Cómo escuchar y aprender

En el email de hoy está presente una de las ideas más necesarias para conseguir todo aquello que queremos en nuestra vida.

Allá por 2013 fui a un seminario de fin de semana que organizaba Sergio Fernández.

Por entonces yo ya había leído unos cuántos libros de desarrollo personal y estaba empezando a hacerme una idea de qué iba el asunto.

Cuando empezó el seminario y Sergio empezó a hablar, mi cara era la cara de alguien que no quería escuchar y que aún menos quería aprender.

Mi ceño estaba fruncido.

Mis oídos estaban cerrados, desde dentro.

Mi mente, cerrada también, estaba juzgando todas y cada una de sus palabras.

Esto ya me lo sé, murmuraba una voz en mi interior, yo no he venido aquí para esto.

Yo me creía muy inteligente.

Me creía muy especial y muy sabio por haberme leído unas cuántas páginas.

Él, que por entonces conducía seminarios de cientos de personas, que había escrito varios libros y había vendido decenas o cientos de miles, que había conducido un programa de radio con los invitados más alucinantes de España, que estaba creando un máster de varios meses de duración con los profesores más punteros, pero punteros de verdad.

Yo, que me había leído unos cuantos libros, y tenía dos o tres pequeños proyectos por internet que apenas daban unos poquísimos miles de euros.

Pasado el rato, no sé si porque recibí una ayuda divina, no sé si porqué sus palabras comenzaron a ser cada vez más potentes, relajé mi ceño, abrí mi mente, empecé a escuchar y empecé a aprender.

A partir de ahí algo cambió en mi interior.

Como dije hace no mucho, pasé de ser un capullo ignorante a ser un estudioso de mi capullez y de mi ignorancia.

Escuchar es muy sencillo, pero a la vez es una de las acciones más difíciles para un ser humano.

Para escuchar, hay que saberse ignorante y hay que aspirar, al menos aspirar, a la verdadera sabiduría.

Para escuchar, hay que observar cómo tu respiración se acelera al estar en presencia de otra persona. Hay que observar cómo te sientes incómodo cuando se produce el contacto entre sus palabras, y tus oídos.

Para escuchar, para escuchar de verdad quiero decir, hay que borrar todo juicio, todo pasado, todo yo.

Llevo años aprendiendo a escuchar y, aunque aún me queda prácticamente todo por aprender, estoy empezando a notar progresos.

Te pongo un ejemplo.

Hace unos días al salir del centro de meditación conocí a un chico majísimo. Rapero. Tremendamente inteligente.

Antes de despedirnos me dijo que se iba con un amigo suyo a buscar un río helado para hacer respiraciones e inmersión en agua helada, o sea, a hacer un Wim Hof.

Ante esas palabras yo tenía, entre otras, dos opciones:

1) Yo también hago Wim Hof. Tengo un artículo publicado mi blog donde hablo de mi experiencia. Durante años estuve en las primeras posiciones de Google y recibí decenas de miles de visitas. Soy de esta zona, conozco muchas pozas y muchos ríos...

O…

2) ¿Ah sí? ¿Puedes explicarme qué es Wim Hof? ¿Y cómo lo haces? ¿Y qué consejos me das para empezar? ¿Te has hecho algún curso? ¿Me recomendarías algún libro para saber más? ¿Dónde vais a ir?

Y así, en lugar de creerme importante y de intentar ser el centro de atención, en lugar de hacerle ver todo lo que yo sabía, intenté averiguar todo lo que sabía él. En vez de creerme sabio le dejé a él que lo fuera y me metí, con su permiso, hasta lo más profundo de su conocimiento.

Y así, aprendí cosas que no sabía y que ahora sí y que puedo usar en mi beneficio.

[ Comprende esto: cada persona que nos cruzamos es sabia en algo, pero sólo nos mostrará su sabiduría si nosotros somos lo suficientemente sabios como para permanecer en silencio y para hacer las preguntas adecuadas ]

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