Son muchas las personas con las que he tenido el privilegio de trabajar y que acuden a mi porque ‘no saben qué quieren’ o ‘no saben a quién quieren’ y me piden que les ayude a descubrirlo.
Cuando escucho estas dos frases siempre me alegro.
¿Por qué?
Porque se que cada una de estas personas tiene la respuesta en su interior, pero no consigue recuperarla. La tiene escondida en algún rincón de su mente y desconoce los motivos por los cuales la mantiene oculta.
No niego que la persona esté experimentando confusión, que no sepa por donde tirar y que lo esté pasando mal. En absoluto. Todo esto es completamente cierto.
La confusión sentimental es un estado emocional que se produce cuando una persona se obliga a sentir algo que no siente; o bien a reprimir lo que sí siente de verdad; o cuando siente ambas cosas al mismo tiempo.
Si este estado y actitud perduran en el tiempo, llega un momento en que la persona no sabrá distinguir entre lo que siente de verdad y lo que se obliga a sentir.
Esta misma oscilación continua se produce todas las veces en que nos obligamos a hacer algo que, en realidad, no queremos. Como por ejemplo, dedicarnos a un trabajo que no nos gusta o seguir en relaciones que no nos compensan.
Esta confusión mental y sentimental a menudo se nutre de nuestras inseguridades y de la idea de nos ser merecedores de lo que realmente nos haría feliz.
¡Y no solo esto! Aún más a menudo, esta confusión se basa en el ‘miedo a lo que dirán los demás’ si solo nos atreviéramos a hacer lo que nos gusta.
O en el miedo a que nos juzguen, a que no nos entiendan, a que no nos quieran…
Miedo a ser rechazados…
Pasa mucho entre padres e hij@s, cuando las expectativas de los primeros se convierten en obligaciones de vida que, los segundos, no pueden desatender bajo ningún concepto.
Este proceso interno, hecho de creencias erróneas y de miedos, hace que substituyamos el sentimiento por la obligación.
Quien se obliga a sentir algo que realmente no siente o que se traduce con hacer algo que realmente no quiere, ¡sufre!
Y ese estado de obligación es verdaderamente agotador, porque solemos arrastrarlo durante mucho tiempo. Hay quienes lo alimentan durante toda la vida y en distintos contextos y relaciones.
Porque lamentablemente ese estado se convierte pues en una forma di vida, en una actitud frente a toda cosa y persona.
Ese estado es tan agotador que genera vacío, porque nos aleja años luz de quienes somos y de nuestras necesidades interiores. Junto al vacío nace la rabia, la frustración, el rencor, la rebeldía.
Las personas más sensibles pueden también caer en estados depresivos o en otros tipos de enfermedades, somatizando el vacío en el cuerpo.
Los sentimientos no pueden ser forzados sin que esto provoque consecuencias.
Los sentimientos se dan de forma espontanea o bien no se dan.
Como resultado del autoengaño, la persona que vive esta confusión sentimental muchas veces llega a darse cuenta de que está metida en algo que no quiere. Y sin embargo, vive remordimiento y culpa por sentir o desear algo que no debería. Algo que no va de acuerdo con la obligación. Y se autoconvence que el sufrimiento es causado por haberse atrevido a sentir o desear algo diferente, pero que no está admitido.
Y confunde ese algo como lo que le causa infelicidad, y que por lo tanto debe eliminar de su vida y sofocar con todas sus fuerzas.
Normalmente las personas que más sufren esta confusión sentimental, son las que han sido educadas por padres cuyo estilo educativo era estricto, represivo y autoritario, donde el diálogo entre los miembros de la familia destacaba por su ausencia.
El código moral familiar a menudo se convierte en una herencia a la que no podemos renunciar. Hacemos nuestro el código moral de nuestra familia, de nuestros ancestros, y nos obligamos a revivir sus mismos pasos y a cometer sus mismos errores.
Entonces cómo puede haber evolución si repetimos exactamente lo mismo? Y menos aún, si lo hacemos condicionados por la obligación, los miedos y las falsas creencias?
Esta renuncia a la libertad emocional se produce también cuando una persona ha vivido eventos especialmente traumáticos y que la han forzado pues a renunciar a ella.
La realidad es que nuestra misión de vida es personal e intransferible y se manifiesta a través de las decisiones que tomamos. Cuando estas decisiones son el reflejo de lo que sentimos y de lo queremos, no hay problema.
Cuando estas decisiones van en contra de lo que sentimos y de lo que queremos, estaremos atrasándonos en el camino hacia nuestra evolución. Y tendremos la sensación de no tener rumbo y de nos saber qué hacer, dónde ni con quién.
Cuando solo se trata de un retraso, sufrimos. Y tanto nosotros como los demás nos lo estaremos poniendo más difícil de lo que sería necesario. S antes o después tomamos conciencia de las cosas, de nuestra verdad, pues retomamos el camino y listo.
Pero si esta toma de conciencia no llega o no permitimos que llegue, pues la demora se convierte en la tónica de nuestra vida. Y allí nos quedamos, atrapados en relaciones, trabajos, circunstancias, sentimientos, decisiones que nada tienen que ver con que lo queremos.
Así que reitero: tod@s conocemos nuestra misión de vida. Nacemos ya dando pasos en ella sin saberlo.
Pero nos vamos perdiendo por el camino y nos convencemos que no sabemos adonde ir ni qué queremos o sentimos.
Hay que tener la honestidad y la valentía de ser fieles a nosotr@s mism@s, a nuestr@s sentimientos, pese a lo que nuestro entorno puede pensar, decir, hacer o sentir.
Quien no entiende o no acepta que quieras ser tu mism@, ¿crees que te quiere de verdad?
Si has contestado que no, ¿pues crees que merece la pena renunciar a ti mism@ para evitar sentirte rechazad@ o juzgad@? Además por alguien que, en el fondo, no se ha dado cuenta de que no te hace bien, porque te impide ser libre de vivir, sentir y decidir libremente, aunque esto suponga que te equivoques lo más grande.
Quien te quiere, te quiere libre.
Si te quieres, encuentra la forma de ser y de sentirte libre. Y si no sabes como hacerlo, escríbeme, y descubrimos como conseguirlo junt@s!
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Aquí lo dejo….para tus reflexiones… Me encantará leerte en los comentarios.
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Vittoria Verì Doldo ~ Health Coach