Lecciones que me llevaron a descubrir y vivir de mi talento

En esta época del año, solemos hacer balance de nuestras vidas y planes a futuro sobre los cambios que haremos para nuestra autorrealización o para la reinvención de nuestra carrera profesional.  El post invitado de hoy nos habla de eso: de las reflexiones de una joven emprendedora que, con valentía, decidió un día romper moldes y vivir a su manera, aplicando sus talentos al servicio de los demás. Te dejo con Mónica Bravo para que conozcas todo lo que aprendió en el proceso:
VIVIR DE MI TALENTO - Mónica Bravo

Hace tres años decidí que no seguiría más haciendo algo que iba en contra de mis valores y viviendo una vida que no quería.
¿La crisis de los 30? Puede ser…
No fue una decisión fácil, romper con una vida estable no es algo por lo que recibas aplausos.
Pero mis sensaciones eran buenas, tomar la decisión fue como quitarme un enorme peso de encima, fue una liberación.
Me sentía atrapada y necesitaba urgentemente libertad para tener el control de mi vida.
Pero ¿qué era lo que quería?Ni siquiera lo sabía.
Solo tenía claro lo que no quería.
Ahora todo ha cambiado.
Todas aquellas ideas abstractas que tenía en la cabeza, se han transformado en algo real.
He perdido el miedo a decir en voz alta que soy buena haciendo algo, no tengo porque avergonzarme de ello.
He dejado de darle importancia a lo que los demás dijeran de mí.
No es narcisismo, es conocerte a ti mismo y ser consciente de tus potenciales para poder explotarlos, y en mi caso poder vivir de ello aportando valor a los demás.
Conocer mi talento me ha traído a donde estoy ahora mismo. Viviendo la vida que quiero, y llevando a cabo un proyecto que me ilusiona muchísimo.
Tenía claro que mi trabajo consistiría en ayudar a los demás.
Desde muy pequeña siempre tuve claro que me dedicaría a algo que me gustase y que estuviera relacionado con ayudar a los demás.
Cierto es que cuando vas creciendo, pasas por diferentes etapas y en algunas de ellas debí de perderme. Porque llegué a los 17 sin saber qué carrera estudiar. Por más que pienso cómo llegué a ese momento, aún no consigo saberlo.
Lo único que tenía más o menos claro es que era de Ciencias, aunque me gustaban las Letras y se me daban bien…
Pero no podía tenerlo todo, desde el instituto ya te obligan a elegir, una cosa o la otra y si te das cuenta de que eso no era lo que querías, pues te jodes.
De esta manera acabé estudiando Farmacia, algo que no quería y jamás me había planteado hacer. Allí estuve 3 años hasta que lo dejé.
En mi mente enseguida volvió a aparecer la profesión que siempre había querido estudiar, Enfermería.
Me costó tomar la decisión, hasta que comprendí que el cambiarme de carrera no era tirar a la basura 3 años de vida.
Durante aquel periodo:

Aprendí.

Disfruté.

