Las 4 verdades desconocidas sobre la infidelidad

¿Te ha engañado?

¿Le has engañado?

¿Quieres repararlo?

¿No puedes?

¿No sabes si es posible una segunda parte?

Empieza desterrando cuatro ideas de lo más comunes y empieza a encauzar la situación.

1. La infidelidad no es el problema

Probablemente le estés dando vueltas a un sinfín de preguntas que no te alivien lo más

mínimo: ¿Qué vio en esa persona?, ¿Por qué tuvo que cometer tal error?, ¿Qué hubiera ocurrido si no hubiera conocido a X?…

¿Sigues pensando que si la infidelidad no hubiera tenido lugar, vuestra historia

permanecería intacta?

La infidelidad es un síntoma manifiesto de que algo no marcha bien en la relación o en la persona que la ha cometido. Por este motivo, debes retroceder hasta el punto en que apareció ese problema, el que desencadenó en una infidelidad.

Podría haber desembocado en frecuentes peleas, dificultades en el terreno sexual o

incluso una profunda apatía que no le permitiera salir de casa, pero ha sido esa aventura.

No te fustigues anclándote en la dichosa infidelidad y pregúntate cómo habéis llegado a ese punto.

2. No basta con querer perdonar

Ya lo has asimilado y aparentemente aceptado y después de sopesar racionalmente los pros y contras, has decidido apostar por aquella relación porque sientes que, a pesar de todo, te compensa. ¿Pero realmente sientes perdonar a esa persona?

Si es así, no esperes a que el otro te lo agradezca, eres responsable de tu decisión.

Sigues ahí porque así lo has decidido y no lo has hecho por esa persona sino por ti.

3. No es un tema tabú

Si realmente habéis decidido tirar para adelante con la relación, enterrar ese episodio no hará más que fermentar el dolor, la frustración y el resentimiento. Y no, el tiempo no lo cura todo. Se trata de un proceso de duelo en el que, desde entonces, se han perdido muchas cosas por el camino: la confianza, la seguridad, la relación idílica que habíais construido, la imagen que tenías del otro… Como en todo proceso de duelo, tenéis derecho a expresar culpa, rabia y tristeza si así lo sentís. Y si habéis decidido permanecer unidos, también debéis estarlo en este proceso. Los problemas de pareja se solucionan en pareja.

El no hablar de ciertos temas no implica que ya estén superados. Recuerda, si algo es secreto es que todavía no se ha resuelto.

4. La responsabilidad no sólo es del que ha sido infiel

Hemos oído que quien es infiel es quien debe luchar por recuperar el amor y la confianza del que ha sido engañado. Pero como en cualquier relación, existe una interacción constante entre dos personas y tanto lo positivo como lo negativo es responsabilidad de ambos. Ni uno debe arrodillarse pidiendo penitencia ni el otro debe sacar el látigo para fustigar al uno. Recuerda: Ni el bueno es tan bueno, ni el malo es tan malo.

Si después de la infidelidad uno se convierta en víctima y el otro en verdugo, no haréis

más que colocaros en una relación asimétrica, lo que implica siempre disfunciones en la pareja. Para poder continuar, debéis asumir cada uno vuestras responsabilidades, colocándoos de igual a igual.

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