“Slow Sex” o el placer de ir despacio

Recordaba esa canción que canta Valeria Linch “Amame en cámara lenta”, cuyo estribillo dice
Despacito, suavemente
“ámame en cámara lenta”
Suavecito, dulcemente
“ámame en cámara lenta”
De a poquito, tiernamente
“ámame en cámara lenta”
En voz baja, susurrando
“ámame en cámara lenta”
Que el amor es vida en movimiento
y yo ¡TE SIENTO!
Vivimos en una sociedad en la que todo es “rápido”, estamos siempre apurados, y solo en vacaciones y, a veces, disfrutamos de los pequeños placeres.
Aunque en algunas circunstancias puede tener su encanto una escena de amor en la que la pasión es tan explosiva que nada puede ser retenido, la velocidad no se puede considerar un parámetro de la calidad en el sexo. Para disfrutar del sexo también hay que saber ir despacio y, de hecho, existe hoy una corriente mundial, que propaga el sexo lento y prolongado, el “slow sex”.
Slow Sex

La frase del momento, que escucho casi a diario, en mi consultorio, es “No tengo tiempo”. Esta insuficiencia, deja huellas en la vida cotidiana y eso se refleja en las cada vez más frecuentes consultas. Un dato curioso: mientras que en Estados Unidos se estima que la frecuencia promedio de encuentros sexuales es de 3,5 veces por semana, en la Argentina, si bien no existen datos fehacientes sobre la frecuencia, se cree que en promedio el tiempo que los argentinos invierten en el acto sexual es de 5 minutos. Poco no?
Un buen porcentaje de trastornos sexuales, suceden por no darse tiempo. Varones y mujeres, en cada actividad que emprendemos, desde tomar un café, hasta el más simple de los gestos cotidianos, lo hacemos corriendo, llegamos a todos lados “con la lengua afuera”, nerviosos, estresados, con el pensamiento en otra parte.
Actualmente y, por muchos motivos, no disfrutamos de nada y mucho menos de nuestros encuentros sexuales.
El “slow sex“ , al igual que el “slow food” son la contr
acara de la velocidad contemporánea, del rapidísimo del siglo XXI, una filosofía que propone volver a dedicarle tiempo a las cosas esenciales, saborearlas, sea la comida o la intimidad con el otro.
El “slow sex” no trata sólo de alargar el coito, o tener un ritmo más pausado en la penetración, sino que busca conseguir que el sexo sea algo más que satisfacer una necesidad, para que participen todos los sentidos, y poder disfrutar con calma de la experiencia.
Se trata de redescubrir nuestro propio cuerpo y el del otro, manteniendo un encuentro sexual con tiempo, calma y muchas caricias, besos y masajes sin dejarnos llevar por rutinas del estilo “uno rapidito el sábado, porque nos toca”. Son muchas las veces que vamos directamente “al grano” y nos olvidamos de pasar un rato proporcionándonos placer mutuamente.
¿Qué te parece hacer un intento de vivir el encuentro sexual de manera diferente? Sin prisas, despacio, despacio… haciendo que el contacto sexual no sea sólo un momento fugaz, sino algo más… eliminando en nuestros encuentros la ansiedad y tratando de gozar en plenitud. Haciendo del momento una aventura, donde los dos descubran sitios y geografías que aún no exploraron.
El primer paso será soltar mitos, prejuicios y mandatos, y dejarnos llevar por nuestro propio ritmo, por ejemplo, rompiendo con el orden habitual de las cosas. ¿Quién dice que la penetración tenga que estar al final, y no al principio? O, ¿quién dice que el amor hay que hacerlo siempre con penetración?
Precisamente esa es una de las ideas claves, “salir de la rutina”. Bajo el concepto del slow sex, en realidad, lo que está es la idea de recuperar el deseo. Es decir, que no se trata sólo de mejorar la calidad del encuentro, sino de desear que llegue. Para ello hay que empezar a entender que el deseo no se aviva sólo en la cama, sino en el día a día. ¿Y eso cómo se hace? Con pequeños detalles: un mensajito o un e-mail “caliente” mientras se está en el trabajo, una caricia en un momento inesperado, dejar que nuestra imaginación vuele, y, a veces no hay mejor afrodisiaco que conseguir que nuestra compañera o compañero se sienta querido y valorado.
En realidad, se trata de pasar un rato disfrutando de la compañía del otro, de su cuerpo y del nuestro, y para conseguir ese objetivo, no hay una sola fórmula, sino todas las que nosotros queramos inventar, usando nuestro propio Kamasutra, nuestra cabeza.
El sexo puede ser una fiesta y no un mero trámite por el que hay que pasar. Todo depende de proponérselo. Cada uno puede encontrar la manera de disfrutarlo cómo más le guste, si al menos le dedica un tiempo a averiguarlo.
Esta práctica, o ejercicio de actividad sexual lenta, sin prisas, es una buena manera de salir de la rutina porque nos ofrece más posibilidades de creatividad. Realmente vale la pena dejar de lado los apuros, la ansiedad, por lo menos por un buen rato. Y ahora a divertirse.
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Etiquetas: Erotismo y Placer

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