Para los expertos, lo anterior demuestra que los niños desarrollan, desde sus primeros años de vida, actitudes protectoras del medio ambiente, por lo que es el momento propicio para que padres y maestros les ayuden a despertar y fortalecer su conciencia ambiental.
No desperdiciar el agua, apagar las luces y los aparatos eléctricos si no se están usando, botar la basura en el lugar indicado, reciclar y reutilizar, no maltratar animales y plantas, usar las cosas hasta el máximo de su vida útil, etc., son actitudes que los niños pueden y deben aprender de la mano de hábitos personales como cepillarse los dientes, bañarse, hacer tareas o a través de experiencias lúdicas como los juegos y los momentos de ocio.
Son esos instantes del día que involucran el uso de recursos naturales los que deben aprovecharse para enseñar, no de forma imperativa, sino mediante el ejemplo, explicándoles el porqué de cada cosa, el daño que le ocasionan ciertas acciones al planeta, y haciendo que el niño participe y se sienta parte de la solución, señala Luz Adriana Jiménez, coordinadora de la Subdirección de Educación y Participación del Ministerio de Medio Ambiente.
En tal sentido el ejemplo que los padres den a sus hijos es esencial para reforzar los hábitos que se quieren enseñar. De nada sirve que los niños aprendan en su jardín o colegio a reciclar, si en casa los padres mezclan la basura, o si le dicen a sus hijos: no desperdicien agua, pero lavan el carro con manguera en lugar de usar un balde, o salen del cuarto y dejan encendida la luz. Bien es sabido que los niños aprenden por repetición, explica la pedagoga Libia Ortiz Tejada.
Un contacto de vida
Otra de las claves para construir con los niños el lenguaje de la sostenibilidad está en promover el contacto directo con la naturaleza, como lo explica Luis Camargo, director de OpEPA, la Organización para la Protección y la Educación Ambiental. Los niños deben acercarse a la naturaleza para poder amarla y cuidarla, que juguen al aire libre y creen empatía con las otras formas de vida que los rodean. De lo contrario, es muy difícil que valoren los recursos y entiendan la importancia de protegerlos, si no hay un vínculo emocional ni afectivo con él, sostiene.
Recomendaciones
A los niños se les debe permitir tener experiencias memorables con la naturaleza, de modo que exploren y se asombren ante los fenómenos naturales que les rodean, mientras padres y educadores les ofrecen una guía en la que, a través de términos sencillos, les expliquen las consecuencias de actuar negativamente, agrega Camargo. En este sentido, los expertos ofrecen algunas recomendaciones para educar a los más pequeños:
Aproveche la cotidianidad
Los hábitos diarios pueden ser el mejor aliado a la hora de educar en comportamientos responsables con el medio ambiente. Por ejemplo, aproveche la hora de la ducha, el lavado de manos y el cepillado de dientes para incentivar el ahorro del agua. Explíquele al niño la importancia del recurso hídrico y cómo dependemos de este para vivir. Lo mismo sucede con el ahorro de energía: apague luces y desconecte los equipos, en presencia de sus hijos, que no se estén usando e invítelo a participar de manera lúdica. Pueden crear retos como jugar a ser ‘el cazador de bombillos encendidos’ o ‘el guardián del ahorro’. De modo que el aprendizaje sea más divertido.
El mensaje con juego entra
Algunos pedagogos recomiendan juegos ecológicos y material didáctico que enseñan a cuidar el medio ambiente. En el mercado existen rompecabezas con escenas de la naturaleza, libros para colorear con figuras de animales, juegos de mesa con ‘eco-retos’, cuentos y películas infantiles que hablan de las causas de la contaminación, la pérdida de bosques, la extinción de animales, etc. Cualquier material de este tipo les ayuda a los niños a familiarizarse con el tema de la sostenibilidad.
Enséñeles a reciclar y a reutilizar
Ya no basta con enseñarles a no arrojar basura en la calle. Permita que sean los niños quienes decidan qué tipo de desecho tienen en sus manos y en dónde depositarlo. El solo hecho de enseñarles cuál es la basura reciclable y cuál no, y dejar que sean ellos los que separen los residuos puede convertirse en una actividad muy divertida para los pequeños.
Elimine la cultura del ‘usar y botar’
Se trata de promover el reúso de los objetos cotidianos. Por ejemplo, los dibujos se pueden hacer en hojas ya usadas, un envase plástico se puede convertir en un portalápices; una caja de cartón en una caja para guardar juguetes; un calcetín en un títere…de lo que se trata es de estimular la creatividad de los niños.
Por otro lado, es importante enseñarles a alargar la vida útil de los objetos. Incentive el uso de los lápices de colorear y otros útiles escolares hasta su máxima expresión; las hojas libres de los cuadernos del año anterior pueden servir para hacer ejercicios, dibujos o figuras de origami; la ropa y los juguetes en buen estado pueden ser aprovechados por otros niños, incluso, por los hermanos menores.
Siembren una planta
Es un ejercicio práctico que le permite al niño establecer un vínculo emocional con otro ser vivo. Motívelo para que sea él quien plante la semilla y esté presente en todo su proceso de germinación y crecimiento, e incluso sea el responsable de regar la planta y ayudar a abonar la tierra. Si la planta produce frutos aún mejor, ya que el niño se hace consciente del origen de ciertos alimentos y valora lo que tiene en la mesa.
Por ABC DEL BEBE
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