Cómo conocer a un ser humano

El principio más profundo de la naturaleza humana es el deseo de ser apreciado.
William James

Hubo un momento en el que la búsqueda de mí mísmo me llevó a descubrir que tenía algo que algunos psicólogos llaman narcisismo, y al reconocerlo y estudiarlo en mí, inicié el infinito viaje de conocer con mayor profundidad, sinceridad, respeto y amor, a los demás.

Al parecer, como casi todo el narcisismo tiene que ver mucho con los primeros años de vida de una persona. Durante la infancia el niño tratará de encontrar sentido a su propia existencia, haciendo intentos de probarse, de conocerse, de volar del nido aunque sea psicológicamente, de encontrarse cara a cara con su individualidad, de defender su independencia, de ver su valía, su fortaleza interior, su persona, su personaje, su actor, su papel en este juego que llamamos vida.

Si los padres le permiten y le facilitan al niño ese acto de conocimiento y autonomía, puesto que ellos mismos como adultos se conocen y han adquirido fortaleza interior e independencia, el niño crecerá psicológicamente sano, con una sensación de valía por el mero hecho de existir, sin carencias de identidad, sin necesidad de probar constantemente su existencia frente a un espejo o un piropo o una llamada de atención, sin necesidad de absorber la energía de los demás como medio para suplir la ausencia de su propia energía.

Si  por el contrario los padres no le permiten al niño encontrarse a sí mismo, pues creen erroneamente que este es una extensión de ellos, la cual necesita ser sometida, controlada, o endiosada, el niño una vez adulto seguirá siendo niño perdido y buscará durante toda su vida fuera lo que sólo dentro puede hayar.

Narciso crece y, cuando mira los ojos de su amada, no busca en ellos conocer sus colores e infinitos matices, no busca adentrarse en ellos como un viajero que camina con valor y respeto sobre campos ajenos, deteniéndose a cada rato a admirar el paisaje, a confundirse durante unos momentos y ser parte de el.

Narciso, en cambio, al mirarla busca en los ojos de ella sólo para encontrar su propio reflejo.

Al abrazarla, no busca abrazar sino ser abrazado.

En su vano intento de amarla, busca ser amado.

En su vano intento de comprenderla, busca ser comprendido.

Narciso no puede amar porque Narciso no se ama, y en el fondo de su inconsciente no puede entender que otros le aprecien porque, en realidad, él mismo siente desprecio hacia sí mismo.

Narciso crece y, cuando trabaja, no puede trabajar de manera concentrada y sostenida pues necesita constante validación, necesita energía externa que avive el fuego de su creación pues con la suya no le basta. No puede escribir un libro que haga soñar, componer una canción que enamore, o pintar un óleo que detenga miradas.

¿Lo estoy haciendo bien? ¿qué opinarán? se pregunta a cada rato, haciéndole imposible profundizar en su creatividad.

Busca validación de su trabajo igual que busca validación de su propio físico cuando se busca en cada reflejo, reflejo que Narciso busca donde puede en todas las ocasiones posibles. En una cuchara, en las gafas de un amigo, en un escaparate, en los ojos de la mujer que le mira de cerca, en un espejo, en un balde con agua.

Se mira sin cesar porque no está del todo seguro que exista, se mira para no desaparecer, se mira para aferrarse a la vida, para arrebatarle a la muerte un segundo más, una mirada más.

El día que dejé de ser un gilipollas

Fue hayá por mis veintidos años cuando empecé a descubrir que tendía a pensar mucho más en mí que en el prójimo, que me gustaba más hablar que escuchar, que tendía a interrumpir, que me gustaba, diría que demasiado, el sonido de mi voz.

Aunque racionalmente quería interesarme por los demás, pues sabía y sentía que era lo correcto, me encontraba una y otra vez interesado sólo en mí.

Fue en ese momento, en la época que empecé a ver mi comportamiento, a observarme y analizarme, cuando dejé de ser un gilipollas para convertirme en un estudioso de mi gilipollez.

Yo era el mismo pero todo había cambiado en ese sentido, pues había empezado a poner conciencia y luz sobre el inconsciente y la oscuridad.

Desde ese instante el cambió empezó a ser posible y hoy, muchos años después, aquí sigo observando a otros y a mí para comprender qué nos mueve y qué extraña fuerza nos empuja a ser como somos, qué niños nos perdimos en el camino de ser adultos maduros y sanos y qué estratégias estamos tomando para encontrar la vuelta a casa.

