esta deuda que ayudando a este desafortunado agricultor al que tú has maltratado. Al hacerle daño, puedes dar por seguro que un daño similar te ocurrirá a ti. Así que, tal vez, si le ayudo puedo hacer que tu deuda con él no sea tan grave. Puesto que además el agricultor fue un familiar tuyo en una vida previa, tu karma y el suyo están atados de una manera mucho más fuerte de lo normal.
El joyero estaba sorprendido. No estaba acostumbrado a que lo regañaran, ni siquiera con la amabilidad con que el monje lo había hecho. Pero lo que más le molestó fue la idea de que él, Pandú, un joyero con grandes riquezas, pudiese estar de algún modo relacionado con un agricultor del arroz. ?¡Eso es imposible! ?replicó a Narada.
Naradaesbozó una sonrisa y dijo:
?A veces la gente más inteligente no alcanza a reconocer las verdades más básicas de la vida. Pero yo intentaré protegerte contra el daño que te has hecho a ti mismo.
Molesto por estas palabras, Pandúhizo una señal vehemente con su mano para que el esclavo pusiese el carruaje en marcha.
Fuente: este post proviene de Blog de CarlosSantana, donde puedes consultar el contenido original.
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