Estamos muy acostumbrados a oír y leer sobre las ventajas de Trabajar en equipo, algo de lo que ya hemos hablado aquí, sin embargo, parece que existen grandes resistencias para dar un paso adelante y soñar más allá del mundo de la empresa para plantearnos un “Adiós Fronteras” y humanidad unida por un fin común Sí, lo sé, probablemente estás pensando, menudo idealista, pero…¿Te imaginas?
Recuerdo de niño un póster que tenía en mi habitación de Beethoven y unas palabras suyas al pie de éste: “Haced todo el bien posible, amad la libertad sobre toda las cosas y aún cuando fuera por un trono, nunca traicionar a la verdad” Era la base de una persona con ideales que culminó con su Novena Sinfonía.
No sé por qué siendo tan niño y sin apenas entender nada, aquella frase y aquel retrato parecía resonar en mi interior o al menos me han acompañado hasta hoy. A veces digo con ironía que “sólo creo en la novena sinfonía”
Beethoven inició la composición de esta obra en 1818 para terminarla a primeros del año 1824. El último movimiento es una coral sin igual, símbolo universal de la libertad. Parte muy importante fue el poema de Friedrich Schiller la “Oda a la alegría” publicado en 1786 que Beethoven plasmó en el cuarto movimiento conocido también como el “Himno a la Alegría” sobre el cual a su vez, se ha basado el himno de la Unión Europea.
Creo que aquellas palabras y su composición más popular, vibran en mi como en muchísimas otras personas a lo largo y ancho del planeta en distintos momentos de la historia. Nada en la vida se consigue sin esfuerzo y sin constancia, así sucede también con los retos colectivos. Si superáramos las diferencias entre países, razas, sexos, religiones, etc tendríamos probablemente un futuro por delante apasionante y avanzaríamos a pasos agigantados en cualquier materia.
Martin Luther King tuvo un sueño parecido y muchos otros pensadores conocidos y anónimos. El cambio empieza por uno mismo como afirmaba Mahatma Gandhi y creo que así es. Tanto es así que seguramente hay una mayoría silenciosa que imaginamos un planeta unido y aunque a veces parecemos resignados a que nada ocurra, lo cierto es que cada alma tiene su propia partitura, su propia melodía y podríamos sonar al unísono, porque juntos componemos la Novena Sinfonía.