Los 3 errores más comunes que te impiden sentirte libre

Antes de empezar, te planteo un breve cuestionario:

1.     ¿Sientes falta de libertad, ahogo o aburrimiento?

2.     ¿Necesitas de forma imperiosa acción en tu vida?

3.     ¿Deseas emprender viajes y no solamente por conocer nuevos lugares?

4.     ¿Quieres rodearte de nuevos entornos y personas con las que poder ser quien quieras?

5.     ¿Anhelas cometer locuras que no sueles?

¿Muchas respuestas afirmativas?

Puedes planear un fantástico viaje, redecorar tu casa, tener una intensa aventura con alguien que no es para ti o cambiar de look. Pero puede que después de un escaso período de tiempo te vuelvas a sentir igual. Lo que has hecho es ingerir pequeñas dosis de libertad pero lo que te atrapa es mucho más que eso.

Haz un breve repaso a estos 3 errores tan comunes:

1.    No te permites ser quien eres

Las personas somos seres dinámicos por lo que tienes derecho a descolgarte del rol que siempre te han dicho que te encajaba y que bien has asumido. Cuando eras un niño, no te quedó otra que aceptarlo pero ahora, tienes el poder de reajustarlo.

¿Todavía sigues usando los mismos adjetivos para definirte que hace 15 años?

Si te cohíbes cuando los demás ven una faceta nueva en ti que no esperaban es que existe reparo para salir de ese yo encorsetado al que ya no perteneces. No eres un personaje plano de un cuento de Disney.

Nos sentimos libres en el momento en que hacemos uso de nuestra autenticidad.

Si te dijera que lo que realmente desea a día de hoy Caperucita es comerse el pastel por el camino e intercambiarse el teléfono con el lobo, ¿te sorprenderías? Puede que sí, pero es porque nos tiene muy acostumbrados a un patrón muy distinto.

2.    Quieres que todo y todos cambien contigo

El lugar que ocupas te resulta familiar y cómodo pero ahora sientes que no es suficiente. Te gustaría que tus amigos, familia y pareja desearan dar el mismo salto que tú estás anhelando. Pero intuyes que no será así. Te empeñas en que te acompañen, te esfuerzas y desgastas intentándolo y lo único que haces es quejarte por su falta de incitativa. Quiero formar una familia pero él no está preparado, A ver si mi madre encuentra novio y me voy de casa, Si mi familia confiara en ello, abriría un negocio… ¿Estás seguro que son ellos los que te  frenan?

Lamentablemente, el camino hacia la libertad pasa por dejar a todos los que ya se encuentran bien allí donde están.

3.    Esperas a que te den permiso

Si lo que piensas, sientes y haces no convergen, es de lo más normal que sientas esa claustrofobia. Las personas que se sienten en harmonía, tienen estas tres esferas ordenadas. Si haces constantemente algo que no sientes, la primera pregunta que debes plantearte es: ¿Qué me impide hacer lo que deseo?, ¿los demás o yo mismo?

¿Sabes por qué cambiar de aires no es siempre la solución a esa claustrofobia que sientes? Porque aquello que te atrapa es tú mismo, no los demás.

La falta de aprobación de los que te rodean, su sorpresa o juicio son solo suyos, pero el miedo a que eso ocurra es absolutamente tuyo y por eso es lo único que puedes cambiar.

Deja de esperar porque nadie más que tú puede darte ese permiso para hacer lo que realmente sientes.

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