Nada más lejos de la realidad, aunque también en lo presencial podemos encontrarnos conque no es oro todo lo que reluce.
El pasado fin de semana pude volver a disfrutar del otro lado, de ser alumna, de integrarme en un grupo y avanzar juntos, magistralmente dirigidos, porque el formador es un 3 que brilla y si es oro.
Asistir a formaciones tiene un valor incalculable, y más todavía si hablamos de eneagrama, porque los eneatipos se manifiestan más allá de las palabras, se manifiestan en la energía que desprendemos, en los lugares en los que nos sentamos, en los pequeños detalles hacia los que un buen formador va a dirigir tu mirada.
Una de las cosas más maravillosas del eneagrama es aprender a ver al otro, es aprender a relacionarnos con el otro, y el grupo nos ayuda. En el grupo formativo nos desnudamos, somos generosos, exploramos juntos en un espacio compasivo y seguro, nos retroalimentamos…
Sirva esta pequeña entrada para animaros a realizar formaciones de todo aquello que de verdad queráis integrar, pero sobre todo para agradecer a Gonzalo Morán, por todo lo que nos entregó en este taller, a Rincón de las Palabras Compartidas por su buena organización (Gracias Marta y Mamen Pueyo) y a los compañeros y compañeras que este fin de semana se han entregado a la experiencia.
Aprovecho para recomendaros el blog (pobre niño pijo) y el libro de Gonzalo, que nos ofrece siempre una mirada tan profunda como amena de los subtipos.