Viví experiencias que me servirían para el resto de mi vida.
Una de mis mayores motivaciones para este cambio era irme de cooperante a otros países, para aportar todo lo que pudiese. Me apasionaba viajar y así podría hacerlo mientras trabajaba y ayudaba, realmente pensaba que eso sería mi futuro.
La carrera me fue bien, y en cuanto me gradué encontré trabajo en uno de los mejores hospitales públicos de Madrid.
Comencé a formarme en salud y cooperación para el desarrollo, y me marché de voluntariado a un pueblo de los Andes Peruanos.
La experiencia fue increíble, llevaba ya muchos años viajando, pero aquello fue diferente. Pude colaborar en el centro de salud y trabajar con niños.
Aprendí a vivir en otra cultura, a relacionarme con otras personas, conocí de cerca otra realidad y supe enfrentarme a la parte más dura de esa experiencia, el dueño de la ONG con la que fui, por llamarle de alguna manera, se quedaba gran parte del dinero, y no llegaba donde tenía que hacerlo.
Aquello me cambió, fue duro porque me vi sola y en un país a miles de kilómetros del mío, pero a la vez hizo que quisiera tener más y más experiencias viajeras.
Cuando volví me surgió la oportunidad de cambiar de servicio en el hospital y aprender algo nuevo. Así que lo hice.
Pero con los años me fui dando cuenta que ni la cooperación no era como yo creía, ni tampoco me veía toda mi vida en un hospital, ya que había muchos aspectos que rodeaban la profesión que no iban conmigo.
Vivía situaciones que no me gustaban, todas por culpa de un sistema que parece olvidarse de lo que realmente es importante, las personas.
Necesitaba un cambio de vida
Poco a poco mis prioridades y valores fueron cambiando y llegó un momento que necesité cambiar de vida y salir de la rutina en la que me había metido.
Le echaba la culpa al trabajo, incluso me empecé a plantear si realmente quería seguir trabajando de enfermera. Me sentía bloqueada y perdida.
Pero no era solo eso, quería cumplir mi sueño de vivir viajando durante varios meses.
Sabía que la única manera de que mi situación cambiara, era tomando la decisión de dejarlo todo e irme.
Si quería saber que quería hacer con mi vida, debía salir de mi zona de confort.
Tuve la suerte de que mi pareja, Sergio, sentía lo mismo que yo, por lo que no tuve que convencerle para que me acompañara.
Un año más tarde estábamos montados en un avión rumbo al sudeste asiático.
Estuvimos viajando durante tres meses, durante los cuales no pensé en mi futuro, ni en lo que quería o dejaba de querer. Lo que hice fue desconectar y disfrutar.
Era lo que necesitaba en ese momento, coger fuerzas y renovar mi energía. Conocerme un poco más a mí misma y sentirme libre de verdad.
A nuestra vuelta, no queríamos volver a Madrid, era algo que no entraba en nuestros planes. Así que hicimos algo que llevábamos un tiempo pensando, irnos a vivir a un sitio tranquilo y rodeado de mar. Menorca.
Allí, después de unos meses trabajando, tuve el tiempo y la tranquilidad necesaria para averiguar qué era lo que quería en mi vida.
Quería vivir de acuerdo a mis valores

Mi objetivo era poder trabajar desde cualquier lugar del mundo. De esta manera podría tener libertad para viajar.

Tenía una cosa clara, no existía el trabajo perfecto. Siempre hay algo que falla, ya sea el horario, el sueldo, el jefe, el sistema, los compañeros, la empresa… Pero hay que encontrar el que para ti sea el más completo y cuyas cosas buenas compensen las malas.

No me importaba demasiado el dinero, sé que puedo vivir con menos de lo que ganaba en el hospital, pero sí quiero poder tener tiempo y organizarlo como yo quiera. Disfrutar de mi familia y mis amigos. Y si algún día tenía hijos, poder estar con ellos todo lo posible.

Uno de mis mayores valores era y es la libertad. Para mí era primordial poder elegir qué hacer con mi vida, no que otros lo decidiesen por mí.

Había huido del centro de una gran ciudad, buscando tranquilidad y estar cerca de la Naturaleza, y ya no lo iba a cambiar.

Mi trabajo de enfermera me gustaba, me había dado cuanta que ése no era el problema. Disfrutaba cuidando de mis pacientes y las cosas malas podía aprender a llevarlas de tal manera que no me afectasen.Era feliz haciendo que las personas se sintiesen mejor en momentos difíciles de sus vidas y eso no quería dejarlo. Pero me mataba la idea de permanecer atada a un lugar, con un horario fijo y unas vacaciones limitadas al año que encima puede que no pudiese ni elegir cuando tenerlas.

