Sentimientos de naufragio


¡¡Hola artefiliáticos!!

Estamos de nuevo por aquí, hoy nos gustaría hablar con vosotros el mismo tema que tanto tiempo llevamos trabajando, como ya sabéis, intentamos trabajar los aspectos vitales mediante metáforas, que nos ayuden a comprendernos mejor a nosotros mismos y así, poder realizar cambios que nos ayuden en nuestro progreso y evolución humana. Por ello, sin más dilación, empecemos =)



Vamos a imaginar por unos instantes, que estamos remando nuestra barca, siendo ésta última nuestra vida, nuestros recuerdos y nuestros deseos futuros. Nuestra barca es aquello que pensamos, aquello que sentimos y el como actuamos, en fin, cada uno de nosotros, por lo que, no hay dos barcas iguales y una misma barca al día siguiente es distinta al día anterior.

Hay una cosa en la que coinciden todas las barcas de cada uno de nosotros, y es que sabemos que ésta puede padecer contratiempos, golpes, suaves o fuertes, roturas, arañazos, degradación… en fin, una infinidad de cosas que todos nosotros conocemos.



En otras ocasiones, nuestra barca/barco, puede pasar por momentos de tormenta, aquella tormenta que al leer estas líneas sabemos e identificamos aquello que puede desestabilizar la integridad estructural de nuestra barca, en nuestro caso nuestra vida, hay situaciones, momentos y experiencias que nos abruman en mayor medida provocando a veces, sentimientos de naufragio.



A veces, en función de la dureza de nuestra barca, ésta se ve rasguñada, golpeada o incluso destrozada nuestra integridad física y emocional, de tal modo que sentimos que hemos naufragado en este momento vital nuestro, que nuestras fuerzas se han visto eliminadas o incluso anuladas, de tal modo que hemos perdido el rumbo y nos sentimos paralizados en nuestra vida.



Ese sentimiento de parálisis, nos provoca que por la perdida y rotura de nuestra barca, hemos extraviado los remos de ésta, llegando a un punto en el que nos hallamos estancados en nuestra propia realidad, aquella situación en la que nosotros mismos nos preguntamos: “¿Y ahora qué?”, “No sé que hacer”, “¿Qué hago ahora?”, “¿Podré salir de esta situación?”, “¿Estaré toda mi vida estancada?”. Desconozco vuestra situación artefiliáticos, y como ya sabéis, mis entradas son opiniones y sentimientos que yo misma siento, pero estoy segura, que más de uno de vosotros, quizá la mayor parte, reconoce estos pensamientos vinculados a cada uno de sus sentimientos.



Teniendo presente esos pensamientos, en muchas ocasiones, nos sentimos abrumados, perdidos, asustados, impactados… de tal manera que en más de una ocasión, en nuestra cabeza ha pasado ese pensamiento tan recurrente de abandono por cada una de nuestras mentes, el querer tirar la toalla, el permanecer en nuestro “estancamiento”, que es esa isla desierta que por más que queramos salir y no hayan vallas alrededor de la orilla, algo nos impide salir de esta etapa.



Algunas personas, se atreven a pedir ayuda, porque creen que la necesitan realmente para actuar de forma proactiva con dicha situación tan abrumadora, otras utilizan esta llamada de socorro para seguir alimentando su fe para mantener de una determinada u otra el alma en vida, otras sin embargo están pidiendo ayuda aún sin saber, sin ser conscientes que lo están haciendo. Todas estas opciones y alternativas, que seguro que me dejo muchas más sin nombrar, son totalmente válidas siempre y cuando tú, seas el responsable de hacer que así lo sean para tu situación actual.



En muchas ocasiones, cuando estamos en esta situación, tendemos a valorar cosas que antes no lo hacíamos o pasábamos por alto, otras sin embargo restamos importancia a aquellas cosas que sentíamos que sin ellas no podríamos seguir con nuestra vida, pero lo que sabemos ahora es que para reconstruir esa barca, son cosas totalmente innecesarias para dicho fin.



