La llegada de la primavera supone un aumento de las horas de luz y, por lo tanto, de la secreción de vitamina D. La Universidad Médica de Graz (en Austria) realizó un estudio con 2299 sujetos que demostraba que aquellos hombres que tienen altas cantidades de vitamina D también presentan un mayor nivel en sangre de testosterona (la hormona sexual masculina por excelencia) y, en consecuencia, experimentan un aumento de su libido.
Por otra parte, la exposición a la luz aumenta la secreción de endorfinas, tanto en hombres como en mujeres, al igual que de oxitocina, dopamina y noradrenalina, hormonas que participan en la atracción sexual e influyen positivamente en el estado de ánimo, cargándonos de vitalidad, aliviando el estrés, y estimulando la respuesta sexual. Incluso empiezan a aumentar las consultas sexológicas.
Es indudable que los factores ambientales influyen en el erotismo. Con las temperaturas más cálidas y la liviandad en la ropa, la predisposición emocional y sensitiva de los humanos para amarse es mayor. Hay una mayor cantidad de estímulos, sobre todo visuales y la percepción por la mirada, generadora de imágenes fantasiosas, desencadena la actividad erótica y un mayor interés sexual.
Pero es cierto que, tras los días cortos y oscuros del invierno, la llegada de la primavera modifica el comportamiento amoroso de todos?
¿Se trata de un mito o de una realidad?
Asociada con la estación del amor, solemos sentirnos como cuando éramos más jóvenes o adolescentes. Es más, nuestra memoria emotiva nos permite el resurgimiento de todos los sentidos con sensaciones, olores y un aire más puro y de suave fragancia.
Sin embargo, cada cuerpo vive, además, un “clima” personal, acorde a sus posibilidades y/o situaciones o preocupaciones del contexto y del momento. Por eso cada primavera no nos “pega” a todos por igual. No podemos dejar todo librado al efecto “mágico” que se le adjudica a esta estación.
Así como se nos despierta las ganas de cuidar el cuerpo (con alimentación más sana, caminatas y gimnasio), por vernos bien y gustarle también a los otros, no podemos poner solo en el “afuera” y en los otros, esa energía que necesitamos darle a lo importante, a lo placentero y saludable.
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