La menopausia llega en torno a los 45 años.
Aunque cada mujer es un mundo y, como ocurrió años atrás con la llegada de la menstruación, suele variar bastante: a algunas les llega de repente mientras que para otras es un cambio progresivo.
El síntoma más habitual de la menopausia son los sofocos, pero hay que tener en cuenta que la menopausia se produce en tres fases: perimenopausia (el estrógeno y otros hormonas empiezan a fluctuar, cambio que se produce lentamente y en un periodo de entre dos y ocho años antes de la menopausia en sí), menopausia (cuando hace un año que la mujer ha tenido su última regla) y posmenopausia (los síntomas, aunque en menor medida, pueden durar hasta cinco y diez años después de la menopausia).
En cuanto a los síntomas que se padecen durante cada una de las fases, se explican a continuación:
PERIMENOPAUSIA
Sofocos: los cambios que se están produciendo en los estrógenos dan lugar a ondas transitorias de calor y sudoración, lo que puede llevar a causar ansiedad, malestar, estrés y aumento de la frecuencia cardiaca. Los sofocos duran unos minutos, pero pueden llegar a producirse hasta diez veces al día. Para combatirlos es conveniente practicar técnicas de relajación, además de que es recomendable la práctica de acupuntura o yoga.
Trastornos del sueño: aunque el envejecimiento nos lleva a dormir cada vez menos, la menopausia puede interrumpir el sueño a mitad de la noche o provocar dificultades para conciliar el sueño. Para combatir este síntoma es conveniente practicar la relajación, además de reducir el estrés y tener una rutina para irse a la cama.
Cambios de humor: los cambios en los niveles de estrógenos puede provocar que estemos más irritables y abatidas, por ello hay que expresarme libremente sobre los problemas y las dificultades que estamos experimentando. El yoga, por supuesto, ayuda a mantener la calma y reducir los niveles de estrés.
MENOPAUSIA
Aumento de los sofocos y sudores nocturnos: cuando se entra en la menopausia en sí, los niveles de estrógeno varían aún más, así que los sofocos aumentan y se producen incluso por la noche, y entonces se producen los sudores nocturnos. De nuevo, la relajación y una rutina calmada antes de irse a dormir ayuda a reducirlos.
Cansancio: el cambio hormonal nos produce fatiga, por lo que combatir este síntoma radica en tener una buena alimentación. Tomar un buen desayuno para empezar el día con energía y seguir una dieta rica en fruta y ácidos grasos omega 3 te ayudará a estar más activa (si lo necesitas consulta a un nutricionista). Descansar suficiente y practicar alguna actividad física también ayuda a reponer la energía.
POSMENOPAUSIA
Pérdida de hueso: durante esta etapa aumenta el riesgo de sufrir osteoporosis, lo que puede llevar a las roturas de cadera tan habituales. Tomar calcio (yogur, espinacas, almendras) y vitamina D ayuda a fortalecer los huesos. Y hacer deporte también.
Sequedad vaginal: sobre todo durante el coito puede resultar molesto, así que es importante usar lubricantes para reducir la sequedad vaginal.
Aumento de peso: el estrógeno ayuda a controlar nuestro peso corporal, por lo que es habitual el aumento de peso tras la menopausia. Para que no se vuelva un problema, más allá de la ganancia habitual por la edad, es importante comer saludablemente y llevar una vida activa.