Debía encontrar algo que me permitiese vivir de acuerdo a mis valores y principios, y que me permitiera llevar la vida que quería.
Necesitaba conocer cuál era mi talento
¿Qué podía aportar a los demás?
¿En qué era buena?
¿Qué me gustaba? ¿Con qué disfrutaba y qué era aquello que nunca me cansaba de hacer?
Alguna de estas preguntas me resultaban fáciles, pero en cambio me era imposible ver en qué era buena.
No consideraba que destacase en nada en concreto, ni que fuese una experta en nada.
Tenía que hacer un gran trabajo interior para averiguar todas esas cosas, si de verdad quería transformar mi vida.
Empecé por lo fácil: me gustaba aprender, conocer personas, ayudar a los demás, el desarrollo personal, los tatuajes, y mi gran pasión, viajar.
Evidentemente me gustan más cosas pero no eran significativas.
En los últimos años conocerme a mí misma y crecer como persona, me habían llevado a leer bastante sobre desarrollo personal y sobre las diferentes visiones de la vida.
Era algo que había cobrado mucha fuerza y a lo que dedicaba bastante tiempo.
Pregunté a mis amigos y familiares que creían ellos que se me daba bien. Y obtuve algo que nunca me había imaginado.
Respondieron que escuchar y ayudar. Hablar conmigo les hacía sentirse bien. Les aportaba energía, alegría, ilusión, fuerza y confianza.
Esto me hizo darme cuenta que llevaba haciéndolo años.
Durante mis 8 años como enfermera, el trato con las personas, escucharles, acompañarles y no dejar que se hundiesen en los peores momentos había sido una constante.
Al parecer era algo que se me daba bien y con lo que yo disfrutaba.
La formación era importante
Tenía mucha experiencia tratando con personas y escuchando, pero quería algo más, algo que me enseñara las técnicas adecuadas para poder hacer las cosas bien.
Ya conocía el coaching porque hacía un par de años que me había informado para realizar mi propio proceso, y siempre me arrepentí de no haberlo hecho.
En aquellos momentos en los que me sentía atrapada en una vida que no quería, bloqueada e incapaz de pensar qué narices hacer, me hubiese ayudado y ahorrado mucho tiempo.
Me informé bien dónde poder titularme y comencé a estudiar el experto en coaching.
Creo que es fundamental la formación porque aprendes cómo hacer las cosas bien, además de muchísimas cosas que desconocía, y tienes tus primeras experiencias con clientes reales.
El coaching es muy amplio, y tienes que descubrir hacia dónde te vas a orientar tú.
La verdad, es que yo lo tenía claro: no me interesaba el tema empresarial o financiero. No va conmigo.
Yo quería trabajar con personas que estuvieran pasando por los mismos momentos y situaciones que yo había pasado.
El coaching es una herramienta muy buena, pero sinceramente, creo que sin una experiencia de vida previa, no podría hacer bien mi trabajo.
Si yo desconozco por lo que está pasando mi cliente, si yo no lo he vivido también, no podré ayudarle como me gustaría hacerlo.
Lo sé porque me pasó durante las prácticas.
Me tenía que identificar con mi proyecto
Por eso, al terminar mi formación estuve pensando cómo llevar a cabo mi proyecto y a quién me iba a dirigir.
Volví a hacerme la pregunta:
¿Qué puedo aportar yo a los demás?
Mi respuesta fue: experiencia.
Había pasado por varias etapas, algunas de ellas generando cambios personales en mí, que me llevaron a conocerme realmente.
Había luchado por salir de ciertos hábitos que no me hacían ningún bien y de todo me llevé grandes aprendizajes que me sirvieron para superar nuevos obstáculos.
Di el paso de dejarlo todo, irme a viajar y emprender mi propio camino. Superando muchos miedos que durante años me habían paralizado.
Sabía que no era la única que había pasado por esto, muchas personas se encontraban en esa situación, y era a ellas a las que quería dirigirme.
¡Había encontrado un proyecto con el que me identificaba! Ahora sólo tenía que saber cómo llevarlo a cabo.
Junto a mi chico Sergio comenzamos a formarnos en blogging, haciendo cursos y mentoring. Y a mediados de septiembre lanzamos nuestro blog Coaching Viajero.
Por fin sabía cuál era mi talento, el escuchar y ayudar a los demás. Y tenía claras mis pasiones, el desarrollo personal y los viajes.
Sergio se encargaría de la parte más técnica y yo de lo demás. Hacíamos un buen equipo.
Nada de lo que he conseguido ha sido fácil, los miedos son nuestro peor enemigo y he tenido que hacerle frente a más de uno. Pero ha merecido la pena.
Quería hacer un cambio en mi vida, y lograr vivir de la manera que quiero.
El cambio ya está hecho, ahora sólo me queda seguir caminando para conseguir todas mis metas y lograr vivir viajando.
Descubrir mi talento fue lo mejor que podía haber hecho. Todos somos buenos en algo aunque nos parezca que no. Nacimos con un don especial que no podemos desperdiciar.
Tal vez estés esperando el momento perfecto para realizar ese cambio de vida que quieres, descubrir tu talento y vivir de él, pero ese momento nunca va a llegar, porque no existe.
Tú eres el máximo responsable de tu vida. No permitas que otros decidan por ti.
Nosotros hemos creado nuestro propio plan de acción para lograr vivir viajando, y tú puedes hacer lo mismo si el viajar te apasiona, para ello hemos creado el ebook gratuito “7 pasos para crear tu plan de acción en 30 días e irte de viaje”.

Mónica Bravo
Acerca de Mónica Bravo:
En 2014 Sergio y yo decidimos cambiar de vida, viajar y vivir de acuerdo a nuestros valores. Creamos www.coachingviajero.com para ser el apoyo de todos aquellos que estuvieran en la misma situación que estuvimos nosotros, y desearan algo más en sus vidas que simplemente lo establecido.
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