Es importante saber, que carecemos de control externo de las cosas que sucedan a nuestro alrededor, no podemos controlar que vengan días soleados o días tormentosos, de igual manera que no podemos controlar que las malas experiencias ocurran o se desvanezcan antes de llegar a nuestra barca, por lo que, lo único que está en nuestra mano, es conseguir “renacer” tras el naufragio, adaptarnos a esa nueva situación, para poder llevarla lo mejor posible, cada uno conocerá sus estrategias, métodos y técnicas más efectivas para conseguir sobrevivir de esa situación y sobre todo, aprender de ella, porque en ese instante, no será un naufragio, si no un viaje.



Cuando hayamos recibido la tormenta, hayamos pedido ayuda y hayamos organizado nuestras posibilidades, quizá en ese instante, es el momento idóneo para luchar contra dicha situación, enfrentarnos a ella con la opción que consideremos que será más efectiva para dejar de ser náufragos y así, reconstruir nuestra barca y sus mandos para tener de nuevo nuestro rumbo.



De todos modos, no debemos olvidar, que en ocasiones esas primeras opciones no son las más acertadas, quizá hayamos tenido suerte y consigamos desde un primer momento retomar el rumbo de nuestra barca vital, otras sin embargo, nuestra segunda barca, nuestra segunda oportunidad se ve afectada de nuevo por otra tormenta. En ocasiones, no se debe a que nuestra segunda opción sea la incorrecta o no sea válida, si no porque nuestra barca ha adquirido un cumulo de tormentas y ante un mínimo revés, se ve derrumbada de nuevo, otras, podría haber sido una magnífica opción para otra situación similar o totalmente diferente, la respuesta solamente la sabes tú artefiliático.

Aunque en esta segunda alternativa tengamos otro “tropiezo”, no partimos de cero, hemos aprendido mucho durante nuestra etapa de naufragio y dichos conocimientos nos aportarán la suficiente experiencia para empezar con otra opción, una tercera, cuarta, quinta, las veces que sean necesarias, pero llegará el momento, que consigamos la opción más válida y correcta para nuestra situación vital actual.



Por lo que, es importante tener presente, que del mismo modo que no podemos controlar las experiencias “negativas” vitales que nos presente el océano, tampoco podemos controlar los aprendizajes o las no enseñanzas que éste mismo nos aporta, como os decía al inicio de la entrada, el mar no es el mismo mar ayer u hoy, del mismo modo ocurre con nuestra barca y la marea. Quizá hoy la marea, el océano o la vida no nos aporte nada bueno, pero quizá mañana, pasado o al otro, la marea nos regale algo, nos enseñe un pequeño aprendizaje que sea la pieza que nos faltaba para conseguir esa opción válida.



Por ello, te entiendo artefiliático, entiendo que esas opciones te dañen, te lastimen, te agoten y en muchas ocasiones por tu vida de naufrago, te ahoguen, yo no vengo a decirte que la vida es sencilla, fácil o que a partir de mañana todo cambie, del mismo modo tampoco vengo a decirte que con solo tus técnicas actuales tu vida cambie por completo y las situaciones “negativas” se eliminen para siempre de tu vida. Vengo a decirte que ante esas emociones, situaciones y contextos, sigas respirando, sigas creyendo en ti y en todo lo que hagas, porque al igual que ni tu ni yo sabemos con certeza lo que nos esperará mañana, lo que si sé con seguridad, que la marea nos traerá, regalará algo que nos ayude a ser mejor personas, no sólo con el resto, si no también con nosotros mismos, que falta, NOS HACE.



Por ello, quizá un día el que nosotros decidamos o el que el océano nos permita, cambiemos nuestra perspectiva de las cosas que nos aporta la marea, porque el simple hecho de que no llegue nada, no es malo o erróneo, a veces, según nuestra visión, aquello es el mayor aprendizaje de nuestra tormenta previamente vivida. Todo depende de ti artefiliático y como mires las situaciones que te vengan sin tú poder controlarlas.



Hasta luego avión del miedo

Fuente: este post proviene de Diario De Una Terapeuta, donde puedes consultar el contenido original.
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