Nosotros l@s dietistas, tenemos una obligación moral, y esa es la de decir la verdad sobre los alimentos, tenemos que contar lo bueno y lo peor de cada nutriente y desde luego lo tenemos complicado en la sociedad actual, donde se come más, mucho más de lo que necesitamos y sin embargo la alimentación está relegada a un segundo plano en la vida familiar. El tiempo no sobra, eso es cierto, pero la actitud ni siquiera aparece por ningún lado.
La industria nos lo pone difícil, tiene poder y juega con un as en la manga, ofrece bajos precios y comodidad. ¿Se puede pedir más?. Comer hoy en día se define fácilmente, tan fácil como acercarte a McDonalds y comprarte un súper mega menú, patatas, coca-cola de grifo y una hamburguesa doble y todo eso por sólo menos de cinco euros, lo que no nos dicen, es que este menú doble lleva las calorías que una persona debe consumir en todo un día, y que además esas calorías no son saludables y que pueden perjudicar gravemente tu salud. Claro está que detrás de todo esto existen muchos intereses economicos y millones de euros gastados en marketing.
A que McDonalds nos venda esto como un menú saludable ya estamos acostumbrados, ahora sólo es necesario que nos lo creamos o que no nos lo creamos, eso va a depender del tiempo y de las ganas de cocinar que tengamos, nuestra mente, es fabulosa, se cree lo que quiere y aparta lo que le no le apetece, es por eso que McDonalds es uno de los negocios más rentables del mundo y no para de abrir restaurantes en cada esquina, exportando las grasas trans y la obesidad hasta el ultimo rincón, donde alguien disponga de unos 4 euros.
Lo que ya clama al cielo y me saca de mis casillas es que grandes se presten a tan poco, y esto lo digo por la sorpresa que me llevé hace unos días cuando pretendía coger el autobús para ir a trabajar, no sé si lo he dicho antes, pero mi trabajo consiste en educar y reeducar los hábitos alimenticios de mis congéneres, pues durante todo el tiempo que duró mi estancia en la parada del autobús tuve que convivir con una gran foto de Dani García, recomendando su hamburguesa de McDonalds. Espera. ¡De McDonalds!
Dani García, te admiraba, te creía uno de los grades de España, de hecho has paseado el nombre de la dieta mediterránea por todo el mundo, solo me gustaría preguntarte una cosa, ¿era necesario hacer esto?
A veces la gente hace cosas con las que no comulga demasiado para ascender, para subir arriba y ocupar un puesto importante a ojos del mundo, pero, cuando ya estás arriba ¿qué sentido tiene?. Ni Dani García, ni nadie, creo que me pueda convencer de que si la hamburguesa es de McDonalds pueda tener mucha más calidad de cualquier menú de esta cadena, ya que sus métodos de producción no permiten mucha diversidad o innovación.
Esto no deja de ser más que otro golpe bajo de los grandes de la comida basura para vender lo invendible, además que no se cortan un pelo, así lo expresan:
Todo un sabor dos estrellas:
“La última creación del cocinero 2 Estrellas Michelin, Dani García llega a McDonalds. Dentro de un exquisito pan Pretzel, podrás disfrutar de un doble de carne 100% vacuno extremeño, lechuga Batavia, cebolla crispy, queso ibérico, y una salsa especial creada por Dani García”
http://blogs.elpais.com/el-comidista/2015/03/dani-garcia-bibo-mcextrem-mcdonalds.html
En ningún momento pretendo juzgar a nadie, y mucho menos un maestro de la cocina poseedor de dos estrellas Michelin, pero desde luego la curiosidad no me deja vivir, y me gustaría saber, si además de publicidad y no pocas ganancias hay algo más que haya llevado a Dani García a vender su alma al diablo, dejando que su prestigioso nombre aparezca tan cerca de las antípodas de la comida saludable.
Lo peor de todo es que esto no es un caso aislado, sino una práctica común que se está extendiendo en todas las grandes industrias, sin ir mas lejos, coca cola paga a blogueros famosos expertos en fitness para que sugiera a sus clientes que tomar coca-cola es saludable.
Aquí les dejo unos enlaces más, relacionados con la manipulación que las grandes industrias hacen vendiendo una verdad a medias apoyados en estudios, supuestamente científicos, costeados por ellos mismos para que por lo menos, sin no es posible hablar bien, que no se hable mal de su producto.
El lobby de la mala alimentación española
El lobby del azúcar no tiene fronteras
Todo podrido: los intereses de la industria alimentaria distorsionan las políticas de salud pública
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