El comienzo de la cura del narcisismo y el inicio de la verdadera empatía

Todos poseemos de forma natural la herramienta más notable para conectar con la gente y conseguir poder social: la empatía. Cuando se cultiva y se utiliza adecuadamente, puede permitirnos ver el estado de ánimo y la mente de los demás, dándonos el poder de anticiparnos a las acciones de la gente y reducir suavemente su resistencia. Sin embargo, este instrumento se ve empañado por nuestro habitual ensimismamiento. Todos somos narcisistas, algunos más profundos en el espectro que otros. Nuestra misión en la vida es aceptar este amor propio y aprender a dirigir nuestra sensibilidad hacia el exterior, hacia los demás, en lugar de hacia el interior. Debemos reconocer al mismo tiempo a los narcisistas tóxicos que hay entre nosotros antes de vernos envueltos en sus dramas y envenenados por su envidia.
Robert Greene

En mi caso, han habido cuatro momentos que considero claves para el proceso de curación.

El día en el que me di cuenta.

El día que comencé a hacer yoga.

El día que comencé a meditar.

El día que leí Las leyes de la naturaleza humana, de Robert Greene.
Como ya he contado aquí muchas veces, el yoga es, en mi opinión sesgada, la solución a la mayoría de los problemas de este mundo.

Si la palabra Yoga significa unión es porque hay algo que está separado y está esperando a ser unido.

Tu unión contigo mismo y con los demás, por ejemplo.

Narciso está separado de sí mismo, de su amor propio, de su estima, de su cuerpo, de su mente, de su verdadera valía, de su ser.

Cuanto más profundiza Narciso en el Yoga más desaparece este y más va surgiendo, como una flor de loto entre el lodo, su verdadero yo, un yo que no necesita validación o admiración.

Fue gracias al Yoga cuando empecé a comprender mis miedos, debilidades, virtudes, fortalezas, capacidades, incapacidades, mis innumerables sesgos cognitivos que me separan de la realidad.

Y como consecuencia de esa autocomprensión, empecé a comprender a los demás.

Yo sufro. En mi interior hay una batalla durante años inapercibida que ahora empieza a cobrar nitidez, entonces, él, ella, también sufre, también tiene una batalla en su interior esperando ser vista, comprendida, apaciguada, y erradicada.

Yo soy grande. En mi interior existe, latente, un poder infinito, un amor que todo puede abarcar. Ella, él, también es grande, en su interior espera una grandeza y un amor sin medida.
Respecto a la meditación, en los retiros de Vipassana nos dicen que a medida que vas transitando por el río del Dharma irán desplegandose en ti más puntos de vista que antes te estaban vetados.

Antes sólo tenías tu punto de vista de la realidad —dicen—. Sigue este sendero y empezarás a tener más.

Al comprender cada vez con mayor profundidad que mis sensaciones mueven mis emociones, y estas mis reacciones, comienza a descubrirse el verdadero proceso empático.

Empatía = puesta en común del interior.

Al ver mi dolor y mi intento de huir de él, empiezo a verlo en ti.
Al ver mi placer y mi intento de acercarme a él, empiezo a verlo en ti.

Pero aún hay más: gracias a Vipassana empiezo a ponerme verdaderamente en tu lugar, y aunque resulte difícil creerlo no sólo de una manera filosófica o intelectual sino de una manera literal, pues mi energía, mi conciencia, empieza a tener la facultad de estar tanto en mí, como en ti.

Sospecho que ahí comienza la verdadera empatía, el conocimiento que ha llevado a maestros decir cosas tales como lo que haces a otros, te lo haces a ti.

Cómo conocer a un ser humano en dos pasos

Paso 1. Haz que tu aceptación de la naturaleza humana sea lo más radical posible

Estoy muy contento de transmitirte las que creo son las palabras más útiles que he leído jamás en lo que respecta al conocimiento de un ser humano.

Ni meditación, ni yoga, ni leches . Bueno, la meditación vipassana y el yoga son lo que te hará profundizar y llegar hasta la raíz o el dosel del asunto, hasta la unión entre ambas, pero creo que estas palabras que a continuación leerás te servirán para ir tirando, pues también creo son la base intelectual que sostiene la práctica posterior.

Acepta a las personas como hechos. Las interacciones con la gente son la mayor fuente de agitación emocional, pero no tiene por qué ser así. El problema es que estamos continuamente juzgando a las personas, deseando que sean algo que no son. Queremos cambiarlas. Queremos que piensen y actúen de una determinada manera, casi siempre como nosotros pensamos y actuamos. Y como esto no es posible, porque todo el mundo es diferente, nos sentimos continuamente frustrados y molestos. En su lugar, ve a los demás como fenómenos, tan neutrales como los cometas o las plantas. Simplemente existen. Vienen en todas las variedades, lo que hace que la vida sea rica e interesante. Trabaja con lo que te dan, en lugar de resistirte y tratar de cambiarlos. Haz que entender a la gente sea un juego divertido, la resolución de un rompecabezas. Todo forma parte de la comedia humana. Sí, la gente es irracional, pero tú también lo eres. Haz que tu aceptación de la naturaleza humana sea lo más radical posible. Esto te calmará y te ayudará a observar a las personas con mayor desapasionamiento, comprendiéndolas a un nivel más profundo. Dejarás de proyectar en ellas tus propias emociones. Todo esto te dará más equilibrio y calma, más espacio mental para pensar.
Robert Greene

Mano de santo.

