Moldea tu cuerpo de verano desde invierno

El verano ya se acerca y lucir un cuerpo atractivo y escultural durante esta época es muy gratificante. Pero ¿has pensado que para lograr un cuerpo de verano torneado y tonificado lo mejor es comenzar tu entrenamiento en invierno?

Entrenar en invierno es muy diferente a hacerlo en verano, ya que, además de que al entrenar habitualmente no te costará dar unos últimos retoques para el verano, también las condiciones ambientales y climáticas afectan a la fisiología humana, veamos cómo:

Trabaja un cuerpo de verano cuando comience el frío

Ten en cuenta que con el frío hay contracción y rigidez muscular y por consiguiente, tu cuerpo necesita más calorías para mantener la temperatura adecuada.

Ante estas bajas temperaturas, es clave calentar muy bien antes de iniciar la rutina de ejercicios. El calentamiento hará que los músculos y tendones contraídos por el frío se calienten previamente, así disminuiremos el riesgo de lesión, además activaremos el metabolismo y facilitaremos el riego sanguíneo.

Además, en invierno las temperaturas bajas hacen que el cuerpo tenga más disposición para el ejercicio, sí que es posible que cueste arrancar, ya que estamos un poco entumecidos con el frío, pero todo es ponerse y luego de comenzar, lo agradecerás al sentir que elevas tu temperatura corporal.

¿Y con el calor del verano qué sucede?

Con el calor del verano muchas veces se hace duro el mantener nuestro programa de entrenamiento, lo único que nos apetece es quedarnos en casa o cualquier lugar en el que haya aire acondicionado o bien en la playa o en la piscina

Además, la motivación baja, las altas temperaturas adormecen y apenas se tienen deseos de practicar alguna actividad física.

Por eso, si mantuviste durante el invierno tu programa de entrenamiento y una buena dieta es en esta época cuando podrás lucir un cuerpo moldeado y cuidado durante todo el año.

Cómo reacciona la fisiología humana ante el ejercicio

Si quieres un cuerpo de verano espectacular debes comenzar a ejercitarlo como mínimo 6 meses atrás (desde el invierno en adelante), y de la forma adecuada según tus objetivos. Si es así, notarás que tu cuerpo se va adaptando a tu nueva actividad física entre las primeras seis a doce semanas.

Todo depende de la fisiología o de cómo funciona tu cuerpo y cómo reacciona ante la actividad física en cuanto a intensidad, duración y frecuencia. Es mejor que inicies la rutina con intensidades bajas que aumentarás gradualmente. Siendo así, deberás comenzar a notar cambios fisiológicos en dos o tres meses… mientras llega el verano.

Fuente: este post proviene de Salud y Ejercicio Físico, donde puedes consultar el contenido original.
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