La pérdida de cualquier ser querido implica un proceso de duelo tanto para los adultos como para los niños. Por más que tratemos de protegerles del dolor, sufrir la pérdida de alguien cercano y no manifestar emociones como la tristeza o la rabia implica que no estamos elaborando aquella situación de forma adecuada.
Actualmente, hay un elogio excesivo a la alegría, una de las emociones básicas. Aún así, para considerar a un niño sano, debe saber expresar tanto la alegría como la rabia, el miedo o la tristeza, las demás emociones básicas que nos definen.
Lo más conveniente en estos casos es ser transparentes y claros con él. Al tratar de ocultárselo, estamos haciendo de la muerte un tema tabú. El niño, enseguida percibirá la manera en que vosotros afrontáis este tipo de sucesos y, en consecuencia, él lo hará de la misma manera (aunque sea disfuncional). Cuando vosotros no queréis hablar del tema, os escondéis para llorar, le ocultáis cualquier tipo de información que tenga que ver con su mascota o tratáis de disuadirle constantemente de la tristeza fomentando actividades lúdicas, estáis evitando que experimente aquello que debe experimentar: la pérdida. De esta manera, el niño va interiorizando que lo mejor es no recordar al objeto perdido y, por lo tanto, puede que reprima la tristeza que debería poder experimentar de forma natural.
Os sugiero que le expliquéis lo que ha ocurrido y le deis permiso para estar triste: “Es normal que estés triste, nosotros también lo estamos. Nos apoyaremos los unos en los otros”. La primera cosa que le hará saber al niño que puede expresarse libremente es que vosotros también lo hagáis. Así que si echáis de menos a vuestra mascota, podéis decirlo, recordarla mientras estáis cenando e incluso llorar delante del niño. A pesar de que temáis herirle, le estaréis ofreciendo un modelo emocional sano. La persona inteligente emocionalmente no es la que siempre está contenta, sino la que sabe expresar adecuadamente todas las emociones. Incluso os aconsejaría confeccionar un mural entre todos y colocarlo en algún lugar de la casa en honor a la mascota que simbolice el grato recuerdo que tenéis de ella y que también sea una bonita forma de honrarla.
Lo sano cuando perdemos a una mascota o a un ser querido es pasar por las diferentes etapas del duelo que os detallo a continuación. Conocerlas os dará tranquilidad y podréis entender mejor que nos ocurre cuando experimentamos una pérdida:
Negación: Nos quedamos aturdidos y confundidos. Aún es muy reciente como para que podamos hacernos a la idea y, a veces, tenemos la sensación de que aquello no ha podido haber ocurrido.
Rabia: A medida que nos vamos haciendo a la idea, nos sobreviene rabia ya que la situación de pérdida la vivimos como injusta. Por eso, es frecuente que haya pataletas, actitudes de rebote o de cierta agresividad contra el entorno.
Tristeza: Después de habernos enfadado con la situación, llegamos al fondo del dolor y sentimos una profunda tristeza.
Aceptación: Poco a poco, vamos asumiendo que ese ser querido nos ha dejado y que esa situación no la podremos cambiar, de manera que aprendemos a vivir con dicha ausencia.
Espero haberos ayudado a enfocar la muerte de forma más sana y recordad que la muerte forma parte de la vida.
Si quieres profundizar más sobre el tema, te sugiero un artículo para evitar volcar tus temas no resueltos en ellos:
http://www.espaitau.es/4-claves-para-que-tu-hijo-se-sienta-libre/