En la medida que recuerdo estas palabras cuando hablo con alguien, refreno mi insaciable sed de dar mi punto de vista, de compartir mi opinión no solicitada, de interrumpir y, sobre todo, de tratar de hacer cambiar la forma y finura de la planta, el cometa, el fenómeno de la naturaleza que tengo frente a mí.

Mira qué colores, voy a observarlos.

Mira qué tallo, voy a seguirlo a ver a dónde conduce.

Mira qué flores, voy a deleitarme en sus pliegues.

Mira qué frutos, voy a probarlos, si son dulces y me son dados con cariño, o a recharzarlos si estos son amargos y tengo que pelearme con sus espinas para conseguirlos.

Paso 2. Conoce tantos seres humanos y tan diversos como sea posible

Ya comenté aquí uno de mis mayores descubrimientos de la última década: ir con un cuaderno y un boli por la calle y preguntar, cual periodista, cual curioso, cual niño que quiere descubrir, lo que sea que genuinamente quiera conocer.

Al preguntar lo mismo a diferentes personas llego irremediable y empíricamente a una conclusión liberadora: todos somos diferentes.

Cuanto más consciente soy de ese hecho más respeto a cada persona, más me respeto a mí, menos endioso a una persona, y menos me endioso a mí pues tanto yo como mi opinión somos unos más del montón.

Sí, únicos, especiales, irrepetibles, pero parte indisoluble del infinito montón de seres y seres humanos…

El caso es que hace unos días fui a Madrid y aproveché para hacer otro experimento, así que cogí mi cuaderno de cosas bonitas y pregunté sin mirar a quién: ¿Qué pregunta le harías a otra persona para conocerla mejor? ¿cómo conocer mejor a un ser humano?

Y salieron algunas perlas.

¿Cómo te sientes? (pero de verdad, mirando a los ojos, esperando una respuesta larga, si es que la hay).

El contexto es muy importante, para conocer a alguien tienes que comprender el contexto.

Tienes que lograr que la otra persona baje la guardia o, como dicen por ahí, no despertar el cerebro reptiliano.

¿Qué prefieres, tu pasado o tu futuro?

¿Qué te preocupa? (aún sabiendo que esta pregunta tiene un trasfondo negativo da pie a muchas respuestas sinceras).

¿Qué te ha motivado a hacer xxx…?

Saber que no soy la responsable de la conversación.

Tienes que darte cuenta de que hay personas que no tienen ningún interés en hablar contigo.

Escoger mejor con quién hablo, centrándome en personas que me aprecian.

¿Puedes contarme algo de cuando eras pequeño? ¿qué te gustaba hacer, qué aficiones tenías?

¿Te gustan los animales? ¿por qué?

¿Cuál es tu mayor miedo?

¿Cuáles son tus objetivos en la vida?

¿Quién eres?

¿Quién eres, sin usar tu nombre, tu edad, tu profesión, tu nacionalidad, tus intereses, tu sexo, tu religión, tus creencias? (Del libro El sendero de la mano izquierda, de Fernando Sánchez Dragó).

¿Te gustaría dar un paseo conmigo y hablamos un rato?
Como aprendiz de la naturaleza humana, me doy cuenta de que cuantas más personas intento conocer usando como soporte una curiosidad antropológica y fuera de todo juicio, más se revela el increíble fractal universal que formamos los seres humanos, con más ahínco, respeto, gentileza y amor me estudio a mí mismo, y más disfruto del camino.

Nosce te ipsum.

Gracias por leernos.

A medida que diriges la atención hacia el exterior, se obtiene una constante retroalimentación positiva. La gente quiere estar más cerca de ti. Desarrollas tu músculo empático, tu trabajo mejora y, sin pretenderlo, obtienes la atención que todos los seres humanos necesitan. La empatía crea su propio momentun, positivo y ascendente.

La empatía es más que nada un estado mental, una forma diferente de relacionarse con los demás. El mayor peligro que corres es tu constante suposición de que entiendes a las personas y que rápidamente puedes juzgarlas y categorizarlas. En su lugar, debes empezar con la asunción de que eres ignorante y que tienes sesgos naturales que te harán juzgar incorrectamente a los demás. La gente a tu alrededor tiene una máscara que les sirve para sus propósitos y tú confundes su máscara con la realidad. Deja ir tu tendencia de hacer juicios rápidos. Abre tu mente a ver a las personas con una nueva luz. No asumas que sois parecidos o que compartís valores. Cada persona es como un país por descubrir, con una química psicología muy particular que explorarás con mucho cuidado… Estás más que preparado para ser sorprendido con lo que descubres. Este espíritu, abierto y flexible, es similar a la energía creativa, el inmenso deseo de considerar más opciones y posibilidades.

Robert Greene



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